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Más allá de sanciones o aranceles, la perpetuación de la miseria ha sido parte esencial del plan de poder del chavismo. Desde Giordani hasta Héctor Rodríguez, la pobreza no ha sido un error… ha sido estrategia.

Redacción política – RadioAmericaVe.com
Hay frases que marcan una era, y otras que delatan un sistema. Una de ellas fue pronunciada sin rodeos por Jorge Giordani, el tristemente célebre “zar económico” de Hugo Chávez, cuando reconoció que la revolución necesitaba de los pobres para sostenerse en el poder. No fue una confesión. Fue una declaración de principios. Una radiografía ideológica.
Con esa frase, se entendió todo. El modelo chavista no aspira a superar la pobreza. La necesita. La cultiva. La administra. Y la usa.
Y si a alguien le quedaban dudas, el exgobernador Héctor Rodríguez lo dijo aún más claro años después: “No vamos a sacar a los pobres de su situación para que se vuelvan escuálidos.” Una confesión de cinismo político que hoy, en la tragedia nacional, resuena como un grito de crueldad sistematizada.
Lo que muchos quieren seguir llamando “crisis” no es un accidente. No es un efecto colateral de sanciones, ni un producto de errores técnicos. Es un proyecto de poder basado en la dependencia, la humillación y el control social. Y en ese esquema, la pobreza no es un problema a resolver. Es un recurso a explotar.
Desde los CLAP hasta los bonos digitales, desde las misiones populistas hasta los sistemas de racionamiento, todo ha sido diseñado para mantener a millones de venezolanos al borde de la sobrevivencia. Porque alguien que tiene hambre no protesta. Alguien que depende del gobierno para comer no vota en contra. Y alguien que vive en la miseria, pero con miedo, es más útil que alguien libre y empoderado.
El chavismo convirtió la política en un sistema de administración del sufrimiento.
Hoy, en pleno 2025, con un país devastado, sin moneda, sin sistema de salud, sin educación real y con más de 7 millones de venezolanos fuera de sus fronteras, todavía hay quienes insisten en culpar a las sanciones o al “bloqueo”. Pero la historia es clara: la destrucción comenzó mucho antes. Y fue meticulosa.
No fueron los aranceles los que acabaron con PDVSA, sino el saqueo.
No fueron las sanciones las que quebraron el sistema hospitalario, sino la corrupción.
No fue el “imperio” el que empujó al éxodo, sino la represión, el hambre y el colapso planificado.
Este modelo político ha fracasado para el país, pero ha sido exitoso para sus ejecutores. Porque mientras los pobres son usados como masa de control, los jerarcas del poder viven en opulencia, hacen negocios con oro, crudo, criptomonedas, y compran mansiones en el extranjero.
Y así se ha mantenido el sistema: destruyendo para dominar, empobreciendo para eternizarse, y reprimiendo para evitar la rebelión.
Por eso, cuando se habla de “reconstrucción nacional”, el primer paso no es económico, sino moral. Hay que desmontar la mentira que presentó la pobreza como consecuencia de luchas sociales, cuando ha sido su herramienta más perversa.
Desde RadioAmericaVe.com lo decimos con firmeza: la pobreza en Venezuela no es una estadística, es una estrategia. Y mientras no se entienda eso, el régimen seguirá ganando con cada plato vacío.
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