Las autoridades vaticanas instalaron el conclave papal en medio de estrictas medidas de seguridad, en las que las redes y otras tecnologías han sido suprimidas totalmente para preservar el secreto de las deliberaciones de los cardenales que elegirán al nuevo pontífice de la Iglesia Católica.
Frente a la enorme tarea en desarrollo para sustituir al Papa Francisco, toda la iglesia católica estará concentrada de manera oficial este miércoles 7 de mayo, en lo que pasará en el Ayuntamiento de Roma, que ya ha reforzado la seguridad para adaptarse a las circunstancias y riesgos de los nuevos tiempos, sobre todo con la tecnología, que por primera vez se encara de manera tan cercana y peligrosa para los fines de la iglesia.
En tanto, la
aglomeración de fieles es descomunal en la Plaza de San Pedro y en las
inmediaciones, a la espera del anuncio del nuevo sumo pontífice.
Este plan de seguridad tiene
un enfoque "modular", y será flexible respecto a cómo se desarrolle
el proceso. Empezará a partir de las 7 de la mañana del miércoles en los
entornos de la Plaza de San Pedro, según detalló el jefe de la Policía de Roma, Roberto
Massucci.
En este despliegue
estarán participando las fuerzas de seguridad y la Gendarmería del Vaticano,
además de la Policía local de Roma y otros cuerpos de seguridad italianos.
También, equipos de Protección Civil y de emergencia sanitaria.
Los cardenales no podrán
hablar con nadie ni comunicarse de ninguna forma con el exterior, y no podrán
usar ningún tipo de tecnología, hasta que concluya las suprema tarea de elegir
en conjunto al nuevo jefe de la Iglesia católica.
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