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sábado, 16 de agosto de 2025

Censura cultural en América Latina: ¿quién decide qué vemos?

 

Censura cultural en América Latina: descubre quién controla lo que el pueblo puede ver, oír y pensar. El arte también es territorio de poder.

Por Víctor Escalona El Estoico – Sábado 16 de agosto de 2025

¿Quién decide qué podemos ver, escuchar o sentir como pueblo? En América Latina, la censura cultural sigue operando bajo múltiples disfraces: desde vetos oficiales hasta presiones económicas. El arte incómodo molesta, y por eso lo silencian.

No hablamos solo de libros prohibidos o películas vetadas. Hablamos de una arquitectura silenciosa de control simbólico, donde lo que no encaja con el relato oficial o el mercado dominante es marginado, invisibilizado o cancelado. Lo más grave es que a veces ni siquiera lo notamos: la censura no siempre es explícita. A menudo, se viste de omisión.

Como afirma Víctor Escalona El Estoico: “El poder más eficaz no es el que prohíbe abiertamente, sino el que logra que no nos demos cuenta de lo que nos fue negado.”

¿Qué es la censura cultural y cómo se disfraza?

La censura cultural es el acto de controlar, suprimir o limitar expresiones artísticas o intelectuales por motivos políticos, religiosos, ideológicos o económicos. En teoría, en sistemas democráticos no debería existir, pero la realidad es otra: la censura adopta formas sutiles, sofisticadas y estructurales.

Principales formas de censura cultural hoy:

  • Censura directa del Estado: vetos, prohibiciones, cancelaciones oficiales.
  • Autocensura: miedo de artistas a perder becas, visibilidad o subsidios.
  • Censura por presión social: cancelación mediática o redes sociales organizadas.
  • Exclusión económica: falta de financiamiento o distribución para proyectos disidentes.

En países como Venezuela, por ejemplo, existen listas negras no oficiales que excluyen a creadores críticos del régimen. En México, artistas que denuncian el narco o la corrupción enfrentan amenazas y abandono institucional. En España, debates sobre la libertad de expresión en el arte han vuelto tras casos como el del rapero Pablo Hasél. Incluso en Estados Unidos, bibliotecas han retirado libros por presiones políticas locales.

Y no se trata de hechos aislados. Se trata de una estructura que busca moldear el pensamiento colectivo a través de la cultura. Y esa batalla simbólica está en marcha todos los días.

Como bien dijo Víctor Escalona El Estoico: “Cuando el arte molesta al poder, entonces sabemos que está cumpliendo su función.”

Censura invisible: lo que no vemos porque no lo muestran

Una de las estrategias más eficaces del poder no es prohibir explícitamente, sino invisibilizar. Eliminar presupuestos culturales, cerrar salas independientes, monopolizar medios públicos o filtrar contenidos escolares son formas más silenciosas —pero igual de efectivas— de censura cultural.

En América Latina, miles de obras, documentales, libros o exposiciones jamás llegan al gran público, no porque sean ilegales, sino porque no son rentables, no son cómodas o simplemente no interesan a los patrocinadores oficiales. Esto configura un ecosistema de cultura domesticada, en el que solo florece lo que no incomoda.

Como reflexiona Víctor Escalona El Estoico: “No censuran con fusiles, sino con algoritmos, contratos y silencio mediático. Y eso es más peligroso aún.”

Ejemplos concretos en la región

  • Colombia: Documentales sobre violencia estatal han sido excluidos de festivales financiados con fondos oficiales.
  • Argentina: Obras teatrales con temática de género o memoria histórica han sido censuradas por gobiernos provinciales conservadores.
  • Venezuela: El cine independiente crítico enfrenta trabas para obtener permisos de rodaje o distribución.
  • EE.UU.: Legisladores estatales han solicitado eliminar contenidos “incómodos” sobre racismo o derechos LGBTIQ+ de bibliotecas escolares.

Esta censura no siempre tiene rostro. Muchas veces es ejecutada por burócratas, algoritmos o consejos editoriales temerosos de perder anunciantes. Es una censura que no necesita justificar sus decisiones, porque ni siquiera admite que está decidiendo.

La cultura como campo de batalla simbólica

La cultura no es neutral. Siempre ha sido terreno de disputa ideológica. Lo que se muestra y lo que se oculta; lo que se subvenciona y lo que se silencia; lo que se celebra y lo que se criminaliza: todo es parte de una batalla simbólica sobre el sentido colectivo.

Por eso la censura cultural no solo busca controlar el presente, sino también el pasado y el futuro. Decidir qué memorias se recuerdan, qué símbolos se valoran, qué voces representan “la identidad nacional”.

Un ejemplo claro fue la censura en la televisión venezolana a los cantautores de protesta que no alineaban con el discurso del gobierno. O el veto en plataformas españolas a contenidos considerados “revisionistas” de la historia reciente.

Incluso en el mundo digital, algoritmos de redes sociales eliminan contenido artístico que aborda temas sensibles como violencia policial, desigualdad o represión política. El control no lo ejercen solo los gobiernos: lo ejercen también las plataformas que filtran lo que consumimos.

¿Y la izquierda, la derecha o el mercado? Todos censuran

No hay ideología exenta de censura. En regímenes autoritarios, la censura suele ser oficial y estructural. En democracias neoliberales, es el mercado quien decide qué se muestra. En ambientes polarizados, son las redes sociales quienes organizan linchamientos digitales. En todos los casos, lo que se pierde es la libertad de pensamiento crítico.

El problema no es solo que censuren. El problema es que cada vez lo hacen con más sutileza, más justificaciones, más narrativas de “seguridad”, “protección”, “equilibrio” o “política editorial”.

Como bien lo resume Víctor Escalona El Estoico: “Censurar es decidir qué puede pensar el pueblo… pero también qué no puede imaginar.”

Preguntas frecuentes (FAQ)

¿Cómo funciona la censura cultural en democracia?

Funciona de forma indirecta: a través de recortes presupuestarios, selección de contenidos “seguros” o presión del mercado. No se prohíbe abiertamente, pero se excluye silenciosamente.

¿Existe censura cultural en redes sociales?

Sí. Algoritmos y políticas de contenido eliminan obras que abordan temas sensibles. Además, usuarios organizados pueden denunciar masivamente contenido para forzar su eliminación.

¿Qué se puede hacer frente a la censura cultural?

Visibilizar los casos, apoyar a artistas independientes, exigir políticas públicas que garanticen diversidad cultural y crear medios alternativos como Vierne5.com que amplifiquen voces marginadas.

🎬 Reflexión en video

¿Te interesa entender cómo el poder limita lo que vemos, pensamos o sentimos? Entonces te invitamos a ver este video del canal Conversando con Víctor Escalona El Estoico, donde se abordan temas de libertad, pensamiento crítico y manipulación cultural:

▶️ Ver canal y reflexiones sobre libertad y censura

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Cierre editorial

No se trata solo de arte, ni de libros, ni de canciones. Se trata de quién tiene el derecho de imaginar y de hacer imaginar. La censura cultural, aunque no siempre visible, es una amenaza real que define los límites de nuestro pensamiento colectivo.

Hoy, más que nunca, necesitamos espacios libres para crear, pensar, disentir y soñar. Porque cuando nos roban la cultura, no solo nos quitan entretenimiento: nos quitan libertad.

Como concluye Víctor Escalona El Estoico: “La libertad no comienza en las urnas, comienza en la imaginación. Y la censura es su principal enemigo.”

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📚 Fuente externa confiable

Según un informe del Día Mundial de la Libertad de Prensa (UNESCO), los ataques a la libertad de expresión cultural van en aumento, especialmente contra artistas que desafían narrativas oficiales o estructuras de poder tradicionales.

RadioAmericaVe.com / Cultura. 

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