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Mientras los jueces estadounidenses amparan los derechos de los venezolanos, en Venezuela reina la descomposición judicial

La defensa de los derechos humanos sigue marcando un contraste abismal entre dos realidades: la de los migrantes venezolanos en Estados Unidos y la de los presos políticos en su propio país.
En los últimos días, jueces estadounidenses han actuado con firmeza para proteger a miles de venezolanos, otorgándoles amparos y bloqueando deportaciones arbitrarias.
Mientras tanto, en Venezuela, la descomposición institucional y la ausencia de un Estado de derecho condenan a los opositores políticos al silencio, la tortura y la muerte.
Venezuela: tierra sin justicia
En Venezuela, el ciudadano no puede recurrir a instancias independientes para exigir sus derechos.
El Poder Judicial, lejos de ser un baluarte de protección, se ha convertido en un brazo servil de la dictadura.
Las denuncias de tortura, desapariciones forzadas y muertes bajo custodia se acumulan sin que exista un solo juez capaz de actuar con imparcialidad.
Cada preso político representa no solo una víctima de la represión, sino también un testimonio vivo del derrumbe del sistema judicial venezolano.
La crítica, la disidencia y el simple acto de pensar diferente se pagan con cárcel, tortura y, en muchos casos, con la vida.
La fianza de la traición: ¿quiénes sobreviven?
En el mundo sombrío de las cárceles venezolanas, solo los cómplices del régimen sobreviven con cierta garantía.
Aquellos que deciden apoyar las trapacerías de Maduro y validar su usurpación del poder encuentran una especie de "fianza" para su vida.
Sin embargo, quienes defienden la democracia, quienes claman por elecciones libres y respeto a los derechos humanos, caminan al borde de la muerte en condiciones infrahumanas.
Los venezolanos presos por motivos políticos no tienen garantías.
Su única esperanza radica en la presión internacional y en la solidaridad de quienes, desde el exterior, no han olvidado su sacrificio.
La doble tragedia del pueblo venezolano
No es solo la falta de libertades políticas.
Tampoco es solo la represión diaria en las calles.
La tragedia de Venezuela es doble: millones de ciudadanos deben escoger entre la humillación de la miseria bajo un régimen opresor o el exilio forzado, en el que enfrentan nuevos peligros.
Afortunadamente, la reacción de algunos jueces en Estados Unidos ofrece un rayo de esperanza para los migrantes que logran escapar.
Pero para los que quedan atrás, la situación sigue siendo un drama silenciado entre rejas, en tribunales cómplices y en un Estado que castiga la dignidad.
Un llamado urgente
El mundo debe mirar con la misma atención la situación de los migrantes y la de los presos políticos en Venezuela.
Ambos fenómenos son dos caras de la misma tragedia: el colapso de una nación secuestrada por el autoritarismo.

Migrantes protegidos en EE.UU., presos políticos abandonados en Venezuela: dos realidades opuestas
No basta con sanciones.
No basta con comunicados de preocupación.
Se necesita acción internacional contundente, visibilización permanente y solidaridad efectiva.
Venezuela no podrá sanar mientras sus mejores hombres y mujeres languidezcan tras barrotes injustos.
¿Qué derechos tienen los presos políticos en Venezuela?
¿Cómo actúan los jueces en EE.UU. ante los migrantes venezolanos?
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