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Trump frente a Maduro. Trump replica la jugada de Noriega frente a Maduro mientras rechaza la mediación de Catar. Una historia que revive la tensión entre Washington y Caracas.

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Por Víctor Julio Escalona – Vierne5.com
“A veces, el verdadero cambio no empieza en la calle, sino en lo que decides pensar cada mañana.” — Víctor Escalona.
La historia parece repetirse. Desde los micrófonos del Congreso estadounidense hasta los pasillos de la Casa Blanca, el nombre de Venezuela vuelve a sonar con la misma tensión que Panamá en 1989. La congresista María Elvira Salazar comparó abiertamente la situación actual con la que precedió la caída de Manuel Noriega. Y la frase resonó como pólvora en la memoria colectiva de los venezolanos: “Estados Unidos está haciendo con Maduro lo que hizo con Noriega”.
Un déjà vu geopolítico: del Caribe a Miraflores
La comparación no es fortuita. Noriega, el militar panameño que pasó de aliado a enemigo de Washington, terminó capturado tras una operación quirúrgica que marcó la historia militar de EE.UU. Hoy, la administración Trump parece seguir un libreto similar frente al régimen de Nicolás Maduro: primero el cerco, luego la presión, y finalmente, el aislamiento total.
Fuentes diplomáticas en Washington aseguran que el equipo de seguridad nacional del presidente estadounidense ha cerrado todas las puertas a una negociación directa con el chavismo. La supuesta mediación de Catar, impulsada por el régimen venezolano, no pasó de ser un intento desesperado por abrir una válvula de escape ante lo inevitable. “Trump no se está comiendo el cuento de Maduro”, dicen en los pasillos del Capitolio.
Catar, el mediador sin eco
En su afán por evitar el aislamiento total, el régimen de Maduro recurrió a Catar para tender puentes diplomáticos con Washington. Pero, a diferencia de otros momentos, la administración Trump optó por el silencio y la acción. Fuentes del Pentágono aseguran que la estrategia actual no es diplomática, sino disuasiva. El objetivo no es conversar, sino presionar hasta quebrar.
Mientras tanto, Caracas celebra con euforia las palabras del emir qatarí y difunde comunicados donde habla de “reconciliación regional”. Sin embargo, detrás de los comunicados y las sonrisas forzadas, el mensaje que llega a Miraflores es frío y contundente: Washington ya no confía en Maduro.
El alivio y la duda en el pueblo venezolano
Para millones de venezolanos dentro y fuera del país, la declaración de Salazar fue como un soplo de aire fresco. La sola idea de que Washington podría actuar con la misma firmeza que en Panamá genera esperanza, pero también temor. Porque si algo ha dejado claro la historia, es que las soluciones impuestas desde afuera traen consecuencias duraderas y complejas.
En el fondo, lo que el ciudadano común desea no es venganza, sino justicia. Que los responsables de la ruina nacional enfrenten las consecuencias de sus actos. Que el hambre, la miseria y el exilio no sean los únicos capítulos de un país que alguna vez fue próspero.
Trump, firme y predecible: sin fotos, sin diálogo
El presidente Donald Trump ha demostrado que su relación con Venezuela no es una cuestión de protocolo diplomático, sino de principios políticos. Cuando ordenó cerrar los contactos con Maduro, lo hizo sabiendo que esa decisión cerraba cualquier posibilidad de negociación posterior. “No hay fotos con dictadores”, habría dicho, según fuentes cercanas al Departamento de Estado.
La línea es clara: sin elecciones libres, sin respeto a los derechos humanos y sin liberación de presos políticos, no habrá diálogo posible. Es una política que busca eliminar la narrativa del “Maduro reformista”, fabricada por el mismo aparato de propaganda que hoy intenta mostrarlo como víctima de sanciones “injustas”.
Un país sin diplomacia: el espejo panameño
En 1989, Noriega intentó sostener su poder a través de la intimidación, la represión y el control mediático. Hoy, Maduro repite los mismos errores. La diferencia es que, en la era digital, el mundo entero puede ver, escuchar y registrar cada abuso del régimen. La opinión pública global juega ahora un papel que antes no existía: el de testigo implacable.
Así como Panamá fue un punto de inflexión en la política exterior de Estados Unidos, Venezuela podría ser el nuevo escenario donde se pruebe la capacidad de Washington para restaurar el orden democrático sin desatar un conflicto regional.
Similitudes con el caso Noriega:
- Ambos líderes enfrentaron acusaciones de narcotráfico y violaciones a los derechos humanos.
- Ambos intentaron negociar salidas “diplomáticas” para ganar tiempo.
- Ambos perdieron legitimidad internacional mucho antes de caer.
La fe, el miedo y la espera
En los barrios de Caracas, la comparación con Noriega se convirtió en tema de conversación cotidiana. “Si se lo llevaron a él, ¿por qué no a este?”, comenta una mujer en Petare. En las redes sociales, miles de mensajes celebran la firmeza de Washington, pero otros temen una intervención directa.
“A veces la libertad no llega en forma de discurso, sino de acción”, escribió Víctor Escalona, recordando que las dictaduras solo entienden el lenguaje de la fuerza cuando pierden toda legitimidad moral.
Lo cierto es que la paciencia del mundo con el chavismo parece haberse agotado. El silencio de Catar y el cierre de los canales diplomáticos son solo señales de un desenlace que cada vez parece más inevitable.
El tablero global se mueve
Mientras Washington endurece su posición, Europa observa. España y Francia han mostrado cautela, aunque reconocen que el modelo venezolano es insostenible. América Latina, por su parte, se divide entre quienes aún guardan silencio y quienes piden abiertamente un cambio de rumbo.
En este contexto, Venezuela se convierte nuevamente en el epicentro del ajedrez geopolítico hemisférico. Y, como en todo juego de poder, los movimientos más decisivos se dan en silencio, lejos de los reflectores.
Preguntas frecuentes (FAQ)
¿Estados Unidos planea una intervención directa en Venezuela?
No hay confirmación oficial. Sin embargo, la política de Trump indica una estrategia de máxima presión sin descartar escenarios militares.
¿Por qué Catar intentó mediar entre Washington y Caracas?
Por interés regional y económico. Catar busca proyectarse como potencia diplomática, pero su mediación fue rechazada por la Casa Blanca.
¿Existe realmente un paralelismo entre Noriega y Maduro?
Sí. Ambos enfrentan sanciones internacionales, aislamiento político y acusaciones de vínculos con el narcotráfico. La diferencia radica en la escala y el contexto global.
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Conclusión
La historia no se repite, pero rima. Lo que ocurrió en Panamá hace tres décadas podría ser el espejo en el que hoy se mira Venezuela. La diferencia es que el mundo ya no es el mismo: hay más ojos, más cámaras y más conciencia. El régimen de Maduro no enfrenta solo a un adversario político, sino a una humanidad que ha aprendido a reconocer la mentira.
Si la Casa Blanca decide actuar, no será por capricho, sino porque el orden internacional no puede tolerar más el colapso moral de un país que alguna vez fue ejemplo de libertad y prosperidad.
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Vierne5. / La Voz Del Lector.
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