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La Voz del Lector: solidaridad y disciplina para derrocar regímenes aislados apoyados por potencias autoritarias.

La Voz del Lector – por una Venezuela de resistencia
¿Cómo desmontar un régimen sostenido por potencias autoritarias sin recurrir a la intervención extranjera? Nuestros lectores lo tienen claro: la respuesta está en el poder del ciudadano, en su solidaridad, en su disciplina, en su determinación.
Una dictadura con respaldo externo
Nuestro lector nos recuerda una verdad incómoda: países como Irán, Rusia o China no apoyan a dictadores por altruismo. No regalan recursos: ofrecen apoyo para mantener el control, organizar grupos armados y reprimir disidencia. Venezuela podría caer en bancarrota, pero el régimen se sostiene mientras reciba respaldo para reprimir.
Ejemplos internacionales
Este patrón no es exclusivo de Venezuela. Corea del Norte, Zimbabue, Eritrea, Afganistán y Haití subsisten sin petróleo porque sus dictaduras reciben lealtad mediante poderosas redes de propaganda y control social.
Crisis humanitaria y emigración masiva
La población venezolana enfrenta una de las peores crisis actuales. La emigración no surge de conflictos armados. Surge de la necesidad de sobrevivir en condiciones deplorables: falta de alimentos, medicinas, servicios públicos colapsados. Huir no es una opción; es un acto de supervivencia.
Democracia en ruinas
La mal llamada “democracia” venezolana fue corroída por una política clientelar que llegó al poder con una promesa que hoy es tragedia. Es urgente dejar atrás esa etapa y reconstruir un sistema de convivencia fundado en transparencia y esfuerzo.
El reto de reconstruir desde abajo
La solución no vendrá de fuera. Tampoco nacerá de un nuevo líder carismático. Nacerá desde lo cotidiano, desde lo íntimo: cada venezolano en su hogar, en su trabajo, en su comunidad tiene la capacidad de generar cambio. La reconstrucción nacional es una tarea descentralizada que inicia con actos de dignidad diaria.
Recuperar la convivencia perdida
Durante décadas, el venezolano fue sinónimo de amabilidad, calidez y convivencia. Esa cultura ciudadana existe aún, enterrada bajo el miedo y la escasez. Revivirla es más que una nostalgia: es una necesidad estratégica. Porque una ciudadanía cohesionada y ética es el peor enemigo de un régimen basado en el control y la desconfianza.
Superar las miserias que nos trajeron hasta aquí
No se trata solo de cambiar de gobierno, sino de erradicar la cultura del “sálvese quien pueda”, de desmontar el culto al caudillo y de reivindicar la política como herramienta de servicio público. Venezuela fue una democracia floreciente hasta que los partidos traicionaron su misión y cedieron el país al populismo autoritario.
¿Y ahora qué? Actuar. Hacer. Persistir.
La transformación no se decretará. Tampoco se tuiteará. Se construirá. El venezolano debe volver a ser ejemplo en valores, esfuerzo, trabajo honesto y respeto mutuo. Debe censurar al corrupto, al violento, al abusador. Y debe alentar al buen vecino, al trabajador incansable, al joven con ideas nuevas. Solo así, desde abajo hacia arriba, el país se regenerará.
Una pizarra blanca que merece ser reconocida
El mundo a menudo ve el punto negro en la gran pizarra blanca que es Venezuela. Pero millones de venezolanos brillan con luz propia en universidades, hospitales, empresas, fundaciones, y merecen ser reconocidos. La narrativa debe cambiar. Y esa narrativa se construye desde adentro. Desde ti. Desde nosotros.
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