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Crisis eléctrica en Venezuela: cuando el apagón se vuelve poder
Crisis eléctrica en Venezuela. El apagón dejó de ser casual. En Venezuela, la oscuridad se convirtió en una herramienta de control político y social.

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Durante más de una década, la crisis eléctrica en Venezuela ha dejado de ser una falla técnica para convertirse en una herramienta de control político. Lo que comenzó como una promesa de modernización energética terminó siendo un símbolo de la decadencia institucional y del dominio del poder sobre la necesidad más básica: la luz.
En un país donde los apagones ya no sorprenden a nadie, el régimen ha convertido la oscuridad en política de Estado. La falta de electricidad no solo paraliza hospitales, empresas y escuelas: también apaga la voz del ciudadano, el calor del hogar y la esperanza del futuro. En Venezuela, el apagón es poder, y el poder se alimenta de la oscuridad.
“A veces, el verdadero cambio no empieza en la calle, sino en lo que decides pensar cada mañana.” — Víctor Escalona
El origen de un colapso anunciado
En 2007, Hugo Chávez declaró la crisis eléctrica como una prioridad nacional y centralizó la gestión bajo el control estatal. En aquel momento, se prometió una revolución energética, con miles de millones de dólares invertidos para modernizar plantas termoeléctricas e hidroeléctricas. Hoy, casi veinte años después, el país sigue sumido en apagones, mientras la corrupción y la impunidad se esconden tras la justificación del “sabotaje”.
Según informes de Transparencia Venezuela, más de 40.000 millones de dólares destinados al sistema eléctrico nacional nunca fueron ejecutados de manera efectiva. Empresas fantasmas, contratos sin licitación y sobreprecios grotescos marcaron el destino de un presupuesto que podría haber transformado el país.
De la inversión al saqueo
El colapso eléctrico venezolano no es producto del azar ni de la falta de conocimiento técnico. Es consecuencia directa de una estructura corrupta que transformó la electricidad en negocio y la escasez en estrategia. La politización del sector convirtió a Corpoelec en un instrumento del régimen, más interesado en la lealtad que en la eficiencia.
“La luz que no llega a los pueblos es la misma que ilumina los palacios del poder”, se escucha decir en el interior del país. Mientras los barrios se sumen en la penumbra, las sedes gubernamentales permanecen resplandecientes. La desigualdad energética se ha convertido en metáfora de la desigualdad moral.
Apagar para controlar
La electricidad es más que un servicio público; es una forma de poder. En un país sin instituciones libres, el control energético se traduce en control social. Cada apagón funciona como un recordatorio de dependencia: sin luz, no hay comunicación, no hay protesta, no hay resistencia.
Las zonas rurales y opositoras son, históricamente, las más afectadas por los racionamientos. En cambio, las regiones donde el chavismo concentra su base electoral suelen recibir un trato preferencial. No es casualidad: el apagón no discrimina por fallas técnicas, sino por conveniencia política.
La oscuridad como política de Estado
En Venezuela, el apagón es un mensaje. Es la demostración de quién decide cuándo puedes trabajar, estudiar o incluso vivir. La electricidad, monopolizada por el poder, se usa como castigo o recompensa. No es un accidente que las protestas más grandes de los últimos años coincidieran con apagones masivos: la oscuridad también silencia la rabia.
Un país a oscuras: cifras y testimonios
Entre 2019 y 2025, el país ha registrado más de 400.000 fallas eléctricas según el Comité de Afectados por los Apagones. Estados como Zulia, Mérida, Lara y Táchira viven cortes diarios de entre cuatro y diez horas. Los comercios operan a medias, los hospitales dependen de plantas eléctricas que fallan y las familias ajustan su vida al reloj del régimen.
“Cuando se va la luz, se va todo: la nevera, el internet, el trabajo y hasta la fe”, comenta una madre en Barquisimeto. Su testimonio es uno entre millones que confirman que la crisis eléctrica no es un fenómeno técnico, sino una forma de dominación psicológica.
El apagón digital y la censura
El control energético también ha servido para reforzar el control informativo. Durante apagones prolongados, los servicios de internet, telefonía móvil y televisión por suscripción colapsan. Los medios digitales independientes —como Vierne5— enfrentan dificultades para publicar o recibir reportes desde las regiones, mientras el Estado mantiene operativos sus canales oficiales y propagandísticos.
De esta manera, el apagón físico se convierte en apagón informativo, y la censura se viste de falla técnica. El silencio, como la oscuridad, se ha institucionalizado.
La corrupción detrás del colapso
El mapa de la corrupción eléctrica en Venezuela tiene nombres y apellidos. Desde ministros hasta contratistas internacionales, todos han participado en una red de enriquecimiento ilícito que convirtió la energía en botín. Casos como los de Derwick Associates o los sobreprecios en Tocoma son apenas una muestra de cómo el saqueo estructural sustituyó a la planificación.
Los recursos desaparecieron, pero las consecuencias permanecen: torres caídas, cables robados, transformadores obsoletos y un país que se apaga un poco más cada día. Mientras tanto, el discurso oficial insiste en el “bloqueo imperial”, una narrativa conveniente que intenta ocultar el verdadero bloqueo: el de la corrupción interna.
¿Un futuro sin luz o una oportunidad de cambio?
La reconstrucción del sistema eléctrico venezolano no será tarea fácil. Requerirá más que inversión: exigirá transparencia, rendición de cuentas y un cambio profundo en la cultura del poder. Ningún megavatio será suficiente si la energía sigue sirviendo para dominar en lugar de liberar.
Sin embargo, el futuro no está totalmente a oscuras. Existen técnicos, ingenieros y especialistas dentro y fuera del país dispuestos a reconstruir la red eléctrica sobre bases éticas y sostenibles. Lo que falta es voluntad política, esa que solo surge cuando el ciudadano deja de aceptar la oscuridad como destino.
“El poder teme más a la verdad que a la oscuridad. Porque la verdad, cuando se enciende, no se apaga.” — Víctor Escalona
Preguntas frecuentes (FAQ)
¿Por qué ocurren tantos apagones en Venezuela?
Principalmente por corrupción, falta de mantenimiento, centralización del control y ausencia de inversión real en infraestructura eléctrica.
¿Existe sabotaje extranjero en el sistema eléctrico?
No hay evidencia comprobada de sabotaje externo. Los informes técnicos apuntan a fallas internas derivadas de negligencia y corrupción estructural.
¿Qué se necesita para recuperar el sistema eléctrico nacional?
Inversión transparente, gestión técnica profesional, autonomía institucional y una política energética basada en la verdad y no en la propaganda.
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Victor Julio Escalona
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