Vierne5. / Editorial | Miércoles 4 de junio de 2025
“Cuando el régimen se desploma por dentro, el pueblo se levanta desde abajo. Venezuela está en cuenta regresiva.”
Mientras el país sufre el desmoronamiento institucional y el colapso de los canales democráticos, el exilio venezolano se enfrenta a una encrucijada: seguir como una masa dispersa que observa desde lejos o convertirse en un actor clave para la transformación política y social de Venezuela.
Más de ocho millones de venezolanos se han visto forzados a salir del país en la última década. Esta diáspora masiva no solo ha significado un drama humano de proporciones históricas, sino también una enorme pérdida de capital humano, fuerza laboral y liderazgo cívico. Pero en esa pérdida también hay una oportunidad: el exilio puede convertirse en una herramienta poderosa de presión internacional, apoyo económico y generación de ideas para la reconstrucción nacional.
Una comunidad con poder económico y político
Los venezolanos en el exterior representan hoy una fuerza económica sustancial. En países como Colombia, Perú, España y Estados Unidos, el impacto del exilio se siente en los mercados laborales, en los sistemas de salud y educación, y también en las comunidades locales. Solo en remesas, el exilio venezolano envía más de 4.000 millones de dólares al año. Ese poder económico debe traducirse también en poder político.
Organizaciones, líderes comunitarios, redes de ayuda humanitaria, profesionales, activistas y periodistas han surgido en decenas de países. Muchos están mejor organizados que los partidos tradicionales dentro del país. El reto es transformar esa energía en una estructura política transnacional capaz de incidir en los escenarios donde se juega el destino de Venezuela.
¿Cómo articular al exilio?
“El exilio no es el final del camino. Es el comienzo de una fuerza que puede cambiar el destino de Venezuela.”
No basta con el entusiasmo o la indignación. Se requiere una articulación estratégica. Crear parlamentos del exilio, consejos de ciudadanos en la diáspora, estructuras que sirvan de enlace con organismos multilaterales, parlamentos extranjeros, universidades, fundaciones y medios de comunicación internacionales. Esto no es utopía. Es organización política inteligente.
El exilio debe asumir su responsabilidad histórica. No puede seguir dependiendo del ritmo que marcan las cúpulas políticas tradicionales. Mientras estas se fragmentan, deslegitiman o se subordinan al régimen, el exilio puede llenar ese vacío y constituirse en una nueva legitimidad moral y política.
El ejemplo de otros exilios
La historia está llena de ejemplos donde el exilio ha jugado un rol determinante: el exilio cubano en Miami, el chileno durante la dictadura de Pinochet, el español durante el franquismo. En cada caso, el exilio fue más que un refugio: fue una trinchera. El exilio venezolano debe dejar de actuar como espectador indignado y asumir su rol como fuerza transformadora.
Una fuerza que puede presionar y reconstruir
Desde la presión diplomática hasta la creación de estructuras alternativas, el exilio venezolano puede cumplir un doble rol: seguir visibilizando la crisis del país y comenzar a estructurar desde afuera las bases de un futuro democrático. Su fuerza reside en su diversidad, preparación, libertad de acción y posibilidad de organizarse sin el miedo represivo del régimen.
¿Y ahora qué?
Ahora toca decidir. El exilio debe responderse esta pregunta con urgencia. ¿Continuará siendo un espectador pasivo, limitado a enviar remesas y mensajes en redes sociales? ¿O se convertirá en un poder político y social que incida directamente en el proceso de liberación de Venezuela?
La historia nos está poniendo una vez más a prueba. Y esta vez, el exilio puede ser más que consecuencia del desastre: puede ser parte de la solución.
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Vierne5. / Editorial.
Victor Julio Escalona
Editor.
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