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Cuba apoyo político a Maduro: la entrevista que lo revela
Cuba apoyo político a Maduro: la entrevista con Mehdi Hassan confirma que La Habana no irá a la guerra por Venezuela.

En una entrevista que ha recorrido el mundo, el periodista británico-estadounidense Mehdi Hassan preguntó sin rodeos al viceministro de Relaciones Exteriores de Cuba: “Si Estados Unidos entra en guerra con Venezuela, ¿Cuba se involucra?”. La respuesta fue tan clara como devastadora para el relato chavista: “Cuba dará todo su apoyo político”. Nada de tropas, nada de fusiles. Solo palabras. Una definición que, en términos geopolíticos, significa que La Habana no piensa hundirse con Maduro.
El intercambio fue breve, pero contundente. Cuando Hassan repreguntó si habría apoyo militar, el funcionario cubano esquivó: “Esa es una pregunta muy peligrosa de responder. Nosotros no vamos a ir a la guerra con Estados Unidos”. Dicho en buen castellano: si los gringos entran, Cuba se hace a un lado. El que cae es Maduro, no ellos.
“A veces, el verdadero cambio no empieza en la calle, sino en lo que decides pensar cada mañana.” — Víctor Escalona
El quiebre del mito de la hermandad eterna
Por décadas, el chavismo ha repetido el mantra de la hermandad indestructible entre Caracas y La Habana. La narrativa oficial asegura que Cuba y Venezuela son dos pueblos unidos en una sola lucha contra el “imperio”. Sin embargo, esta entrevista revela lo que muchos sospechaban: esa hermandad tiene límites muy claros. Y el límite se llama guerra.
La respuesta cubana no es improvisada. Se trata de una línea política coherente con la estrategia de supervivencia de un régimen que lleva más de 70 años esquivando sanciones y sobreviviendo a crisis. Si algo ha aprendido el castrismo es a medir hasta dónde puede tensar la cuerda. Y esta vez, el mensaje es inequívoco: apoyaremos a Maduro con discursos, pero no con sangre.
Cuba acompaña hasta la puerta del cementerio
La metáfora es dura, pero certera: Cuba acompañará a Maduro hasta la puerta del cementerio, pero no se meterá en el hueco con él. La Habana sabe que un conflicto directo con Estados Unidos sería suicida. Por eso, aunque repita consignas de “solidaridad revolucionaria”, lo que realmente ofrece es respaldo político, es decir, declaraciones y votos en foros internacionales. Nada más.
Para Maduro, este mensaje es un balde de agua fría. Durante años vendió la idea de que, llegado el momento, Cuba sería su principal aliado militar. La realidad es otra: en caso de conflicto, el chavismo se queda solo. Y lo más grave es que ahora lo sabe todo el mundo.
El cálculo frío de La Habana
Cuba no es ingenua. Su dirigencia conoce de primera mano lo que significa enfrentarse al poderío militar estadounidense. Durante la crisis de los misiles en 1962, La Habana vivió la experiencia de estar al borde de la aniquilación. Esa memoria histórica pesa. Hoy, ante la posibilidad de un choque entre Washington y Caracas, la isla repite su receta: resistencia política, pero prudencia militar.
El mensaje del viceministro no fue un error de comunicación. Fue un aviso meditado. Con él, Cuba busca dejar claro que no pondrá en riesgo su propia supervivencia por defender a un socio que, en los últimos años, más que aliado se ha convertido en una carga económica.
La soledad de Maduro
Para Maduro, este distanciamiento es un golpe simbólico. Acostumbrado a presentarse como parte de un bloque antiimperialista sólido, la confesión cubana lo deja al desnudo. Ya no puede sostener el discurso de que “Cuba estará con nosotros hasta el final”. El final, en este caso, significa la retórica política, no la defensa armada.
Señales de aislamiento regional
- El distanciamiento progresivo de Cuba en materia militar.
- La tibieza de otros aliados como Bolivia o Nicaragua, que prefieren declaraciones a compromisos reales.
- El creciente rechazo de la comunidad internacional a los atropellos de derechos humanos en Venezuela.
Todo apunta a que, en caso de crisis mayor, el chavismo quedaría prácticamente sin respaldo efectivo. La soledad internacional empieza a rodear a Maduro con la misma fuerza que lo acorrala en el ámbito interno.
La ironía de la narrativa chavista
El chavismo insiste en mostrarse como víctima de un asedio imperial. Sin embargo, la entrevista de Mehdi Hassan demuestra que incluso su principal aliado reconoce límites. Esa contradicción evidencia que el discurso oficial es insostenible: no existe una coalición militar dispuesta a defender a Maduro. Lo que hay es un coro de voces que lo respaldan con palabras, pero que se callan cuando la pregunta toca las armas.
El contraste es tan grotesco como el de las tanquetas desfilando en Caracas mientras la diplomacia cubana aclara que no habrá guerra por Venezuela. Una imagen vale más que mil discursos.
Un régimen que lee entre líneas
La reacción del chavismo a esta entrevista ha sido de silencio incómodo. No hubo comunicados grandilocuentes ni desmentidos. ¿Por qué? Porque saben que la respuesta cubana refleja la verdad. Es una lección de realismo político: los aliados apoyan hasta donde sus intereses lo permiten. Y en este caso, el interés de Cuba es sobrevivir, no inmolarse por Maduro.
“El que no entiende la lógica de la supervivencia política, confunde la lealtad con la ingenuidad.” — Víctor Escalona
Preguntas frecuentes
¿Cuba apoyará militarmente a Maduro?
No. La entrevista con Mehdi Hassan confirma que el respaldo será solo político y diplomático. Cuba no irá a la guerra contra Estados Unidos.
¿Qué significa “apoyo político” en este contexto?
Significa declaraciones de respaldo, votos en organismos internacionales y retórica diplomática. No implica enviar tropas ni armamento.
¿Qué impacto tiene esta postura para Venezuela?
Debilita la narrativa chavista de un bloque militar antiimperialista y muestra que, en caso de conflicto, Maduro estaría prácticamente solo.
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Cierre: la línea roja de La Habana
La entrevista de Mehdi Hassan al viceministro cubano quedará como un hito revelador: Cuba apoyo político a Maduro, pero no arriesgará su supervivencia por él. La Habana marca así una línea roja que el chavismo no puede cruzar sin quedar solo. Y esa soledad es, quizás, el principio del fin de una narrativa que se sostenía en alianzas ficticias.
La lección es clara: los regímenes pueden compartir consignas, pero cuando se trata de sobrevivir, cada cual defiende su pellejo. El castrismo lo sabe mejor que nadie. Y lo dijo sin decirlo: hasta la puerta del cementerio, pero no más allá.
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