La superviviente del Holocausto nazi, Margot Friedländer, fue enterrada este jueves en un cementerio judío de Berlín, en un funeral al que acudieron mandatarios pasados y actuales de diversos países del mundo, quienes compartieron con sus familiares.
Todos ellos quisieron despedir a esta mujer, que dedicó su vida a luchar contra el olvido, por la democracia y el entendimiento.
Friedländer, que fue
deportada cuando era joven por los nazis al gueto de Theresienstadt, se mudó
tras su liberación en 1945 del campo de concentración nazi a Nueva York con su
esposo. Volvió a Berlín para instalarse ya con 88 años. Allí continuó luchando
por el recuerdo de la Shoá y por la reconciliación, hasta el final de su vida,
este 9 de mayo de 2025.
Friedländer destacó en
los últimos años por su labor y compromiso con la memoria histórica en la
sociedad alemana, a la que ayudó como testigo de los crímenes nazis a recordar
la siniestra realidad de la Shoa. Sus padres y su hermano menor fueron asesinados
en el campo de exterminio de Auschwitz.
Este jueves 15 de mayo
fue enterrada en una tumba de honor en su ciudad natal junto a la tumba de sus
abuelos. Un rabino liberal y otro ortodoxo oficiaron el funeral, en el que
estaban familiares y amigos de la fallecida, pero también numerosos políticos y
rostros conocidos del cine y de los medios de comunicación de Alemania.
Entre los invitados
figuraban el presidente de Alemania, Frank-Walter Steinmeier, el expresidente
Joachim Gauck, el canciller, Friedrich Merz, y sus antecesores en el cargo,
Olaf Scholz y Angela Merkel, la presidenta de la Cámara Baja, Julia Klöckner,
el alcalde de Berlín, Kai Wegner, así como el presidente del Consejo Central de
los Judíos de Alemania, Josef Schuster, y el embajador israelí, Ron Prosor,
entre otros.
Según la radiotelevisión
pública 'RBB', unos 430 policías velaban por la seguridad del funeral, que tuvo
lugar mientras que en edificios públicos de la capital alemana ondeaban
banderas de luto, pues Friedländer era ciudadana de honor de Berlín.
Gideon Joffe, presidente
de la Comunidad Judía de Berlín, rindió homenaje a la vida y obra de
Friedländer en un panegírico, al afirmar que pese a haber vivido los horrores
del nazismo, la superviviente del Holocausto se convirtió "en alguien que
no quería odiar, sino recordar".
Friedländer simbolizó,
añadió, "lo que uno imagina que debe ser un ser humano: calidez, cercanía,
compasión". El rabino Jonah Sievers, de la congregación de la sinagoga de
Friedländer, calificó a la fallecida de "brújula moral".
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