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Desde Washington, analizamos el nuevo pulso entre EE.UU. y China. Aranceles superiores al 100% se cruzan con un superávit comercial récord de $900 mil millones. Pero en un mundo tripolar, ni Washington ni Pekín pueden doblegar al otro sin arrastrar a todos.

Por nuestra corresponsalía en Washington – Vierne5.com
No estamos en los años 50. Tampoco en la Guerra Fría. Y mucho menos en una realidad donde un solo país puede dictar las reglas del juego mundial. Hoy, la hegemonía es compartida, frágil y disputada. Y aunque Estados Unidos intenta reafirmar su liderazgo económico a través de nuevas medidas arancelarias, la realidad es más compleja: ni puede doblegar fácilmente a China, ni puede evitar las consecuencias globales de una guerra comercial sin cuartel.
Con la vuelta de Donald Trump a la Casa Blanca, su vieja fórmula ha vuelto también a escena: aranceles masivos, nacionalismo económico y presión comercial como herramienta de política exterior. Pero ahora lo hace en un mundo que ha cambiado profundamente, y donde China no solo ha resistido, sino que ha crecido y consolidado su posición global.
Los números son claros:
🔹 Mientras EE.UU. impone aranceles superiores al 104% en sectores estratégicos como acero, energía solar, tecnología y autos eléctricos,
🔹 China registra un superávit comercial histórico de $900 mil millones en 2024, fortalecido por su dominio en manufactura avanzada, inteligencia artificial, baterías, semiconductores y energías renovables.
Militarmente, el equilibrio tampoco favorece una narrativa de supremacía absoluta. China proyecta 395 barcos de guerra para 2025, superando a la Marina estadounidense en cantidad, aunque EE.UU. mantiene la ventaja en capacidad de proyección global, con bases en cinco continentes y alianzas como la OTAN, AUKUS y el Quad.
Pero el verdadero punto de quiebre no está solo en las tarifas ni en los misiles. Está en la reconfiguración del orden mundial, que ya no es bipolar (EE.UU. vs. China), sino multipolar, con la Unión Europea, India, Rusia, Brasil y otros actores regionales emergiendo como fuerzas influyentes.
Entonces, ¿qué implican estas nuevas medidas de Trump?
- Desaceleración global: Más aranceles significan más inflación importada, tensiones comerciales cruzadas, y efectos en cadenas de suministro que siguen siendo vulnerables tras la pandemia.
- Desacople tecnológico forzado: EE.UU. busca romper la dependencia en semiconductores y tecnología 5G china, pero esto también obligará a una carrera paralela de innovación, costos duplicados y mercados fragmentados.
- Retaliación china: Pekín no se quedará quieto. Puede imponer restricciones a tierras raras, a empresas estadounidenses instaladas en su territorio, y acelerar su expansión en mercados alternativos como África, América Latina y Asia Central.
- Daños colaterales para Europa y los países en desarrollo: En un entorno multipolar, el proteccionismo extremo de EE.UU. y China puede empujar a las economías más débiles al margen del comercio global, generando nuevas olas de pobreza, migración y tensión política.
Y al final, la gran pregunta: ¿puede EE.UU. realmente contener a China con aranceles, sin aislarse a sí mismo del resto del mundo?
La respuesta, según analistas desde el Fondo Monetario Internacional hasta centros independientes como el Peterson Institute, es no. La estrategia de Trump puede tener réditos internos y servir como bandera electoral, pero a nivel global incrementa el riesgo de una recesión inducida por guerra comercial, desestabiliza mercados financieros y profundiza las tensiones geopolíticas.
Desde Vierne5.com lo decimos con claridad: en un mundo interdependiente, las guerras comerciales no tienen vencedores, solo sobrevivientes. Y en este tablero, el liderazgo real no se mide por quién impone más tarifas, sino por quién construye más puentes sin dinamitar el camino.
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