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Purga militar de Maduro 2025: represión y abuso de poder
Purga militar de Maduro 2025: más de 170 oficiales encarcelados en una estrategia de abuso y represión que busca blindar al régimen.

Represión militar en Venezuela
Oficiales encarcelados por Maduro
Purga chavista en la FANB
Abuso de poder en Venezuela
Crisis interna del régimen chavista
La purga militar de Maduro en 2025 no es un acto de defensa nacional, sino un nuevo episodio del abuso sistemático de poder que asfixia a Venezuela. Mientras el régimen habla de amenazas externas, más de 170 oficiales han sido encarcelados según organizaciones de derechos humanos, en una ofensiva que busca sofocar cualquier fractura interna. Al mismo tiempo, se envían cartas diplomáticas a Washington, se declara un “estado de conmoción exterior” y se movilizan civiles armados. Todo ello responde a un guion previsible: simular fortaleza para ocultar fragilidad.
En este editorial, abrimos las páginas de La Voz del Lector para escuchar las denuncias, las preocupaciones y las reflexiones de quienes viven la represión en carne propia. Porque lo que ocurre hoy en Venezuela no es gobernabilidad: es una maquinaria de persecución que ha decidido sacrificar al pueblo para sostener a un grupo en el poder.
La purga militar como estrategia de supervivencia
En regímenes autoritarios, las purgas militares son una táctica recurrente para eliminar riesgos internos. Nicolás Maduro lo entiende muy bien. Más de 170 oficiales de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) han sido encarcelados en los últimos meses, acusados de supuestas conspiraciones y traiciones. Sin juicio justo ni garantías procesales, los soldados son apartados, sus familias silenciadas y su lealtad cuestionada.
La represión dentro de los cuarteles no es un acto de justicia, sino de paranoia. El régimen se sabe débil y responde con miedo. Cada oficial detenido es un mensaje a los demás: “la obediencia no es opcional”. En el fondo, esta purga revela que la cohesión interna de las fuerzas militares está en riesgo, y que la cúpula teme una fractura que podría acelerar su caída.
Simular diplomacia para ocultar represión
Mientras encierra a oficiales y sofoca voces críticas, el régimen se esfuerza en proyectar una imagen de apertura diplomática hacia Estados Unidos. Cartas enviadas, conversaciones filtradas y gestos calculados buscan aparentar una voluntad de normalización. Pero la realidad es otra: no hay diálogo sincero cuando se reprime y se encarcela a inocentes.
La estrategia es clara: ganar tiempo. Maduro pretende que Washington lo vea como un interlocutor posible, mientras en paralelo fortalece el aparato represivo. Sin embargo, este doble discurso ya no convence. El guion del “víctima de amenazas externas” ha perdido credibilidad frente a la evidencia de un Estado convertido en máquina de represión y narcotráfico.
Estado de conmoción exterior: un pretexto para el abuso
El decreto de “estado de conmoción exterior” es otro capítulo de la farsa. No se trata de una medida de protección nacional, sino de una excusa para militarizar la vida cotidiana, otorgar poderes extraordinarios y legalizar el abuso. Con esta figura, el régimen justifica la movilización de civiles armados, la censura de medios y la represión de manifestaciones.
En lugar de defender al país de amenazas reales, el gobierno utiliza el estado de excepción como un escudo legal para blindarse de críticas internas y acallar la disidencia. Es una táctica de manual para perpetuar el control y criminalizar cualquier forma de resistencia ciudadana.
El “hamponato revolucionario” bajo presión
La lucha antinarcóticos de Estados Unidos dejó de ser retórica. Hoy, las sanciones y operaciones judiciales avanzan contra figuras claves del chavismo y sus socios internacionales. Este es uno de los factores que explica la purga interna: los líderes chavistas saben que el cerco internacional se estrecha, y temen que sus propios aliados los traicionen para salvarse.
El llamado “hamponato revolucionario” creyó que robar elecciones, traficar drogas y controlar el país sería suficiente para garantizar impunidad. Pero el escenario cambió. Tras destruir instituciones, perseguir opositores y manipular elecciones, ahora se enfrentan a un enemigo mayor: la justicia internacional. El tiempo de la impunidad se acaba.
Víctimas que no pueden ser olvidadas
Cada oficial encarcelado, cada activista desaparecido, cada ciudadano torturado forma parte de una larga lista de víctimas que el régimen intenta borrar de la memoria nacional. Pero el pueblo no olvida. La represión no solo afecta a quienes caen presos: genera un clima de miedo que penetra en todas las familias, en todos los hogares.
Las organizaciones de derechos humanos han documentado cómo la tortura se usa como herramienta sistemática, cómo las detenciones arbitrarias se convierten en moneda corriente y cómo los juicios militares se utilizan contra civiles. Se trata de una guerra silenciosa contra la población, disfrazada de defensa nacional.
Un Estado bajo sospecha permanente
El régimen chavista vive bajo un estado general de sospecha. Ya no confía en sus propios cuadros, ni en sus aliados internacionales, ni en la lealtad de los mandos militares. Cada discurso de Maduro, Padrino o Cabello refleja nerviosismo y paranoia. Cada arresto es una confesión implícita de debilidad.
Lejos de consolidarse, el Estado criminal se tambalea. La represión lo mantiene en pie, pero la fractura interna es inevitable. En este contexto, la presión internacional y el rechazo interno son los dos pilares que pueden acelerar la transición hacia la libertad.
La respuesta internacional: entre la condena y la inacción
La comunidad internacional ha denunciado las violaciones de derechos humanos en Venezuela, pero las acciones concretas siguen siendo limitadas. Informes de la ONU, resoluciones del Parlamento Europeo y sanciones puntuales han tenido impacto, pero no han logrado detener la represión.
Para muchos venezolanos, la sensación es de abandono. Como escribió un lector: “La ONU y todos los organismos similares han legitimado dictaduras y violencia; han permitido más guerras de las que han detenido, escondiéndose detrás de acuerdos firmados y rotos miles de veces”.
El pueblo venezolano sabe que la solución no vendrá solo de afuera. La resistencia interna es clave, pero el acompañamiento internacional es necesario para legitimar el cambio y proteger a las víctimas.
La hipocresía de los aliados regionales
Las declaraciones de Lula, Petro, Sánchez, Orsi y Boric en defensa de la democracia suenan positivas en el papel, pero su silencio frente al caso venezolano es un acto de complicidad. No basta con hablar de democracia en abstracto mientras se ignora el sufrimiento de un país vecino.
La verdadera defensa de la democracia pasa por condenar con firmeza a las dictaduras, sin dobles discursos ni intereses económicos que justifiquen el silencio. En este punto, la historia será implacable con quienes callaron ante la tragedia de Venezuela.
El pueblo entre la represión y la esperanza
A pesar del miedo, la represión y la persecución, el pueblo venezolano no ha renunciado a la esperanza. Cada protesta, cada denuncia y cada palabra publicada en medios libres como Vierne5 es un acto de resistencia frente al autoritarismo.
Como afirma Víctor Escalona:
“A veces, el verdadero cambio no empieza en la calle, sino en lo que decides pensar cada mañana.”
Esa fuerza interior es la que mantiene viva la lucha por la libertad, incluso en los momentos más oscuros.
Preguntas frecuentes (FAQ)
¿Por qué Maduro encarceló a más de 170 oficiales?
El régimen busca eliminar posibles fracturas internas en la FANB y enviar un mensaje de control absoluto, aunque esto debilita aún más su legitimidad.
¿Qué significa el estado de conmoción exterior?
Es un decreto que otorga poderes extraordinarios al gobierno, usado como pretexto para reprimir, militarizar la sociedad y justificar la movilización de civiles armados.
¿La presión internacional puede frenar estas purgas?
Puede limitarlas parcialmente con sanciones y denuncias, pero la verdadera fuerza para frenar al régimen provendrá de la resistencia interna y del pueblo venezolano.
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Conclusión: el fin del guion
El guion del chavismo se desgasta. La narrativa de amenazas externas, de diálogos eternos y de gestos diplomáticos ya no convence ni a los suyos. La purga militar es la prueba más clara de que el régimen se siente acorralado y necesita blindarse frente a sus propias sombras.
El pueblo, en cambio, sigue firme en la esperanza de libertad. La represión podrá retrasar el cambio, pero no podrá evitarlo. La historia se escribirá con la valentía de los que resistieron y no se rindieron, incluso cuando todo parecía perdido.
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