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Y si algo quedó claro tras las recientes elecciones en Ecuador, fue que la realidad golpeó más fuerte que cualquier propaganda.

El pueblo ecuatoriano habló con claridad, con profundidad y, sobre todo, con memoria. Dijo basta. Basta a los años de populismo maquillado de justicia social, basta a los experimentos de laboratorio que vendieron utopías mientras cultivaban corrupción, persecución y mediocridad.
Y aunque muchos analistas se rascan la cabeza preguntándose por qué fallaron las encuestas, la respuesta es sencilla y humana:
Muchos votaron en silencio, con vergüenza y con determinación.
Porque sí, en América Latina nos cuesta admitir los errores. Nos cuesta decir “me equivoqué”. Preferimos culpar a terceros, al “sistema”, al “imperialismo”, a los “enemigos de la patria”. Pero en Ecuador, la gente se cansó del discurso desgastado del correísmo, de la “década ganada” que terminó en fracturas sociales y heridas sin cerrar.
Ese votante que no hablaba, que no se manifestaba, ese que muchos analistas ignoraron, fue el que decidió la elección.
El recuento de votos y el ridículo de la izquierda
Ahora, en un intento desesperado, sectores del correísmo exigen un recuento de votos. Pero más que un ejercicio democrático, es una estrategia para victimizarse cuando el resultado no les favorece. Sin embargo, el ridículo es inevitable. La izquierda radical, esa que se presenta como vanguardia moral pero actúa como maquinaria de poder, queda cada vez más expuesta ante los ojos del continente.
Ecuador ha dicho que ya no quiere recetas fallidas. Que no quiere más discursos vacíos de patria mientras la patria se desmorona. Que no quiere más persecuciones, más polarización, más culto al caudillo.
Noboa y el desafío de capear el temporal
Pero el camino para Daniel Noboa no será un paseo triunfal. Ahora empieza lo más difícil: gobernar con una economía frágil, una institucionalidad vulnerada y una sociedad polarizada.
Dos monstruos esperan en la puerta:
- Los precios bajos del petróleo, que golpean directamente las finanzas públicas.
- Un acuerdo inevitable con el FMI, que implicará medidas impopulares, ajustes fiscales y quizás una ola de protestas como las que ya se viven en otros países.
Será el turno de demostrar si Noboa es un reformista real o solo un alivio temporal.
Y todo esto, en medio del fenómeno que algunos ya llaman el "Trumpcalipsis", una ola de nacionalismo, proteccionismo y confrontación global que amenaza con cambiar las reglas del juego para economías vulnerables como la de Ecuador.
¿Hay esperanza en medio de la tormenta?
La historia nos ha enseñado que los mejores pilotos se forman en cielos turbulentos. Que los líderes verdaderos emergen cuando las condiciones son más duras. Latinoamérica ha vivido demasiados ciclos de promesas rotas y espejismos ideológicos. Ahora tiene una oportunidad de escribir un nuevo capítulo.
Desde esta tribuna de RadioAmericaVe.com, deseamos sabiduría, coraje y visión a Daniel Noboa. Y al pueblo ecuatoriano, paciencia y firmeza. Porque reconstruir toma tiempo, y sanar toma más.
La región entera observa.
Y mientras el populismo retrocede en una esquina, la responsabilidad y el realismo deben avanzar desde la otra.
¡Capear el temporal, Latinoamérica!
El futuro no espera. Y esta vez, debe escribirse con verdad.
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