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El régimen organiza una grotesca simulación electoral en la que solo participan los sumisos. Y aún hay quienes exigen a los venezolanos “votar conscientemente”, mientras celebran la persecución contra los que ya derrotaron a Maduro

Redacción política – RadioAmericaVe.com
La escena es grotesca. Una caricatura de democracia. Un fraude vestido de comicios. El evento electoral convocado para el próximo 25 de mayo por el régimen de Nicolás Maduro no tiene nada de libre, ni de participativo, ni de democrático. Es un espectáculo privatizado, controlado, guionado y, como siempre, anunciado con bombos mediáticos… pero sin alma ciudadana.
¿Quién puede postularse? Solo quien acate los dictámenes del poder.
¿Quién puede aspirar a una silla? Solo quien tal vez —si hay suerte— aparezca en la servilleta de Elvis Amoroso, al momento de cantar los resultados previamente pactados. El árbitro electoral ya no es árbitro. Es escribano del régimen.
Y en este contexto, nadie puede culpar al pueblo venezolano por su profundo hastío, por su rabia, por su abstención militante. Porque esto no es una elección: es una celada. Es una jugada de dominación simbólica que busca dos objetivos: simular legitimidad interna y desmovilizar a una ciudadanía que, el 28 de julio, dejó claro su veredicto contra Maduro.
El cinismo de la “participación obligatoria”
Que cada ciudadano decida si asiste o no a esta farsa es su derecho. Pero lo que no es aceptable, lo que no es moral, es que se criminalice a quien se niega a participar del engaño. Que se acuse de "antipatriota" o "violento" a quien ya entendió que estas elecciones no cambiarán nada.
Y en esa hipocresía destaca, con aplausos de su propio eco, el cinismo de Jorge Rodríguez, quien convoca a un "voto contra la violencia", mientras saliva de placer con la cacería desatada contra quienes sí enfrentaron al régimen, sí vencieron en las urnas, y hoy son perseguidos, inhabilitados o exiliados.
¿Dónde quedó el “voto consciente”?
La ironía es tan amarga como real: ese “voto consciente” del que tanto hablan, ya ocurrió. Fue el 28 de julio, cuando millones de venezolanos salieron a votar contra Maduro. Y ese voto fue robado, aplastado, silenciado.
Hoy, quienes insisten en que debemos votar “porque sí”, sin condiciones, sin garantías, sin dignidad, repiten el libreto del opresor. Y al hacerlo, se vuelven cómplices del simulacro, no defensores del derecho.
No se puede llamar “democracia” a un proceso donde:
- Se excluye a los candidatos incómodos.
- Se amedrenta a los votantes.
- Se controla el CNE como si fuera un ministerio más.
- Se anuncian resultados sin testigos, sin auditoría real, sin observación internacional confiable.
Eso no es democracia. Eso es teatro de lo absurdo.
Desde RadioAmericaVe.com lo decimos claro:
El que acuda, que lo haga sin hipocresía. Pero que no venga luego a pedirle al país que se someta con él.
No se puede imponer la participación como deber cuando el régimen ha destrozado el pacto democrático.
No se puede exigir “voto responsable” en medio de una operación irresponsable de propaganda autoritaria.
Hoy, más que nunca, resistir es un acto de conciencia. Abstenerse es una forma de decir: no me vas a usar.
Y quienes lo entienden así, no son antidemocráticos. Son, quizás, los pocos que aún creen en una democracia real, y se niegan a aplaudir la mentira.
En RadioAmericaVe.com seremos siempre la voz de los que no se rinden. La voz de los que ven la trampa y la denuncian. Porque votar sin dignidad no es valentía: es sumisión disfrazada de civismo. Y Venezuela ya ha sufrido bastante como para seguir cayendo en esa trampa.
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