/ Las vueltas de la historia. Estados Unidos ayudó a crear el programa nuclear iraní hace más de medio siglo, y agota lo ataca con arsenales de infierno.
El que Irán tenga ahora, o vaya a tener un complejo atómico, sr ha convertido en tiempos recientes en una de las preocupaciones centrales de la agenda geopolítica mundial de las últimas dos décadas.
Un trabajo de BBC mundo así lo revela, señalando que el
programa nuclear de Irán es uno de los temas que, ahora más que nunca, los esfuerzos
diplomáticos han surgido con más fuerza desde que en 2003 la Organización
Internacional de Energía Atómica (IAEA, por sus siglas en inglés),descubrió que
Teherán había desarrollado durante 18 años un programa secreto que incluía la
existencia de varias plantas atómicas importantes y sofisticadas.
Esta revelación -dice BBC- que implicaba un
incumplimiento de las obligaciones de Irán como firmante del Tratado de No
Proliferación de Armas Nucleares, puso inmediatamente en marcha a la maquinaria
diplomática global que no tardó en emitir condenas, sanciones y otras medidas
de presión en las que participaron no solamente las potencias occidentales sino
también Rusia y a China, socios tradicionales de Teherán.
Y aunque el gobierno del entonces presidente Mohamed
Jatami afirmó que las actividades nucleares tenían fines pacíficos, Estados
Unidos interpretó estos hallazgos como la confirmación de sus sospechas de que
Teherán buscaba hacerse con armamento nuclear.
Así. el programa atómico iraní ha sido un tema central
durante los mandatos de George W. Bush, Barack Obama, Donald
Trump y Joe Biden, y ahora nuevamente Donald Trump, quienes con enfoques
muy distintos intentaron detenerlo por temor a que Irán desarrollara armas
nucleares, una posibilidad que alteraría el equilibrio de poder en Medio
Oriente y que, según muchos expertos, podría incentivar la proliferación en la
región.
Bush incluyó a Irán en su famoso discurso sobre el
llamado "eje del mal" en 2002 y, luego, impulsó la adopción de un
amplio régimen de sanciones internacionales contra Irán.
Obama por su parte dedicó dos años de su presidencia a
negociar con Teherán -junto a los gobiernos de Reino Unido, Francia, Rusia,
China y Alemania- el Plan de Acción Integral Conjunto (JCPOA, por sus siglas en
inglés), suscrito en 2015 y que permitía imponer límites y supervisión
internacional sobre el programa nuclear iraní, a cambio del levantamiento de
las sanciones que pesaban sobre Teherán.
Durante su primer gobierno, Donald Trump retiró a Estados
Unidos de este acuerdo e impuso nuevas sanciones. En respuesta, Teherán empezó
a desconocer las limitaciones que le imponía el JCPOA, acelerando el paso en el
enriquecimiento de uranio hasta alcanzar 60 por ciento, muy lejos del 4,5 por
ciento que suele requerirse para generar electricidad y mucho más cerca del 90
por ciento necesario para hacer una bomba.
Luego de que el mandatario demócrata Joe Biden intentará
infructuosamente revivir el JCPOA, Trump ahora en su segundo mandato tomó una
postura más drástica. La semana pasada, EE.UU se unió a la campaña militar de
Israel contra el programa nuclear de Irán y bombardeó las plantas atómicas
iraníes, con miras a dejarlas inservibles, y no está claro si ese objetivo se
cumplió, pues no se dispone de evaluaciones independientes sobre los daños
causados por los ataques.
Paradójicamente, todos estos quebraderos de cabeza
tuvieron su origen primigenio en el propio Washington, pues el programa nuclear
de Irán se inició gracias a una iniciativa estadounidense en la década de 1950.
Todo empezó con un discurso del presidente Dwight Eisenhower, que señalaba: "Átomos para la
Paz".
El 8 de diciembre de 1953, ante la Asamblea General de la
ONU, Eisenhower habló sobre la amenaza que representaba la tecnología nuclear
usada con fines bélicos, que desde hacía varios años ya no era monopolio de
Estados Unidos, y de los riesgos de proliferación a medida que más países
aprendían a producir bombas atómicas.
El mandatario afirmó que había que ir más allá de buscar
la reducción de esta amenaza y sugirió poner esta tecnología al servicio de la
humanidad.
"No es suficiente con quitarle esta arma a los
soldados. Hay que colocarla en manos de quienes sepan despojarla de su
revestimiento militar y adaptarla a las artes de la paz", dijo. Entonces
propuso la creación de una agencia de energía atómica, bajo el paraguas de la
ONU, que se encargara de diseñar las formas para que el material nuclear
"sirviera a los propósitos pacíficos de la humanidad" y se pudiera
aplicar la energía atómica para responder a diversas necesidades en áreas como
la medicina o la agricultura. De milagro no le dieron el Premio Nobel de la
Paz.
"Un propósito especial sería proveer con abundante
energía eléctrica a las zonas del mundo hambrientas de energía", había
agregado Eisenhower.
La idea era -recuerda la BBC-, que las potencias capaces
de producir material nuclear proveyeran con éste a la agencia de la ONU, que lo
mantendría seguro y lo pondría en manos de investigadores que indagarían sobre
los usos pacíficos de esa energía.
Ese discurso de Eisenhower sembró la semilla para la
creación del Organismo Internacional de Energía Atómica (IAEA), para dar pie a la
iniciativa de Átomos para la paz, a través de la cual Estados Unidos ofrecería
educación y tecnología a países en desarrollo para ayudarles en el uso pacífico
de la energía atómica.
Menos de un año después de ese discurso ante la ONU,
Estados Unidos reformó la Ley de Energía Atómica para permitir la exportación
de tecnología y materiales nucleares a otros países, siempre y cuando estos se
comprometieran a no usarlos para el desarrollo de armamento.
Pero miren lo que pasó. Ahora la paz se dirime entre bombardeos.
• Usted
puede ver más información sobre este tema en https://www.vierne5.com,
https://www.radioamericave.com y [email protected]
No hay comentarios:
Publicar un comentario