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El campeón sudamericano vence al PSG por 1-0 en Pasadena y obliga al Atlético a ganar por tres goles para clasificar. Botafogo lidera el grupo B.

Por la Redacción de Deportes | Vierne5.com
Pasadena (EE.UU.) – El Mundial de Clubes ha estallado en emoción e incertidumbre. Contra todo pronóstico, el Botafogo brasileño venció 1-0 al Paris Saint-Germain en un duelo cargado de historia, táctica y drama. Esta victoria no solo rompe una sequía de 14 años para el campeón sudamericano frente al campeón europeo, sino que altera completamente el destino del grupo B, dejando al Atlético de Madrid al borde del abismo.
Una victoria con sabor a revolución
El único gol del partido fue obra de Igor Jesús, a la media hora del primer tiempo, tras una jugada construida con paciencia y precisión entre Gregore, Allan y Savarino. El tanto no solo derribó al PSG en el marcador, sino que sembró el caos en su estructura táctica. Desde entonces, el equipo de Luis Enrique no logró volver a levantarse.
“Hemos matado al PSG con su propio veneno: todos defendimos y todos atacamos”, declaró un eufórico Renato Paiva, técnico de Botafogo, tras el pitazo final.
Y no le faltaba razón. Su equipo neutralizó al PSG con una defensa férrea, mediocampistas intensos y extremos que no cesaron de moverse en ataque.
El efecto dominó: Atlético al límite
Con esta victoria, Botafogo lidera el grupo B con seis puntos. PSG y Atlético, empatados a tres, dependerán del último partido. El PSG tiene una diferencia de gol de +3 y enfrentará al Seattle Sounders. En cambio, el Atlético deberá vencer al propio Botafogo por al menos tres goles para avanzar. Un reto titánico.
El técnico español decidió rotar a piezas clave como Fabián, Neves, Marquinhos y Mendes, en un intento de dosificar esfuerzos. Pero su apuesta le salió cara. Ninguna rotación fue más perjudicial que la de Beraldo, un central más habilidoso con los pies que con el marcaje. El error que propició el gol rival dejó en evidencia que los equipos grandes también sangran.
Un PSG irreconocible
El campeón de Europa apenas generó dos tiros al arco. El medio campo fue una zona prohibida gracias a la brillante actuación del tridente Allan–Gregore–Freitas. Los carriles centrales, una autopista habitual para el PSG, fueron una muralla brasileña.
Las estadísticas confirman lo que vimos en la cancha: 48% de posesión, cero efectividad en transiciones ofensivas y un desorden táctico que creció con cada minuto. Las entradas de Vitinha y Barcola en el segundo tiempo no revirtieron el daño. Botafogo nunca se descompuso.
El sur desafía al norte
La escena final del partido mostró más que una victoria: fue una declaración geopolítica deportiva. El sur, tradicionalmente subestimado, impuso sus reglas al norte poderoso. Una lección que ningún gigante debería ignorar.
¿Y ahora qué?
El PSG tiene una vida más, pero sabe que el Mundial de Clubes ya no es terreno exclusivo europeo. Y el Atlético… necesita una epopeya. El lunes, el grupo B definirá su drama. Pero Botafogo ya escribió su capítulo: histórico, rebelde, glorioso.
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