Colombia lleva un mes sacudida por cruentas protestas callejeras que dejan decenas de muertos. La ira por una propuesta de aumentos de impuestos a la clase media se transformó en un gran movimiento contra el gobierno del presidente Iván Duque.
Las acciones comenzaron el 28 de abril y a pesar de la pandemia, decenas de miles salieron a las calles a protestar contra una reforma fiscal que consideraban perjudicial para sus bolsillos ya que el gobierno de Duque quería bajar a 656 dólares mensuales la franja mínima imponible que era de unos 1.000 dólares. Dos días después fueron despachadas tropas a las calles de Cali, la tercera mayor ciudad del país y epicentro de la rebelión contra la reforma.
El mandatario colombiano cedió a la presión de las calles y anunció la anulación de su plan. En cambio dijo que procedería a aumentar temporalmente los impuestos a empresas y a grupos de mayores ingresos.
No obstante, decenas de miles se mantuvieron en las calles por cuarto día consecutivo. Duque anunciò que utilizará «asistencia militar» para enfrentar «a quienes, por la violencia, vandalismo y terrorismo, buscan intimidar a la sociedad».
Segùn declarò el Defensor del Pueblo del vecino paìs, en cinco dìas de protestas se registrò un tràgico saldo de 18 civiles y un policia fallecidos y màs de 840 personas heridas.
Esta situaciòn produjo la renuncia del ministro de Finanzas, Alberto Carrasquilla en tanto continuaron las manifestaciones, originando que las Naciones Unidas y la Uniòn Europea condenaran el excesivo uso de la fuerza por parte de las fuerzas de seguridad del gobierno colombiano.
Las entregas de combustible se han visto afectadas por los bloqueos en algunas vías y la población se ha mostrado preocupada por el desabastecimiento de medicinas y oxígeno para el tratamiento de pacientes afectados por el covid-19.
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