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Transición política en Venezuela: ¿maniobras de élite contra el 28 de julio?
Transición política Venezuela 28 de julio: reuniones secretas intentan imponer un guion de élite que desconoce la voluntad popular.

La transición política en Venezuela tras el 28 de julio enfrenta un dilema crucial: mientras millones de ciudadanos defendieron su voto, ciertos grupos de élite maniobran en reuniones secretas para imponer un modelo de laboratorio. Planes a tres años, militares “responsables” y reformas improvisadas aparecen como atajos que buscan dejar al margen la voluntad popular. Pero la historia demuestra que la verdadera transición no nace en conspiraciones de salón, sino en las calles y en la voz del pueblo.
Las maniobras en la sombra
Otra vez suenan los ecos de reuniones secretas. Personajes con aires de iluminados se atribuyen la capacidad de diseñar un futuro a espaldas de la gente. Creen que el país es una maqueta de madera balsa sobre la que ellos, con sus reglas y guiones escondidos, pueden decidir cómo y cuándo ocurrirá la transición. La realidad es que esos planes de laboratorio ignoran un hecho fundamental: el 28 de julio los venezolanos ya decidieron.
El desprecio a la voluntad popular
Quienes maniobran desde la sombra suelen minimizar el valor del voto. Consideran que la mayoría ciudadana es un obstáculo, que la oposición democrática que hoy encarna ese liderazgo es prescindible, y que ellos —los supuestos arquitectos de la “real politik”— tienen mejores ideas. Es un error que se repite en la historia: cada vez que se subestima la fuerza popular, el desenlace termina por desbordar los cálculos de los conspiradores.
Transiciones de encargo
Se habla de planes a tres años, de reformas constitucionales improvisadas, de militares que supuestamente guardan en el bolsillo un guion secreto. Todo ello refleja un desprecio por la Constitución vigente y por el mandato que millones defendieron en las urnas. Lo que debería ser un proceso democrático se reduce a maniobras de élite, un teatro diseñado para desplazar a la gente común del centro de la escena.
El espejismo de la “real politik”
Quienes justifican sus acciones apelan a la “real politik”, como si la política fuera solo un tablero de ajedrez jugado entre pocos. Se creen más astutos que los demás, convencidos de que tienen a Dios agarrado por la barba. En su mente, la historia es maleable y se dobla a sus conveniencias. Pero el autoengaño tiene un límite: la realidad suele ser más terca que los cálculos de salón.
- Creen que todo depende de hilos invisibles, llamadas privadas y supuestos puentes con el poder.
- Minimizan el 28 de julio como si hubiera sido un ensayo y no un mandato legítimo.
- Menosprecian la fuerza popular que defendió su voto con coraje.
El resultado es siempre el mismo: un espejismo. Una burbuja donde la astucia personal se confunde con la historia real de un pueblo que ya decidió por la vía pacífica y democrática. La verdadera política no ocurre en esas salas cerradas, sino en el pulso social que late en la calle.
El precedente del 28 de julio
El 28 de julio de 2024 no fue un evento cualquiera: fue un hito en la historia democrática reciente de Venezuela. Millones de ciudadanos acudieron a las urnas para expresar, con valentía y esperanza, su decisión de cambio. Ese mandato no puede ser ignorado ni relativizado por quienes creen que pueden inventar atajos. La transición legítima ya fue señalada por la gente, y se resume en tres palabras: voluntad popular soberana.
El voto como mandato
Cada voto depositado en las urnas fue un acto de resistencia pacífica. En un contexto de represión y control, la ciudadanía eligió la ruta democrática. Esa elección no puede ser desechada bajo el pretexto de que existen mejores fórmulas diseñadas por supuestos expertos en “real politik”. El voto no es un estorbo: es el único camino legítimo.
Guardado con coraje
Los resultados del 28 de julio no solo se expresaron en cifras, sino en la determinación de la gente. En barrios, urbanizaciones y comunidades, millones resguardaron su decisión frente a presiones y amenazas. El coraje ciudadano es la mejor garantía de que la transición no se fabricará en laboratorios, sino en el ejercicio del derecho a decidir.
Historia y realidad: el destino de los conspiradores
La historia ofrece suficientes lecciones: los conspiradores de salón rara vez escriben los capítulos decisivos. En Nepal, en 1990 y 2006, fueron las movilizaciones populares las que tumbaron regímenes y abrieron procesos constituyentes, no los planes secretos de élites. En Europa del Este, en los años noventa, la presión social desbordó a quienes creían tener el control desde despachos. Y en Venezuela, no será distinto.
Los que hoy creen tener un guion secreto pronto descubrirán que la realidad no siempre se ajusta a sus cálculos. El pueblo, tarde o temprano, termina imponiendo el rumbo. La historia no sonríe a quienes juegan a ser arquitectos iluminados mientras desprecian la fuerza de la gente común.
“A veces, el verdadero cambio no empieza en la calle, sino en lo que decides pensar cada mañana.” — Víctor Escalona
El papel de la oposición democrática
El liderazgo que encarna la oposición democrática hoy no es fruto del azar, sino de un reconocimiento social. Es la expresión de la voluntad popular canalizada en un proyecto político. Los intentos de desplazarla por atajos de laboratorio son también intentos de ignorar a millones de ciudadanos que votaron por ella. La oposición legítima tiene el deber de sostener ese mandato frente a quienes quieren relativizarlo.
Desafío de unidad
No será fácil. La oposición enfrenta el reto de mantenerse unida y firme frente a las tentaciones de la “real politik”. Deberá resistir las presiones de quienes ofrecen soluciones mágicas, manteniendo el foco en el voto y en la voluntad del pueblo. Porque lo que está en juego no es un reparto de cuotas, sino el respeto a la soberanía ciudadana.
La transición verdadera
La verdadera transición no será producto de conspiraciones privadas, sino de un mandato público. El 28 de julio ya trazó el rumbo: Venezuela eligió resolver su crisis con votos y no con balas. Lo demás son maniobras que terminarán chocando contra la realidad. El destino no lo escriben los que se creen más astutos, sino los millones que decidieron con su sufragio.
La lección es clara: no hay transición legítima que ignore al pueblo. Y no hay futuro democrático que se construya despreciando el voto. Todo lo demás, más temprano que tarde, se desmorona.
Preguntas frecuentes
¿Qué significa la transición política en Venezuela tras el 28 de julio?
Es el proceso de cambio que la ciudadanía decidió en las urnas. No depende de conspiraciones secretas, sino de la voluntad expresada mayoritariamente por los venezolanos.
Quiénes promueven las “transiciones de laboratorio”?
Grupos de élite que intentan imponer planes de encargo, con militares o reformas improvisadas, ignorando el mandato del 28 de julio y la Constitución vigente.
Cuál es el riesgo de estas maniobras secretas?
El principal riesgo es debilitar la legitimidad del proceso democrático y minar la confianza ciudadana, repitiendo errores históricos que siempre terminan en fracaso.
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La transición política en Venezuela no se decide en conspiraciones de salón ni en papeles ocultos. Se decidió el 28 de julio, en las urnas, con la fuerza de millones de votos. Lo que resta es respetar esa decisión y acompañar al pueblo en su reclamo de cambio. Todo lo demás es ruido, espejismo y soberbia. La historia no suele sonreírle a los que se creen más avispaos, sino a los que escuchan y obedecen la voz de la gente.
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