El mandatario Emmanuel Macron logró su reelección
el domingo ante una extrema derecha en auge, en un balotaje que sacó a
relucir las fracturas de una Francia que el centrista deberá ahora
coser.
Los comicios dejaron un país fracturado: una Francia de jubilados y clase media-alta que votó por el caballo ganador Emmanuel Macron, de 44 años de edad, y otra más popular y que se siente excluida, que apoyó a su rival, de 53 años.
La primera vive en las grandes ciudades y en el oeste. La otra, que apostó por Le Pen se encuentra en el antiguo bastión industrial del norte, en el este, a orillas del Mediterráneo y en sus territorios de América Latina y el Caribe.
Los sondeos señalaron que Macron obtuvo sus mejores resultados entre los mayores de 60 años de edad y, sobre todo, entre los más de 70. El centrista seduce especialmente a ejecutivos, jubilados y votantes con al menos tres años de estudios superiores.
La ultraderechista atrae a un electorado popular constituido de obreros y asalariados, especialmente sensible a una campaña basada en defender su poder adquisitivo sin renegar la radicalidad de su programa sobre migración.
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