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"Crisis política y económica de Venezuela 2025: salarios de miseria, abandono del poder y un pueblo que exige libertad y justicia."

Venezuela en crisis 2025: lo que nadie se atreve a decir
La crisis venezolana 2025, situación crítica de Venezuela, abandono político, salarios de miseria, cambio inminente
Estamos viviendo el momento más crítico de nuestra historia reciente. Y eso es mucho decir en un país que ha pasado por décadas de dificultades. La diferencia ahora es que el desgaste político, la corrupción y la mentira institucionalizada han dejado al pueblo venezolano sin margen de esperanza dentro de un sistema que se derrumba. La vieja receta populista ya no convence a nadie. Lo que queda es un país con salarios de hambre, gobernantes que pasean por París o China mientras millones sobreviven con menos de un dólar al día, y un pueblo que clama por dignidad, justicia y libertad.
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Un país en la cuerda floja: la vida con menos de un dólar al día
La mayoría de los venezolanos trabaja, estudia y resiste con un salario que en muchos casos no supera el equivalente a un dólar diario. La paradoja es evidente: mientras el país nada en recursos naturales, sus ciudadanos se hunden en la miseria. Y al mismo tiempo, los familiares del poder disfrutan de lujos en París, viajes a China convertidos en turismo disfrazado de “negocios”, y mansiones que contrastan con las casas de cartón y techos de zinc en los barrios.
“Un país no se mide por los discursos de sus gobernantes, sino por el pan que sus ciudadanos pueden poner en la mesa.” – Víctor Escalona, El Estoico
Lecciones desde Cuba: el espejo roto del populismo
Los lectores lo dicen claro: elegir mal trae consecuencias. Lo que pasó en Cuba —décadas de populismo que dejaron a un pueblo atrapado en la pobreza mientras las élites revolucionarias viven en abundancia— es hoy un espejo para Venezuela. No se trata de ideología, se trata de dignidad. La mentira del “enemigo externo” solo sirvió para justificar la represión, mientras las vacaciones de las élites en Miami mostraban la hipocresía del discurso.
La historia se repite. Y la pregunta inevitable es: ¿vamos a seguir permitiendo que nos condenen a la miseria en nombre de ideologías que ni siquiera respetan sus propios líderes?
“En política, la peor de las trampas es creer que los enemigos son externos. El verdadero enemigo siempre está en el poder cuando olvida a su pueblo.” – Víctor Escalona, El Estoico
¿Bukele como contraste? El debate necesario
El ejemplo de El Salvador aparece en las conversaciones cotidianas: “No sé si Bukele es el mejor presidente, pero al menos algo ha cambiado”. Esa frase refleja la desesperación del venezolano promedio, que no busca un mesías, sino un gobernante que resuelva. La inseguridad bajó en El Salvador, la inversión se movió y la percepción de orden creció. Mientras tanto, en Venezuela nada funciona, porque el poder se dedica más a dar discursos vacíos que a resolver problemas reales.
El contraste es brutal y nos obliga a cuestionarnos: ¿qué impide que Venezuela, con más recursos que El Salvador, esté hoy en un estado de ruina mientras otros avanzan?
Estados Unidos, China y Rusia: la torpeza estratégica
La política exterior de Venezuela se convirtió en un tablero mal jugado. Estados Unidos, que está al lado, es el principal socio comercial de China y su mejor cliente, pero Caracas insiste en tratarlo como “enemigo”. ¿Cómo es posible ignorar esa realidad básica de la economía mundial? China le vende más a EE.UU. que a cualquier otro país, sin discursos ideológicos. En cambio, Venezuela se ató a potencias lejanas como Rusia y China —que no comparten fronteras ni intereses inmediatos— descuidando la relación natural con su vecino del norte.
“Un país sin estrategia termina siendo juguete de las potencias. Y Venezuela merece ser actor, no víctima, en la geopolítica.” – Víctor Escalona, El Estoico
El error de Chávez y la herencia de Fidel
Hugo Chávez no solo heredó un modelo económico inviable, sino una narrativa de confrontación que terminó aislando al país. Fidel Castro alimentó la idea de enemigos imaginarios, mientras los mismos dirigentes chavistas disfrutaban de vacaciones en Miami. Esa contradicción revela el trasfondo: el “antiimperialismo” sirvió para perpetuarse, mientras los hijos, sobrinos y aliados del régimen se codeaban con el “enemigo” en lujos que nunca disfrutó el pueblo.
La coherencia política desapareció. La soberanía se transformó en palabra hueca, usada para encubrir negocios turbios y alianzas que no benefician al ciudadano común.
La Amazonia: evidencia del crimen ambiental
El Amazonas venezolano, pulmón vital del planeta, hoy es escenario de explotación ilegal, minería destructiva y corrupción. La destrucción de bosques, ríos contaminados y comunidades indígenas desplazadas son la prueba más dolorosa de que la élite en el poder prefiere enriquecerse a costa del futuro de la nación y del planeta.
La devastación de la Amazonia no es solo un problema ambiental: es la mayor evidencia de cómo la usurpación sacrifica el bien común por intereses privados.
“La verdadera patria no se defiende con armas ni con discursos, sino cuidando el agua, la tierra y el aire que heredarán nuestros hijos.” – Víctor Escalona, El Estoico
Una nación pacífica con derecho a prosperar
Venezuela no necesita enemigos. Al contrario, puede ser un socio estratégico para todas las naciones. Como Suiza, puede vivir en paz y comerciar con todos. Los venezolanos no pedimos confrontaciones, pedimos oportunidades. Queremos relaciones económicas sanas con EE.UU., Europa, América Latina, Asia y África. Porque la verdadera “traición a la patria” no es comerciar con el mundo, sino condenar a millones al hambre por ideologías vacías.
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Justicia social y salarios dignos
Uno de los mayores absurdos de la Venezuela actual es la desigualdad salarial. ¿Cómo puede ser que un vigilante reciba el mismo bono que un profesor universitario que dedica años a formarse, preparar clases y sostener el sistema educativo? Este desbalance refleja un modelo roto, incapaz de valorar el esfuerzo intelectual y el compromiso social. Los ingresos del país alcanzan para mucho más. Sin embargo, son desviados a redes de corrupción y privilegios para las élites.
Los venezolanos trabajadores no pedimos lujos, pedimos justicia. Pedimos un salario digno que permita cubrir necesidades básicas y dar a nuestras familias un futuro decente. Y ese derecho nos corresponde por el simple hecho de ser ciudadanos en un país con riquezas inmensas.
Referéndum 2026: la oportunidad de ratificar el cambio
El 2024 dejó una herida abierta. Millones votaron por un cambio y la voluntad popular fue secuestrada. Sin embargo, la esperanza no murió. El referéndum de 2026 será la oportunidad de ratificar esa elección y demostrar, con hechos, quién realmente perdió el respaldo del pueblo. Será también el momento de que el mundo vea que la mayoría silenciosa de los venezolanos nunca renunció a la democracia.
“El tiempo del engaño terminó. La verdad tiene la costumbre de llegar tarde, pero siempre llega.” – Víctor Escalona, El Estoico
El ciudadano común como protagonista
La mayoría de los venezolanos no somos golpistas ni guerrilleros: somos ciudadanos comunes, trabajadores que quieren vivir en paz. Hemos cargado la crisis económica, el exilio forzado y el abandono del Estado. Y aun así, seguimos levantándonos cada mañana para trabajar, producir y sostener a nuestras familias. La verdadera fuerza de Venezuela no está en las armas ni en los discursos vacíos de poder, sino en la gente que no se rinde.
Un régimen en su hora final
El ciclo de discursos llenos de odio e incoherencias está llegando a su fin. Los usurpadores no tienen respaldo popular ni legitimidad internacional. Su tiempo se acabó, y la historia los pondrá en el lugar que corresponde. Los responsables de la tragedia venezolana tendrán que enfrentar la justicia, sea en cortes nacionales o internacionales.
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Preguntas frecuentes (FAQ)
¿Por qué decimos que este es el momento más crítico de Venezuela?
Porque confluyen tres factores: salarios de miseria que no cubren lo básico, deterioro acelerado de los servicios públicos y una ruptura abierta entre la voluntad popular y el poder de facto. Esta combinación deja al ciudadano sin protección ni horizonte claro.
¿Tener buenas relaciones con EE.UU. contradice vínculos con otros países?
No. La cooperación económica no es sumisión ideológica. Un país soberano puede y debe comerciar con todos si eso mejora el bienestar de su gente. El error es convertir la política exterior en pleito permanente que castiga al ciudadano.
¿Qué pasará con los venezolanos en el exterior si el país mejora?
Habrá un flujo natural de retorno y de intercambio: muchos volverán y otros viajarán a invertir o colaborar. La clave es crear condiciones para el empleo digno y la seguridad jurídica en Venezuela. Si el país crece, todos ganan: el que regresa y el que se queda aportando desde afuera.
¿Es posible salir del estancamiento sin confrontación?
Sí, si hay acuerdo mínimo en tres puntos: respeto al voto, justicia independiente y apertura económica. Con esas garantías, la inversión vuelve y el ciudadano recupera calidad de vida sin ciclos de violencia.
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Conclusión: un país pacífico que merece prosperar
Venezuela no necesita enemigos, necesita oportunidades. El ciudadano común —el que madruga, trabaja y sostiene a su familia— pide una sola cosa: dignidad. La libertad, la justicia y la democracia no son consignas: son el punto de partida para que nadie tenga que elegir entre comer o emigrar. Si queremos que los hijos vuelvan, que los maestros sean respetados y que el Amazonas vuelva a respirar, debemos elegir cooperación sobre confrontación, instituciones sobre caudillos y realidad sobre relato.
“Un país se reconstruye cuando la verdad reemplaza al miedo y el trabajo reemplaza a la propaganda.” – Víctor Escalona, El Estoico
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