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La participación en un fraude disfrazado de elección no solo legitima al régimen, sino que traiciona años de lucha por condiciones dignas. Hoy, más que nunca, Venezuela merece respeto.

LA VOZ DEL LECTOR – RadioAmericaVe.com / Opinión enviada por un ciudadano indignado
Henrique Capriles afirma que no legitima a la dictadura. Lo repite sin sonrojarse, como si no supiéramos leer entre líneas, como si no viéramos con claridad lo que ocurre. Nos toma por ingenuos. Su discurso se desliza por el filo del cinismo cuando intenta convencernos de que participar en un proceso sin garantías, sin árbitro imparcial, sin respeto por los derechos humanos ni los votos, es un acto de protesta. No señor, no lo es.
¿Cómo puede llamarse protesta a inscribirse en un proceso que ya está viciado de origen? ¿Qué clase de protesta es participar como actor de reparto en una función escrita, dirigida y montada por Miraflores? En este escenario, no hay sorpresa ni justicia. Solo hay espectáculo.
Veinte años pidiendo condiciones… y ahora esto
Durante dos décadas, el pueblo venezolano ha alzado la voz por elecciones limpias, por un CNE imparcial, por la libertad de prensa, por el cese a la persecución, por el fin del control social y por la posibilidad de elegir libremente. Ese clamor ha sido ignorado sistemáticamente por quienes detentan el poder.
Y justo cuando la comunidad internacional comienza a comprender la magnitud del fraude estructural, cuando hay denuncias sólidas, documentos, actas, pruebas y víctimas del sistema… aparece Capriles con su discurso conciliador y su candidatura inofensiva, pretendiendo que lo suyo es una “protesta cívica”.
No es protesta, es claudicación. Es entregar en bandeja de plata la lucha de millones. Es decirle al régimen: “pueden seguir haciendo trampa, que igual les jugamos su juego”.
El peligro de dar legitimidad a un régimen criminal
La consecuencia más grave de participar sin condiciones es que se abre la puerta a la normalización del fraude. Si un candidato opositor acepta las reglas del régimen y se presenta sin exigir cambios estructurales, entonces el poder puede decir: “todo está bien, aquí hay democracia”.
Se borra así todo el trabajo que ha costado denunciar, documentar, resistir y visibilizar los atropellos. Y lo más doloroso es que esta decisión no la toma quien fue perseguido, sino quien ha sido funcional al sistema cuando le ha convenido.
Capriles se presenta como alternativa. Pero en realidad es parte del decorado que busca dar una cara amable al mismo sistema represivo que tortura, encarcela y censura.
Las elecciones de julio: las ganamos, pero no nos dejaron cobrar
Lo ocurrido en julio de 2024 fue una victoria moral. La oposición ganó con Edmundo González. Pero nunca hubo CNE independiente ni actas publicadas con transparencia. Quienes se atrevieron a hacerlo están ahora perseguidos o en prisión. Ganamos en las urnas, pero no tuvimos árbitro que contara los goles.
¿Y ahora vamos a repetir el mismo juego sin cambiar las reglas? ¿Vamos a seguir “participando” solo para justificar el circo electoral que el régimen necesita para oxigenarse internacionalmente?
No se engaña a un pueblo que ha despertado
La dignidad de un país no se negocia. Y mucho menos se entrega por cuotas de poder o por promesas de diálogo en Barbados. Este pueblo ya no quiere diálogos estériles. Quiere acciones firmes. Quiere justicia. Quiere libertad.
Capriles pretende protagonizar un nuevo acto. Pero esta vez, los venezolanos ya conocemos el libreto. Y no lo vamos a aplaudir.
“El show continúa, pero el público ya no está.”
📢 ¿También te sientes traicionado por esta participación sin condiciones? ¿Crees que el país merece un verdadero liderazgo y no más complicidades disfrazadas de oposición? Escríbenos. Tu voz cuenta.
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