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miércoles, 22 de octubre de 2025

El poder oculto de Venezuela: la red criminal que el mundo ignoró

RadioAmericaVe.com  / Política.

 

Crimen Organizado en Venezuela.

El Crimen organizado en Venezuela. Venezuela se convirtió en un santuario del crimen global, mezclando corrupción, narcotráfico y terrorismo bajo el manto del Estado.

Red criminal venezolana, corrupción en Venezuela, vínculos con Hezbolá, narcotráfico venezolano, lavado de dinero en Venezuela

Por Víctor Julio Escalona | RadioAmericaVe.com — 22 de octubre de 2025

Si alguien dijera hoy que Venezuela posee armas nucleares, químicas o biológicas, probablemente el mundo lo tomaría como una exageración. Pero si decimos que el país ha repartido más de cien mil pasaportes a sirios, libaneses e iraníes en la última década, pocos dudarían. Lo mismo ocurre con los 21.000 millones de dólares robados por Tareck El Aissami, hoy convertidos en un botín de criptomonedas cuyo valor supera los 120.000 millones de dólares. En Venezuela, lo inaudito dejó de sorprendernos.

Lo más alarmante no es solo el saqueo, sino lo que este encubre: la fusión del Estado con el crimen transnacional. Una alianza oscura que involucra narcotráfico, lavado de dinero, financiamiento al terrorismo y protección institucional a redes de contrabando, guerrilla y lavado global. Una estructura criminal amparada desde Miraflores que convirtió a Venezuela en el bar intergaláctico de “La Guerra de las Galaxias”: un refugio de forajidos bajo la fachada de un gobierno.

De la revolución al cartel: cuando el Estado se volvió empresa criminal

El testimonio del exsubsecretario del Tesoro estadounidense, Marshall Billingslea, ante el Senado de los Estados Unidos, confirmó lo que muchos ya sabíamos: Venezuela no solo alberga a grupos terroristas como Hezbolá, sino que les facilita pasaportes, logística, lavado de dinero y entrenamiento. Es la institucionalización del crimen como política de Estado.

Durante más de dos décadas, el chavismo desmontó cada estructura de control interno —Poder Judicial, Contraloría, Asamblea Nacional— hasta crear una maquinaria perfecta de impunidad. Ese vacío fue llenado por una red de intereses compartidos entre militares, funcionarios y narcotraficantes. En ese ecosistema, la lealtad se compra, los ascensos se pagan y los silencios se negocian en dólares o en oro.

“A veces, el verdadero cambio no empieza en la calle, sino en lo que decides pensar cada mañana.” — Víctor Escalona

El régimen venezolano dejó de ser un modelo político para convertirse en una empresa criminal con rostro ideológico. Y ese cambio no ocurrió de la noche a la mañana: fue un proceso planificado. Mientras las potencias occidentales discutían sanciones, el poder chavista construía un refugio para la delincuencia global, ofreciendo lo que nadie más podía: un Estado soberano dispuesto a proteger a cualquiera a cambio de dinero.

El oro, las criptomonedas y los sótanos vacíos de Las Mercedes

El lavado de dinero en Venezuela alcanzó niveles grotescos. Se estima que solo entre 2012 y 2024, más de 400.000 millones de dólares desaparecieron del circuito económico formal. El caso de El Aissami es apenas la punta del iceberg: sus bitcoins, según cálculos recientes, podrían superar los 120.000 millones de dólares. Un monto suficiente para comprar todo el oro del Banco Central de Venezuela... tres veces.

En Caracas, los sótanos de edificios en Las Mercedes y el este de la capital se han transformado en bóvedas clandestinas. Son estructuras vacías, sin oficinas ni comercios, pero con generadores, cámaras y sistemas de ventilación. Allí se guarda dinero en efectivo, armas, oro y documentos falsos. Es el símbolo físico de la economía paralela del régimen: un país debajo del país, donde circula el verdadero poder.

El "arsenal" invisible del régimen

Maduro no necesita armas nucleares para amenazar al mundo. Su arsenal es no convencional: consiste en redes financieras, criptomonedas, minas ilegales, alianzas con mafias del oro, grupos guerrilleros, pasaportes falsos y control absoluto del territorio. Ninguna de estas armas se lanza desde un misil; todas se ejecutan con una firma, una transacción o una orden verbal.

Mientras el pueblo sobrevive con salarios de miseria, la élite criminal vive una burbuja de lujo obsceno. Vuelan en jets privados, compran mansiones en Estambul y Madrid, y esconden su riqueza en paraísos fiscales. Para ellos, el país no es una patria, sino una plataforma logística de negocios ilícitos.

La complicidad internacional

Occidente miró hacia otro lado durante demasiado tiempo. Gobiernos europeos y bancos internacionales se beneficiaron de los miles de millones en lavado de dinero provenientes del petróleo y la corrupción. Las sanciones llegaron tarde y fueron parciales. El resultado: una dictadura blindada por redes criminales globales que usan Venezuela como puente entre América, Medio Oriente y África.

Pero algo está cambiando. La comunidad internacional empieza a comprender que Venezuela no es solo una tragedia humanitaria, sino una amenaza de seguridad global. Lo que ocurre en Caracas repercute en el Caribe, en Washington, en Madrid y en Beirut. El régimen dejó de ser un asunto local: es un riesgo geopolítico.

Una dictadura sostenida por la ilegalidad

El chavismo no se mantiene por legitimidad ni por votos, sino por dinero y miedo. Cada dólar proveniente del narcotráfico y de la minería ilegal se convierte en gasolina para mantener a flote una maquinaria de represión. Por eso, cuando el régimen pierde ingresos, aumenta la violencia: más detenciones, más persecuciones, más propaganda.

La corrupción no es un efecto colateral del sistema: es su motor. Sin ella, la estructura se desmorona. Por eso Maduro teme más a un corte financiero que a una rebelión popular. Y por eso cada sanción económica, cada bloqueo a cuentas y cada captura de un testaferro representa un golpe más duro que un misil.

El día después

En algún momento —inevitablemente— esta estructura caerá. Y cuando eso ocurra, el mundo se enfrentará a una verdad incómoda: Venezuela no fue solo víctima de un régimen autoritario, sino de una organización criminal que usó al Estado como escudo. Lo que vendrá después será el lento y doloroso proceso de limpiar los escombros, reconstruir las instituciones y recuperar la confianza.

La pregunta no es si el cambio vendrá, sino cuándo y a qué costo. Y, sobre todo, cuántos de los que hoy guardan silencio estarán dispuestos a asumir su responsabilidad cuando se descubra todo el iceberg.

Conclusión: el fin de la normalización

Lo más peligroso que puede pasarle a una sociedad no es perder la libertad, sino perder la capacidad de asombro. En Venezuela ya no sorprende nada: ni los robos, ni las alianzas con terroristas, ni las declaraciones vacías de los cómplices. Pero el asombro volverá. Y cuando lo haga, vendrá acompañado de justicia.

“El 28 de julio ya decidió: la verdad no se borra.” Esa frase resume la esperanza que aún persiste en millones de venezolanos: la certeza de que, más allá del miedo y la manipulación, la historia siempre termina por poner las cosas en su lugar.

Preguntas frecuentes (FAQ)

¿Qué tan real es la conexión entre el régimen venezolano y grupos terroristas?

El testimonio ante el Senado de EE. UU. de Marshall Billingslea confirma que Venezuela es refugio de organizaciones como Hezbolá, con operaciones de lavado y tráfico.

¿Cómo afecta esta red criminal a los venezolanos comunes?

El impacto es devastador: inflación, pobreza, colapso de servicios y destrucción de la economía real. Cada acto de corrupción roba recursos vitales al pueblo.

¿Es posible desmantelar este sistema?

Sí, pero no desde dentro. Requiere una acción internacional coordinada, judicialización global y recuperación institucional. El primer paso es no callar.

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