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De Bukele a Maduro la reelección indefinida avanza. ¿Retroceso autoritario o resistencia ciudadana?

La democracia está enferma y el virus tiene nombre: reelección indefinida. Desde Caracas hasta San Salvador, los líderes que un día juraron respetar la alternancia ahora moldean Constituciones para eternizarse. El Salvador acaba de dar el paso que muchos temían: Nayib Bukele consiguió el aval legislativo para postularse una y otra vez, bajo el pretexto de “continuar el proyecto”. No es una excepción; es una tendencia regional que amenaza con convertir Latinoamérica en un archipiélago de autócratas elegidos.
Del encanto populista al veneno perpetuista
Bukele se presentó como antídoto frente a las viejas élites. Su combate frontal a las pandillas le granjeó popularidad récord y silencio internacional ante el deterioro institucional. El guion se parece demasiado al de Hugo Chávez en 1999: carisma, reformas exprés y, finalmente, la puerta abierta para gobernar de por vida. Los venezolanos sabemos cómo termina esa película: desequilibrio de poderes, justicia amañada y represión —ya lo advirtió Vierne5
Un año, dos escenarios contrapuestos
Hoy 1.º de agosto de 2025 conviven dos aniversarios incómodos. Hace un año, el 28 J venezolano demostró que la voluntad popular puede rebasar la trampa institucional. Ayer, la Asamblea salvadoreña allanó el camino para una reelección sin límite. La región asiste estupefacta a un choque de placas tectónicas: de un lado, la resistencia ciudadana; del otro, el perfeccionamiento del autoritarismo electoral.
“Soberanía popular” como máscara de hierro
Líderes como Lula, Ortega, Evo o Cristina han usado la consigna de la soberanía para justificar mandatos prolongados. Pero la CIDH recordó que la reelección indefinida no es un derecho humano. Al contrario, erosiona la rotación del poder y, con ello, la esencia misma del voto: premiar o castigar gestiones.
El contagio regional que nadie quiso ver
La ambición de perpetuidad no empezó en San Salvador. El virus arrancó hace dos décadas con los Castro blindando su dinastía, mutó con Chávez y se esparció con Ortega, Morales y Correa. Hoy el “modelo Bukele” —gobernar por decreto, anular a la Corte y modificar la Constitución en tiempo récord— es visto con apetito por gobiernos que se pintaban democráticos, incluidos sectores cercanos a Gustavo Petro en Colombia.
El efecto dominó: de la urna a la cárcel
Cuando la reelección indefinida se normaliza, llega la etapa dos: eliminar rivales. Lula ya tantea un cuarto mandato, y su Justicia avanza contra Jair Bolsonaro, potenciando el escenario de “elección sin contrincante”; Cristina Kirchner lo intentó con Mauricio Macri; Daniel Ortega encarceló a siete opositores en Nicaragua; y Nicolás Maduro inhabilitó a María Corina Machado (Noticia exclusiva Vierne5) .
Costos sociales: democracia diluida, economía tóxica
Cada extensión ilegítima de mandato erosiona la confianza inversora, dispara la migración y concentran la riqueza en una élite. El resultado en Venezuela fue una caída del PIB cercana al 80 % entre 2013 y 2022; en Nicaragua, el turismo se desplomó un 60 % tras la represión de 2018. Incluso El Salvador ya ve señales de sobreendeudamiento pese a las “cárceles gigantes” que lucen en TikTok.
¿Cómo frenar esta deriva antes de que sea tarde?
1. Blindar la Constitución: cláusulas pétreas que limiten periodos no bastan sin cortes independientes; hace falta referendo aprobatorio previo.
2. Coaliciones amplias: la oposición no puede fragmentarse; el caso Villarreal vs. Bukele lo demostró.
3. Sanciones focalizadas: castigar a quienes impulsan reformas fraudulentas en lugar de aplicar embargos generales que golpean a la población.
4. Periodismo combativo: medios como Vierne5 deben exponer cada maniobra, con datos verificables y alianzas internacionales.
5. Presión ciudadana sostenida: marchas, huelgas estratégicas y litigio ante cortes supranacionales.
El futuro democrático de la región depende de que la sociedad comprenda que la reelección indefinida no es un acto aislado sino un engranaje maestro para sepultar la alternancia. Frenarlo exige lucha legal, movilización y—sobre todo—memoria histórica.
Conclusión: la espada de Damocles sobre América Latina
La reelección indefinida no es un tecnicismo constitucional; es la palanca que transforma al gobernante en amo perpetuo y al ciudadano en súbdito eventual. Bukele, Maduro, Ortega o Lula exhiben estilos distintos, pero comparten la misma premisa: “sin mí no hay futuro”. La historia prueba lo contrario: cuando un líder se vuelve irremplazable, el futuro se encoge. Frenar el virus perpetuista exige memoria, coraje y un periodismo dispuesto a nombrar el peligro antes de que sea irreversible.
América Latina aún puede corregir el rumbo. Pero el reloj corre, y cada reforma exprés que amplía mandatos suma otro ladrillo al muro del autoritarismo. Los pueblos libres no nacen de la nada: los construyen ciudadanos que entienden que la alternancia no es un capricho, sino la barrera que impide que el poder se pudra.
🎬 Reflexiona con Víctor Escalona
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