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martes, 12 de agosto de 2025

La daga trapera de Petro: ¿Añoranza autoritaria o advertencia democrática?

 

Daga trapera de Petro "La mano derecha de Petro relativiza el magnicidio. ¿Nos estremecemos o lo normalizamos? Un análisis urgente."

"La daga trapera de Petro: ¿autoritarismo disfrazado?"

 

Un gesto que normaliza lo inaceptable

Cuando un funcionario cercano al presidente de Colombia insinúa que Miguel Uribe “se lo buscó” por ejercer la política, no solo se está borrando el límite entre víctima y victimario. Se está institucionalizando una cultura de la violencia política donde el crimen se vuelve comprensible, justificable e incluso merecido. Es el regreso a la ley de la selva, con traje de Estado.

La frase es brutal. Es una daga, sí, pero no oculta: es lanzada a plena luz, con impunidad y arrogancia. Es el reflejo de una lógica autoritaria que ya hemos vivido en Venezuela, Nicaragua, Cuba… y que ahora amenaza a Colombia.

“El problema no es solo lo que dicen. Es lo que dejan de condenar. El silencio también es un crimen cuando justifica la barbarie.” – Víctor Escalona, El Estoico

 

Colombia ante el espejo de Venezuela

Quienes vivimos la destrucción paulatina de la democracia venezolana sabemos identificar las señales. Petro, como Maduro, como Ortega, como Díaz-Canel, ha entendido que el autoritarismo no siempre se impone con bayonetas. A veces basta con sembrar una idea venenosa: que el otro, el opositor, el crítico, no merece existir.

El asesinato simbólico precede al real. Y mientras más se relativiza el valor del disenso, más fácil es justificar su eliminación. La política se convierte entonces en una guerra donde el que no aplaude, estorba. Donde el que piensa distinto, molesta. Donde el que denuncia, se vuelve enemigo del pueblo.

Petro y Maduro: ¿alianza o simbiosis?

No es casual que el mismo día en que se mostraban imágenes del dolor de los Uribe, Nicolás Maduro celebrara los acuerdos alcanzados con Gustavo Petro. Como si el sufrimiento colombiano fuera irrelevante frente a los aplausos internacionales. Como si la sangre no interrumpiera la diplomacia.

La relación entre Petro y Maduro no es de respeto institucional. Es un espejo. Petro admira el control comunicacional del chavismo. Maduro envidia la validación internacional de Petro. Se retroalimentan. Pero también se vigilan. Porque ambos saben que en ese ecosistema autoritario, el poder no se comparte: se finge.

  “Las alianzas entre populistas siempre terminan en traición. Porque ninguno soporta no ser el único salvador.” – Víctor Escalona, El Estoico

Francia Márquez y Martha Lía: dos dagas, un mismo patrón

Hace poco, Petro también desairó públicamente a su vicepresidenta Francia Márquez. El gesto no fue menor. Fue un corte frío, simbólico, una manera de recordarle quién manda. Lo mismo ha hecho Maduro durante años con sus propios “camaradas incómodos”, como Martha Lía Grajales, activista chavista que hoy paga el precio de disentir.

Ambos casos revelan un patrón inquietante: los líderes de esta nueva izquierda autoritaria no toleran la crítica, ni siquiera la que viene de adentro. Sus estructuras políticas no están hechas para el debate, sino para la obediencia. Y el que no se pliega, desaparece.

 “La verdadera lealtad no se exige. Se gana con respeto. Pero los caudillos modernos prefieren la sumisión al pensamiento.” – Víctor Escalona, El Estoico

 

El veneno se expande: ¿y quién lo detiene?

Lo más grave de este tipo de discursos —donde la víctima es culpable por participar en política, y el victimario es casi exonerado por lógica de “consecuencias naturales”— es que se vuelven parte del paisaje. Se normalizan. Se cuelan en las conversaciones, en los titulares, en las aulas, en las redes. Y lo que ayer nos escandalizaba, hoy apenas nos incomoda.

Eso es lo que está en juego en Colombia, pero también en toda América Latina. Si aceptamos que el disenso es provocación, que la crítica es traición, y que la violencia política es “inevitable”, estamos condenando a generaciones futuras a vivir bajo la sombra de los mismos monstruos que hoy pretendemos ignorar.

Preguntas frecuentes (FAQ)

¿Qué implica que un funcionario minimice el asesinato de un político?

Implica validar una lógica peligrosa donde el crimen se convierte en consecuencia natural de la participación política. Es una forma de justificar el terror con retórica.

¿Por qué se compara el estilo de Petro con el de Maduro?

Porque ambos comparten prácticas como deslegitimar al disidente, controlar el discurso público y castigar simbólicamente (o directamente) a quienes rompen filas dentro del movimiento.

¿Qué podemos hacer frente a este tipo de discursos?

Nombrarlos. Denunciarlos. No dejarlos pasar. Y sobre todo, seguir defendiendo el derecho a la diferencia como piedra angular de cualquier democracia sana.

 

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Conclusión: la daga no es metáfora, es advertencia

La “daga trapera” no es un simple recurso literario para hablar de traición política. Es una imagen precisa y urgente sobre el modo en que los populismos autoritarios operan en silencio, con sonrisas públicas y cuchillos simbólicos detrás de la espalda. La historia está llena de líderes que primero celebraron acuerdos y luego, cuando les resultó incómodo el socio, lo sacrificaron ante las cámaras.

Hoy, la misma especie que destruyó Venezuela intenta exportar su modelo a otras tierras disfrazado de progresismo, de inclusión, de justicia social. Pero debajo del maquillaje hay un reflejo oscuro: persecución al disidente, culto a la personalidad, criminalización del debate, traición a los propios aliados cuando ya no son útiles.

“En la política sin alma, nadie está a salvo. Hoy eres aliado, mañana eres obstáculo. Y en ese tránsito, la daga no perdona.” – Víctor Escalona, El Estoico

Lo que ocurrió con Miguel Uribe en Colombia no puede leerse como un hecho aislado. Es parte de un patrón más amplio, una señal que no debemos ignorar. Porque la democracia no se pierde de golpe, se va resquebrajando palabra por palabra, silencio por silencio. Y cuando despertamos, ya es demasiado tarde.

¿Qué opinas?

¿Estamos frente a un nuevo ciclo de autoritarismo disfrazado en América Latina? ¿Es Colombia el nuevo laboratorio político del populismo moderno? ¿Cómo enfrentamos la narrativa que normaliza el crimen político?

¿Qué opinas? Escríbenos a [email protected]. Tu voz también cuenta.

Fuente externa citada

Según El País, altos funcionarios del entorno presidencial en Colombia restaron gravedad al ataque contra Miguel Uribe, sugiriendo que los riesgos de la política “son parte del oficio”, lo que ha generado fuerte indignación en sectores democráticos.

RadioAmericaVe.com / La Voz Del Lec

 

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