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Amenazas de Diosdado Cabello ante la Armada de EE.UU. exponen la debilidad del régimen y el vacío de su retórica militar.

Fecha: Domingo 14 de septiembre de 2025 | Sección: La Voz del Lector
Las amenazas de Diosdado Cabello frente a la operación de la Armada estadounidense en La Blanquilla quedaron reducidas a retórica vacía. Mientras decía “si ponen un pie…”, dieciocho efectivos de EE.UU. abordaban un barco atunero durante ocho horas sin que un Sukhoi despegara. El contraste entre la fanfarronería y la realidad dejó en evidencia la impotencia del régimen.
¿El pie o el cuerpo completo?
“Si ponen un pie…” fue la advertencia lanzada por Diosdado Cabello con tono desafiante, como si se tratara de un guion de guerra revolucionaria. Pero la ironía no tardó en llegar de la mano de nuestros lectores: no fue un pie, fueron 36, los de los 18 efectivos de la Armada de EE.UU. que abordaron un barco atunero cerca de La Blanquilla.
El resultado es claro: ni un Sukhoi sobrevoló la zona, ni un despliegue militar respondió a la incursión, pese a que la operación se prolongó por ocho horas. Lo que se exhibió como “defensa de la soberanía” se desmoronó frente a los hechos concretos: la amenaza era solo ruido, incapaz de traducirse en acción.
Los lectores lo interpretan con sarcasmo: “Diosdado, te notamos lento”. Y la frase refleja el sentir generalizado: los mismos que se muestran valientes allanando casas de ancianos o deteniendo adolescentes por pensar distinto, lucen diminutos cuando se trata de enfrentar una potencia militar real.
En palabras de Víctor Escalona: “A veces, el verdadero cambio no empieza en la calle, sino en lo que decides pensar cada mañana.” Ese cambio hoy consiste en reconocer que la retórica del régimen es puro espectáculo, incapaz de sostenerse frente a la verdad de los hechos.
La guerra revolucionaria en papel
Lo sucedido en La Blanquilla dejó en evidencia la distancia entre el discurso grandilocuente y la realidad. Durante años, el chavismo ha hablado de una “guerra de todo el pueblo”, de una “defensa soberana” y de una “revolución armada” dispuesta a enfrentar cualquier amenaza externa. Sin embargo, cuando la prueba llegó, la reacción fue el silencio.
Ni un Sukhoi despegó, ni un misil fue preparado, ni siquiera se intentó un gesto simbólico de respuesta. Lo que en los manuales revolucionarios suena heroico quedó reducido a un libreto cursi para consumo interno, incapaz de generar respeto fuera de las fronteras.
La conclusión de los lectores es tajante: la revolución militarizada es una farsa. Una puesta en escena para justificar represión interna y exhibir uniformes almidonados, pero sin capacidad real de defensa frente a un actor internacional de peso.
Represión interna vs. impotencia externa
El contraste resulta dolorosamente obvio. El régimen se muestra implacable para allanar residencias de inocentes, detener a opositores, secuestrar a ancianos y torturar a adolescentes. Pero cuando la amenaza viene del exterior, se paraliza.
La valentía de cartón piedra se sostiene solo dentro de las fronteras, contra una población indefensa. En el plano internacional, el chavismo luce enano, tartamudeante, incapaz de reaccionar más allá de los micrófonos.
Un lector lo expresó con crudeza: “Estos personajes son guapos para torturar venezolanos, pero se esconden ante un barco extranjero”. Y esa frase resume la frustración de un país que vive entre la represión y la vergüenza internacional.
“Cuentos de camino” y la puerta giratoria
No faltan voces que aseguran que todo lo ocurrido es puro “cuento de camino”. Sin embargo, lo que no es ficción es la política de secuestros y desapariciones forzadas que se ha profundizado en los últimos meses.
Un exalcalde, un cirujano y su esposa, una familia completa en Valencia, el padre de un dirigente de Vente Venezuela… la lista crece. Son ejemplos concretos de cómo el régimen usa la represión como herramienta de control, mientras enarbola discursos de soberanía que no se traducen en hechos.
La llamada “puerta giratoria” sigue funcionando: algunos presos políticos salen, otros entran, y los nombres cambian, pero la represión permanece. Lo doloroso es el silencio de quienes en algún momento se atribuyeron logros inexistentes, usando la libertad de los presos como trofeos políticos.
El pueblo los dejó solos
Las amenazas de Diosdado Cabello también contrastan con la evidencia más contundente: el pueblo los dejó solos. El 28 de julio, en las presidenciales; en el referendo del Esequibo; y en las regionales de mayo, la abstención fue un mensaje claro. La gente no compró el relato oficial, no creyó en el show electoral y decidió castigar con su silencio.
Este abandono ciudadano es quizá más devastador que cualquier operación extranjera. Porque un régimen sin pueblo no tiene base real de sostenibilidad. Lo demás son armas y discursos huecos, incapaces de generar legitimidad.
Lo demás es cuento de camino
La ironía final de los lectores es contundente: “Lo demás es cuento de camino”. Y no hay mejor definición para resumir la situación actual. La amenaza militar, el discurso soberanista y la “guerra del pueblo” no son más que palabras sin asidero. Lo único real es la represión interna, el miedo sembrado y la creciente soledad política de quienes se aferran al poder.
Mientras Maduro y sus secuaces prometen batallas épicas, lo que ocurre en la práctica es la profundización de un Estado policial que secuestra, tortura y silencia. Frente a potencias extranjeras, se esconden. Frente a ciudadanos indefensos, despliegan todo su arsenal.
Preguntas frecuentes (FAQ)
¿Qué dijo Diosdado Cabello sobre la operación de EE.UU. en La Blanquilla?
Amenazó con que si “ponían un pie” en Venezuela habría respuesta. Sin embargo, dieciocho efectivos de la Armada estadounidense actuaron durante ocho horas sin ninguna reacción militar venezolana.
¿Por qué los lectores hablan de “cuentos de camino”?
Porque consideran que la retórica militar del régimen es solo un show para consumo interno. La realidad demuestra que no hubo capacidad de respuesta ni voluntad de enfrentar a una potencia extranjera.
¿Cuál es el contraste principal que señalan los ciudadanos?
El régimen es fuerte para reprimir a su pueblo, pero débil e impotente ante actores internacionales. La represión interna contrasta con la parálisis externa.
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Cierre: amenazas huecas y realidades dolorosas
Las amenazas de Diosdado Cabello quedaron en evidencia como un libreto vacío. No hubo reacción militar, no hubo defensa soberana, no hubo más que palabras. Lo que sí existe, en cambio, es la represión interna, la tortura de inocentes y el silencio cómplice de un sistema que ha perdido legitimidad.
El pueblo ya habló con su abstención. El mundo observa con escepticismo. Y cada amenaza sin respuesta no hace más que confirmar que la revolución armada no es más que un cuento de camino.
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