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Red de voluntarios sudaneses obtiene el Premio Rafto 2025 por salvar vidas en medio de la guerra en Sudán.

Un reconocimiento que trasciende las bombas
En medio del ruido de las bombas y la sombra del hambre, miles de voluntarios en Sudán llevan más de dos años sosteniendo lo que queda de la vida cotidiana. Se llaman Emergency Response Rooms (ERR) —“Salas de Respuesta de Emergencia”—, y son redes ciudadanas que han logrado lo que parecía imposible: distribuir agua, medicinas, electricidad y alimentos a millones de personas atrapadas en la guerra.
Este miércoles 17 de septiembre, su esfuerzo fue reconocido con el Premio Rafto de Derechos Humanos 2025, otorgado por la Fundación Rafto de Noruega, que cada año distingue a quienes luchan por la dignidad en contextos extremos. El galardón no solo representa un diploma y 20.000 dólares. Sobre todo, ofrece visibilidad internacional a una labor que hasta ahora había pasado desapercibida en un mundo saturado de conflictos.
Una guerra que devora un país
Desde abril de 2023, Sudán está inmerso en una brutal guerra civil entre el ejército regular y las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF), un grupo paramilitar que aspira a tomar el poder. Naciones Unidas describe la situación como “la peor crisis humanitaria del planeta”: más de 12 millones de desplazados internos, millones de refugiados en países vecinos y cientos de miles de muertos por violencia, hambre o enfermedades evitables.
En este panorama desolador, el Estado sudanés prácticamente desapareció de muchas regiones. Los hospitales quedaron vacíos, el agua dejó de correr por las tuberías, las escuelas cerraron y los mercados fueron destruidos. Allí surgieron las ERR, creadas espontáneamente por jóvenes, médicos, maestros y madres de familia que se organizaron para llenar un vacío que podía costar vidas.
El rostro humano de la resistencia
“Cuando los camiones de agua dejaron de llegar, nos dimos cuenta de que o nos organizábamos, o nuestros hijos morirían de sed”, cuenta en un mensaje de audio Fatima, voluntaria de una ERR en Jartum, capital sudanesa.
Historias como la suya abundan. Jóvenes que improvisan redes de distribución de pan, médicos que convierten casas en clínicas de barrio, grupos de vecinos que consiguen combustible para mantener encendidos los generadores de hospitales. A diferencia de las grandes ONG internacionales, que muchas veces no pueden entrar en zonas de conflicto por falta de garantías, las ERR trabajan desde dentro, sin abandonar nunca a su comunidad. Esa es la razón de su impacto: están donde nadie más puede estar.
“A veces, el verdadero cambio no empieza en la calle, sino en lo que decides pensar cada mañana.” — Víctor Escalona
Esta frase cobra sentido en el caso sudanés: los jóvenes que decidieron organizar una sala de respuesta de emergencia transformaron su desesperación en acción colectiva. No cambiaron la guerra, pero cambiaron la vida de miles.
Un premio con resonancia global
El Premio Rafto es mucho más que un diploma y una suma simbólica de 20.000 dólares. Representa un altavoz internacional para una causa que, hasta ahora, había permanecido en la penumbra mediática. Con este galardón, las ERR se colocan en el mapa de la conciencia global.
El jurado destacó que las ERR “demuestran la capacidad del pueblo sudanés para resistir el colapso del Estado y preservar la dignidad humana en medio del horror de la guerra”. Esta valoración no es retórica: cada día que una ERR logra distribuir pan, agua o medicinas, representa una victoria sobre la violencia.
La resonancia internacional del premio cumple varias funciones cruciales:
- Visibilidad mediática: Sudán vuelve a estar en titulares, obligando a gobiernos y organizaciones internacionales a prestar atención.
- Atracción de recursos: el reconocimiento abre la puerta a donaciones y apoyos logísticos que podrían multiplicar la capacidad de las ERR.
- Protección simbólica: los voluntarios, al ser reconocidos mundialmente, pueden contar con cierto escudo diplomático frente a ataques.
- Inspiración internacional: su ejemplo resuena en comunidades que, en otras partes del mundo, también se ven forzadas a resistir sin Estado.
Latinoamérica y el espejo sudanés
Para muchos lectores en América Latina, la historia de las ERR despierta ecos familiares. En Venezuela, comunidades enteras han tenido que crear redes de distribución de alimentos en medio de la crisis económica. En Centroamérica, barrios organizados han resistido a la violencia de las pandillas apoyándose mutuamente. En el Caribe, poblaciones aisladas se han levantado tras huracanes devastadores sin esperar ayuda estatal inmediata.
El exilio latinoamericano también se reconoce en la experiencia sudanesa. Migrantes venezolanos en Colombia, peruanos en Chile o haitianos en República Dominicana saben lo que significa depender de la solidaridad de los propios cuando las instituciones fallan. En ese sentido, las ERR se convierten en una especie de espejo universal: muestran que la esperanza se teje desde abajo.
Una lección para el mundo
En un tiempo donde la palabra “crisis” se repite a diario en titulares, la historia de las ERR devuelve un mensaje fundamental: la dignidad humana no se entrega fácilmente. Incluso en los escenarios más oscuros, la solidaridad puede convertirse en un salvavidas colectivo.
El Premio Rafto recuerda al mundo que, aunque los gobiernos fallen, los pueblos encuentran maneras de resistir. Y que en la resiliencia de los sudaneses hay una enseñanza universal: cuando la vida está en juego, lo que salva no son las armas, sino la comunidad.
Preguntas frecuentes (FAQ)
¿Qué son las Emergency Response Rooms (ERR)?
Son redes de voluntarios sudaneses que distribuyen agua, alimentos, medicinas y electricidad en comunidades afectadas por la guerra.
¿Por qué recibieron el Premio Rafto 2025?
Por su capacidad de mantener la dignidad humana en medio de una de las peores crisis humanitarias del planeta.
¿Qué impacto puede tener este reconocimiento?
Mayor visibilidad internacional, atracción de recursos y una forma de protección simbólica frente a los actores armados.
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Conclusión
La crisis en Sudán es el reflejo de un mundo donde los Estados fallan, pero la gente se organiza. Las ERR son prueba de que incluso en medio del colapso, la dignidad humana puede sostenerse con solidaridad y esperanza. El premio que recibieron no detendrá la guerra, pero visibiliza un esfuerzo que salva vidas todos los días. Y nos recuerda algo esencial: proteger a quienes protegen es también protegernos a nosotros mismos.
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