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jueves, 26 de junio de 2025

"Manejo un auto eléctrico porque soy pobre": cómo China logró masificar su adopción

RadioAmericave.com / Internacionales.

 

China transformó los vehículos eléctricos en una opción de ahorro masivo. Descubre cómo los ciudadanos pasan de lujo a necesidad económica.

Manejo un auto eléctrico porque soy pobre”, confiesa Lu Yunfeng, taxista en las afueras de Cantón, mientras conecta su vehículo en una estación de recarga. A su lado, Sun Jing asiente: “Conducir un coche de gasolina es demasiado caro. Ahorro dinero con uno eléctrico”. Pero aquí, en China, los vehículos eléctricos dejaron de ser símbolos de lujo. Se han convertido en la alternativa cotidiana, e incluso en la herramienta para contener la contaminación urbana y fortalecer el liderazgo tecnológico global.

De bicicletas a la cúspide mundial

Hace apenas dos décadas, China era la nación de las bicicletas. Hoy, representa casi la mitad de las ventas globales de vehículos eléctricos (VE), consolidándose como la potencia imbatible en esta industria. A principios del siglo XXI, Beijing trazó un ambicioso plan para dominar las tecnologías del futuro. Hoy, ese plan es una realidad tangible.

📺 Serenidad en tiempos de transformación

En un momento donde China acelera su revolución eléctrica, el canal “Conversando con Víctor Escalona – El Estoico” publica un video clave: “El poder de la pausa estoica”. En él, se propone frenar la vorágine y mantener la claridad mental ante decisiones de gran impacto, como la adopción masiva de vehículos eléctricos.

https://www.youtube.com/embed/ib_FGBGvT0U

▶️ Ver “El poder de la pausa estoica” en YouTube

Un modelo impulsado por la necesidad

En Guangzhou, una urbe de más de 18 millones de habitantes, el silencio ha comenzado a sustituir la rutina estridente del tráfico. Según el analista automotriz Michael Dunne, “en lo que respecta a los vehículos eléctricos China lleva 10 años de ventaja y es 10 veces mejor que cualquier otro país”. Este dominio no se debe a campañas de lujo, sino a una estrategia socioeconómica que responde al bolsillo de millones.

El ahorro como palanca clave

Lu Yunfeng y Sun Jing no representan una excepción: ambos son parte de una mayoría que elige lo eléctrico por razones económicas. El costo del combustible fósil, los altos impuestos y la volatilidad del mercado hicieron del motor eléctrico la mejor alternativa. Además, hay un beneficio ambiental innegable: reducir emisiones es hoy una prioridad oficial y social.

Políticas públicas, subsidios y una red expansiva

China no improvisa. Desde subsidios directos, reducción de impuestos, lanzamientos de marcas como BYD, hasta la instalación de decenas de miles de puntos de recarga en ciudades y carreteras. El impulso estatal fue clave para que la adopción masiva no fuera solo un fenómeno urbano, sino un fenómeno nacional que abarca zonas rurales y ciudades medianas.

Innovación con propósito y escala

El liderazgo de mercado le permite a China refinanciar innovación y escalar producción. Gracias a ello, modelos como los de BYD, Wuling o SAIC bajan de precio, se vuelven accesibles y ganan competitividad global. Esa base sostiene el relato de un país que evita la dependencia del petróleo y fortalece su autonomía tecnológica.

¿Moda ecológica o transformación profunda?

Para activistas climáticos, esta masificación de VEs es la señal soñada: un cambio que trasciende lo aspiracional y se instala como motor de transformación social. Pero también plantea interrogantes: ¿cómo gestionará China el reciclaje masivo de baterías? ¿Será la red eléctrica capaz de soportar esta demanda exponencial?

China y el nuevo orden automotriz global

El dominio en vehículos eléctricos aporta a un liderazgo más amplio, como se expuso en el análisis “Guerra económica sin ganadores: Trump, China y el desafío de un mundo que ya no es bipolar”, donde se contempla que el dominio chino recalca su superávit histórico y su base avanzada en manufactura tecnológica.

Retos y proyecciones

Aunque el panorama es exitoso, no está exento de desafíos. La gestión de baterías al final de su vida útil y la adaptación de infraestructuras eléctricas exigirán nuevas soluciones. Sin embargo, mientras el resto del mundo busca replicar este éxito, China continúa acelerando. Su ventaja técnica y de mercado posa una pregunta crucial: ¿quién podrá detener esta revolución eléctrica?


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