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domingo, 7 de septiembre de 2025

Desaparición forzada en Venezuela: la familia Guillén en la mira del régimen

RadioAmericaVe.com / La Voz Del Lector.

 

Desaparición forzada en Venezuela: el secuestro de la familia Guillén expone la crueldad de la dictadura.

Fecha: Domingo 7 de septiembre de 2025 | Sección: La Voz del Lector

La desaparición forzada en Venezuela dejó otro capítulo atroz: el secuestro de cuatro miembros de la familia Guillén en Carabobo. Entre ellos, una niña de dos años y una abuela de 72. La dictadura los arrancó de su hogar para usarlos como piezas de canje en un tablero de poder marcado por la represión y la impunidad.


El que a hierro mata…

La sentencia bíblica resuena con fuerza en este nuevo crimen del régimen. “El que a hierro mata, a hierro muere”, escriben nuestros lectores, al comentar la tragedia que hoy enluta a la familia Guillén. El secuestro de cuatro de sus integrantes, incluyendo una niña pequeña y una anciana, muestra el grado de deshumanización al que ha llegado el aparato represivo del madurismo.

La desaparición no tiene justificación legal ni moral. Sin orden judicial, sin paradero conocido y sin contacto con abogados o familiares, los Guillén se suman a la larga lista de víctimas de desaparición forzada en Venezuela. Como nos recuerda un lector: “No hay crimen más cruel que arrancarle al pueblo sus hijos para usarlos como rehenes”.

La indignación se multiplica en redes sociales y en las calles, mientras la comunidad internacional observa con alarma la confirmación de un patrón represivo. Tal como señala Víctor Escalona, “A veces, el verdadero cambio no empieza en la calle, sino en lo que decides pensar cada mañana”. Y hoy, ese cambio comienza por reconocer que estamos ante un crimen de lesa humanidad.

La familia Guillén: víctimas inocentes en Carabobo

El caso estremeció a Venezuela entera: una niña de apenas dos años, su abuela de 72 y otros dos integrantes de la familia Guillén fueron secuestrados en Carabobo por órdenes del aparato represivo. Sus nombres no aparecieron en gacetas, ni sus paraderos en reportes oficiales. Simplemente, desaparecieron. La incertidumbre que viven sus allegados refleja el drama de miles de familias que hoy sufren la arbitrariedad de un régimen que usa el miedo como arma.

Un país donde una niña de dos años puede ser secuestrada por el Estado ya ha perdido toda noción de humanidad”, escribió un lector desde Valencia. Ese testimonio resume la indignación: no se trata de opositores visibles ni de líderes políticos de alto perfil, sino de civiles inocentes cuya única desgracia fue compartir apellido con quienes el régimen quiere castigar.

El caso Velasco: represión contra Vente Venezuela

La desaparición de los Guillén se suma a la denuncia reciente de Marco Velasco, dirigente del partido Vente Venezuela, quien reveló la detención arbitraria de su padre, Julio Velasco. “Sin orden judicial, sin información, sin paradero”, relató. La situación es calcada: aislamiento, silencio y el uso del secuestro como mensaje de terror colectivo.

En palabras de otro lector: “Esto no es solo persecución política, es terrorismo de Estado”. Y es que al igual que en los tiempos más oscuros de las dictaduras del Cono Sur, la desaparición forzada se convierte en herramienta de control social. No basta con apresar a dirigentes; ahora también se lleva por delante a familias enteras.

El patrón de represión: secuestro como táctica de canje

Los lectores no solo denuncian, también interpretan. “Como ya saben que los EEUU van por ellos, están aplicando su fórmula de secuestrar y meter presos a personas para usarlas como canje”, escriben. La tesis es clara: el régimen convierte a ciudadanos inocentes en fichas de negociación para liberarse de cargos internacionales o suavizar sanciones.

Esta táctica, además de cruel, muestra desesperación. Un gobierno seguro de su permanencia no necesita secuestrar niños ni ancianos. Solo un poder debilitado recurre a la barbarie como recurso de supervivencia.

El eco en la comunidad internacional

Organismos de derechos humanos han alertado por años sobre el uso de la desaparición forzada en Venezuela. Casos como los Guillén y los Velasco actualizan esas denuncias con rostros concretos. Para la diáspora venezolana en Estados Unidos, España y América Latina, la noticia fue un recordatorio brutal de por qué debieron huir. “Lo que hoy le pasa a la familia Guillén, mañana puede pasarle a cualquiera”, expresó un lector desde Madrid.

La presión internacional crece. Pero la dictadura sigue mostrando su rostro más despótico. La violencia y el sufrimiento que siembra hoy serán la cosecha amarga que tarde o temprano recogerán quienes detentan el poder.

La voz del lector: entre la rabia y la esperanza

Los mensajes que recibimos reflejan dolor, pero también convicción de futuro. “De que se van, se van”, repiten una y otra vez. No es un simple deseo, sino una certeza construida en la resistencia diaria. Los lectores nos piden que sus voces no se silencien, que su indignación sea eco y que la historia recuerde con nombre y apellido a cada víctima de la represión.

El régimen puede secuestrar cuerpos, pero no logra secuestrar la esperanza. El pueblo sabe que nada es para siempre, y que la justicia, aunque tarde, llegará.

Preguntas frecuentes (FAQ)

¿Qué es la desaparición forzada en Venezuela?

Es una práctica sistemática del régimen en la que ciudadanos son privados de libertad sin orden judicial ni información sobre su paradero. Se utiliza como método de represión política y social.

¿Quiénes son las víctimas más recientes?

La familia Guillén en Carabobo, incluyendo una niña de dos años y una abuela de 72, y Julio Velasco, padre del dirigente opositor Marco Velasco. Todos permanecen en desaparición forzada.

¿Por qué el régimen recurre a esta táctica?

Según denuncias de lectores y analistas, busca generar miedo, desmovilizar a la oposición y utilizar a los secuestrados como piezas de negociación ante la presión internacional.

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El caso de la familia Guillén y de los Velasco muestra sin filtros la cara más ruin del régimen venezolano. La desaparición forzada en Venezuela no es un hecho aislado: es un patrón de terror que busca sostener un poder ilegítimo. Pero también revela la fragilidad de quienes recurren a la barbarie para sobrevivir.

La justicia puede tardar, pero llegará. Los lectores lo saben, lo gritan y lo escriben: “Pa’fuera es que van”. Y cuando ese día llegue, cada crimen quedará registrado, cada víctima será nombrada y cada verdugo enfrentará las consecuencias de sus actos.

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