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La justicia para las víctimas en Venezuela exige verdad, reparación y memoria para sanar décadas de impunidad y dolor.

La justicia para las víctimas en Venezuela no puede esperar más. Miles de familias arrastran el peso del silencio, la pérdida y la impunidad. Son historias borradas de los informes oficiales, rostros sin nombre en expedientes archivados, y lágrimas que nunca fueron escuchadas por un sistema judicial que eligió mirar hacia otro lado. Pero la memoria, cuando se convierte en conciencia, exige reparación.
Hoy, la justicia no es solo una necesidad jurídica, sino una urgencia moral. Las víctimas no piden venganza; piden verdad, dignidad y reconocimiento. El país tiene una deuda histórica con ellas, y saldarla es la única forma de reconciliar la nación consigo misma.
“Un país sin memoria repite su tragedia; uno que recuerda, puede sanar.” — Víctor Escalona
El dolor que no prescribe: la deuda con las víctimas
Desde hace más de dos décadas, Venezuela acumula miles de denuncias por violaciones de derechos humanos, ejecuciones extrajudiciales, desapariciones forzadas y torturas. Según cifras de organismos internacionales como la ONU y la Corte Penal Internacional, estas violaciones no son hechos aislados, sino parte de una política sistemática que ha dejado un rastro de dolor y miedo en el pueblo venezolano.
Sin embargo, detrás de cada cifra hay una historia humana. Madres que aún esperan el regreso de sus hijos desaparecidos; jóvenes encarcelados por pensar distinto; trabajadores despedidos por no seguir una línea política; periodistas exiliados que siguen luchando desde el silencio. Todos ellos son parte de una misma herida nacional.
Impunidad estructural
La impunidad es el peor enemigo de la justicia. En Venezuela, más del 90% de los casos de violaciones de derechos humanos nunca llegan a sentencia. El poder político ha convertido a la justicia en un muro de contención, no en un instrumento de reparación. Cuando la víctima pierde su derecho a la verdad, toda la sociedad pierde su humanidad.
Memoria y reparación: más que palabras, compromisos
La memoria no es una venganza; es una forma de justicia. Recordar a las víctimas es impedir que la historia sea escrita solo por los verdugos. El país necesita construir un proceso nacional de memoria, verdad y reparación que reconozca oficialmente el sufrimiento de las víctimas y garantice que los responsables rindan cuentas.
- Memoria: crear un registro público y documentado de todos los casos de violaciones de derechos humanos.
- Verdad: establecer una comisión nacional independiente que investigue, sin sesgos ni censura, los abusos cometidos por el Estado y por cualquier grupo armado.
- Reparación: compensar moral y económicamente a las víctimas y sus familias, incluyendo rehabilitación, reconocimiento público y garantías de no repetición.
Estas tres palabras —memoria, verdad y reparación— no deben ser consignas de ocasión. Deben convertirse en pilares de un nuevo pacto nacional basado en la dignidad humana.
El papel de la justicia internacional
Ante la falta de independencia judicial interna, muchos casos venezolanos han llegado a instancias internacionales. La Corte Penal Internacional ha abierto una investigación formal por crímenes de lesa humanidad cometidos en el país, y organismos como la ONU y la OEA han documentado patrones de represión sistemática.
Sin embargo, la verdadera justicia no se logra en tribunales lejanos, sino dentro del propio país. La cooperación internacional debe servir como apoyo, no como sustituto, de un sistema nacional que asuma su responsabilidad. La justicia extranjera puede sancionar, pero solo la justicia venezolana puede sanar.
“A veces, el verdadero cambio no empieza en la calle, sino en lo que decides pensar cada mañana.” — Víctor Escalona
El testimonio como arma de verdad
Contar la historia de una víctima es un acto de resistencia. Los testimonios son las huellas vivas de lo que ocurrió, las voces que rompen el silencio impuesto por el miedo. Es fundamental que las organizaciones civiles, los medios y las universidades creen plataformas seguras para registrar y preservar esos relatos.
En este proceso, los periodistas y comunicadores tienen una responsabilidad ética: dar voz a los que no la tienen, sin manipular su dolor ni convertirlo en espectáculo. La memoria no se construye con morbo, sino con respeto.
La voz del pueblo que no se rinde
En cada rincón del país hay colectivos de familiares, abogados y defensores que siguen luchando. Son héroes anónimos que entienden que la justicia no se mendiga, se conquista. Y su perseverancia es la semilla de un futuro más justo.
Lecciones internacionales sobre justicia transicional
Varios países han demostrado que sí es posible sanar heridas profundas a través de mecanismos de justicia transicional:
- Chile: con la Comisión Rettig y la Comisión Valech, logró documentar y reparar miles de casos de violaciones de derechos humanos durante la dictadura.
- Sudáfrica: la Comisión de la Verdad y Reconciliación permitió enfrentar los crímenes del apartheid sin caer en la venganza.
- Colombia: implementó el Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y No Repetición, centrado en las víctimas del conflicto armado.
Estos ejemplos muestran que la justicia no siempre llega rápido, pero llega cuando hay voluntad y conciencia colectiva. Venezuela también puede hacerlo, si decide reconocer su pasado con honestidad.
Preguntas frecuentes sobre justicia y reparación en Venezuela
¿Qué es la justicia para las víctimas?
Es el conjunto de acciones legales, sociales y morales que buscan reconocer el sufrimiento de las víctimas, sancionar a los responsables y garantizar que los hechos no se repitan.
¿Qué papel juega la memoria en este proceso?
La memoria es la base de la reparación. Sin recordar lo ocurrido, no hay posibilidad de sanar ni de construir un futuro distinto. La memoria colectiva es una forma de justicia permanente.
¿Qué puede hacer el ciudadano común?
Informarse, apoyar a las víctimas, promover espacios de verdad y no repetir discursos de odio o negación. La justicia empieza en la conciencia de cada persona.
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Justicia, memoria y futuro
La justicia para las víctimas no es una opción política: es una obligación moral. Sin verdad, no hay democracia; sin reparación, no hay paz. Un país que ignora a sus víctimas se condena a repetir su tragedia.
El Nuevo Ideal Nacional propone un camino distinto: reconocer, reparar y reconciliar. Solo así Venezuela podrá volver a mirarse al espejo sin vergüenza. Porque la justicia no pertenece al pasado, sino al futuro que aún podemos construir.
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