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martes, 15 de julio de 2025

EE.UU. puede deportar migrantes a terceros países con solo seis horas de aviso

RadioAmericaVe.com / Nacionales.

 

EE.UU. piensan deportar migrantes a terceros países con solo seis horas de aviso, sin proceso justo.

Un alto funcionario del gobierno de Donald Trump confirmó que Estados Unidos podría deportar migrantes a terceros países sin ser su nación de origen, con apenas seis horas de aviso. Esta maniobra, amparada en un memorando interno, solo requiere que el país receptor se comprometa a no perseguir ni torturar a los deportados. La medida abre múltiples interrogantes sobre derechos humanos, soberanía y cumplimiento legal.

El memorando que enciende la polémica

Según el documento filtrado, el memorando avala el envío de migrantes a países que acepten recibirlos bajo un pacto de no persecución. En solo seis horas, una persona podría ser embarcada, sin derecho a audiencia ni defensa efectiva. Activistas advierten que esta vía vulnera principios fundamentales del asilo y deja a los deportados en situación jurídica indefinida.

Sin garantías ni proceso justo

La norma elimina casi por completo el derecho a apelar. Si bien el país receptor debe estar de acuerdo, no se exige revisión individual de casos ni verificación eficaz del riesgo. Con solo seis horas de margen, la agencia migratoria controla el camino del deportado, sin transparencia sobre criterios ni documentación pública.

Protocolo exprés y destino incierto

El traslado exprés plantea diversos riesgos. ¿A dónde serían enviados los migrantes? Las naciones que firmen el pacto quedarían obligadas a aceptarlos, pero no tendrían responsabilidades claras respecto a protección ni regularización. Esto transformaría a los deportados en desplazados permanentes sin derechos.

Precedentes y comparaciones recientes

En marzo de 2025, alrededor de 238 venezolanos fueron deportados a El Salvador bajo acusaciones de vínculos criminales, pero muchos no tenían antecedentes penales :contentReference[oaicite:1]{index=1}. Ese traslado fue criticado por irregularidades y por ignorar contestaciones judiciales de última hora. Ahora, la propuesta del memorando podría ampliar esa práctica sin apoyo legal ni supervisión pública.

Críticas y alarma de organismos internacionales

Organizaciones como Amnistía Internacional y Human Rights Watch han alertado que las deportaciones masivas de migrantes vulneran los tratados de asilo aprobados tras la Segunda Guerra Mundial :contentReference[oaicite:2]{index=2}. Se cuestiona especialmente la capacidad de un proceso de seis horas para realizar evaluaciones de riesgo adecuadas.

Repercusiones diplomáticas y soberanas

Enviar migrantes a un tercer país sin su consentimiento puede tensar las relaciones bilaterales. El rechazo en tiempos recientes de naciones como Colombia y Panamá a procesos similares deja en evidencia el impacto que podría tener esta medida en la diplomacia.

Editorial: un retroceso en respeto y dignidad

Un proceso rápido y sin defensa representa un paso atrás en políticas migratorias. No basta que un país acepte no perseguir: es imprescindible que se garantice el debido proceso, la identificación precisa, la escucha individual y el seguimiento jurídico y humanitario.

Propuestas para una reforma digna

  1. Audiencia mínima de defensa: garantizar al menos 48 horas de preparación legal.
  2. Evaluación de riesgos real: por personal calificado en asilo y refugio.
  3. Transparencia total: publicar criterios, destinos y seguimiento posterior.
  4. Cooperación internacional: pactar con los países receptores protocolos de protección y reintegración.

Un precedente peligroso: ¿quién será el próximo?

Este cambio radical en la política migratoria estadounidense no solo afecta a quienes cruzan hoy la frontera. También sienta un precedente legal y geopolítico que podría tener implicaciones graves para millones de migrantes en el futuro. Si Washington logra implementar con éxito este modelo de deportación exprés a terceros países, otros gobiernos podrían emularlo, debilitando el sistema de protección internacional basado en la Convención sobre Refugiados de 1951.

En pocas palabras, cualquier país que quiera desembarazarse de solicitantes de asilo podría negociar con otro menos estricto –y muchas veces más peligroso– para recibirlos. Esta estrategia rompe el principio de no devolución (non-refoulement), considerado un pilar del derecho internacional humanitario.

América Latina: el patio trasero de las deportaciones

En este nuevo esquema, varios países latinoamericanos podrían convertirse en destinos obligados para migrantes deportados. Gobiernos presionados por acuerdos económicos o necesidad de favores diplomáticos podrían aceptar estos vuelos con pocas garantías. En la práctica, esto convierte a la región en un nuevo espacio de contención forzada, donde miles de migrantes quedarían atrapados sin documentos, trabajo ni derechos reales.

Expertos alertan que países como Guatemala, El Salvador, Honduras e incluso Brasil o Colombia podrían ser parte de esta red informal de destinos migratorios, elevando la tensión social y humanitaria en contextos ya golpeados por crisis estructurales.

¿Y Europa? El riesgo de un efecto dominó

Si la administración Trump –o una futura administración republicana– logra normalizar esta práctica, no sería descabellado pensar que la Unión Europea adopte políticas similares. Ya en 2016, Bruselas firmó un polémico acuerdo con Turquía para contener a los refugiados sirios a cambio de ayudas financieras. Un sistema de deportación exprés desde Italia o España hacia terceros países del norte de África podría ser el siguiente paso.

El problema de fondo no es solo migratorio. Es una crisis ética global, donde los derechos humanos parecen estar sujetos al pragmatismo político. Y mientras los gobiernos negocian con cifras, los migrantes siguen siendo carne de cañón en un tablero geopolítico despiadado.

El silencio de los organismos internacionales

Ante este panorama, sorprende el bajo perfil que han mantenido la ONU, ACNUR y la OEA. Más allá de comunicados genéricos, no hay una posición contundente que frene la erosión de los derechos migratorios. Activistas y ONGs denuncian que los mecanismos internacionales están siendo rebasados por decisiones unilaterales que ignoran compromisos multilaterales.

¿Qué pasará cuando países como Venezuela, Nicaragua o Haití empiecen a recibir deportados sin condiciones mínimas? ¿Quién se hará responsable si estos migrantes sufren persecución o violencia?

Conclusión: la puerta trasera de la deportación global

La posibilidad de que Estados Unidos deporte migrantes a terceros países con solo seis horas de preaviso representa un cambio sísmico en la gestión migratoria global. Ya no se trata de cerrar fronteras: es una forma de tercerizar el problema y lavar responsabilidades. Y si el mundo no reacciona a tiempo, nos enfrentaremos a una nueva era de migración forzada, sin garantías ni refugio.

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