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domingo, 26 de octubre de 2025

Persecución a la Iglesia en Venezuela: la venganza mafiosa de Maduro

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Persecución a la Iglesia en Venezuela: la venganza mafiosa de Maduro

La persecución a la Iglesia en Venezuela refleja la venganza mafiosa de un régimen que odia la fe y teme la verdad. Cardenal Porras, símbolo de dignidad.

Por Redacción Vierne5 | Domingo 26 de octubre de 2025

La persecución a la Iglesia en Venezuela alcanza un punto de inflexión con el ataque al cardenal Baltazar Porras, impedido de llegar a Isnotú para honrar a José Gregorio Hernández y la madre Carmen. Un acto que revela la furia y el miedo del régimen ante la verdad y la fe.

Un régimen contra la fe

El episodio vivido en Isnotú no fue un simple exceso militar. Fue un mensaje político y espiritual: el poder no tolera lo sagrado cuando lo sagrado denuncia el pecado del poder. La persecución a la Iglesia en Venezuela se ha convertido en una política sistemática de intimidación, humillación y censura, ejecutada por quienes han hecho de la impunidad su altar.

El cardenal Baltazar Porras no fue detenido por casualidad. Fue una orden directa, una represalia planificada después de sus palabras del viernes 19, en las que señaló la miseria moral del régimen y su responsabilidad por el sufrimiento de millones de venezolanos. Impedirle llegar a Isnotú fue la respuesta de un Estado mafioso que siente amenazada su narrativa de poder.

El eco de las palabras de Parolin

Solo días antes, el secretario de Estado del Vaticano, Pietro Parolin, había pronunciado un mensaje que todavía resuena: “Romper todos los cepos, abrir las prisiones injustas, liberar a los oprimidos”. Cada una de esas frases fue una daga en el ego de quienes gobiernan desde el miedo. Parolin no habló de política, habló de redención; y esa diferencia es la que los tiranos no soportan.

La venganza mafiosa de Maduro no es solo contra los sacerdotes o el Vaticano, sino contra la conciencia nacional. En un país donde las iglesias son refugio y esperanza, atacar a los símbolos religiosos es una forma de golpear la fibra espiritual del pueblo. Es, en esencia, una guerra contra el alma venezolana.

José Gregorio y la Madre Carmen: los santos que el régimen teme

La canonización de José Gregorio Hernández y la Madre Carmen representó un renacer de la fe y un mensaje de unidad. Sin embargo, para el régimen, la espiritualidad es una amenaza. En lugar de celebrar el milagro de la santidad, el poder eligió el camino del odio, como si temiera que la luz de los altares revele la oscuridad de sus actos.

Los santos no son enemigos políticos, pero sí son testigos incómodos. Encarnan la humildad, la caridad, la ética… virtudes que contrastan con la soberbia, la corrupción y la mentira. Por eso, la persecución a la Iglesia en Venezuela es, en realidad, la confesión pública del vacío moral del madurismo.

De Isnotú a Managua: los paralelos de la represión

“Maduro imita a Daniel Ortega”, escribió un lector desde Mérida. Y tiene razón. La represión contra el cardenal Porras recuerda los ataques del régimen nicaragüense contra los obispos que denunciaron los abusos de poder. En ambos países, los gobiernos autoritarios ven a la Iglesia como un obstáculo para su control absoluto.

Ortega despojó de nacionalidad a sacerdotes, destruyó templos y encarceló a monjas. En Venezuela, el manual se repite: censura, hostigamiento y expulsiones. La diferencia es que la historia ya no está del lado de los tiranos. El mundo observa y documenta, y cada acto represivo se convierte en una nueva evidencia ante los tribunales internacionales.

La cobardía del poder y la valentía de la fe

Maduro y Padrino López mostraron su debilidad disfrazada de fuerza. Mandaron tropas a detener a un cardenal desarmado, como quien intenta apagar la luz con un fusil. Pero la fe no se detiene. Los venezolanos vieron en esa escena no una demostración de autoridad, sino de miedo.

Como dijo el propio Víctor Escalona en una de sus reflexiones:

“A veces, el verdadero cambio no empieza en la calle, sino en lo que decides pensar cada mañana.”

Y millones de venezolanos ya han decidido pensar distinto. El régimen podrá manipular leyes, decretos y cárceles, pero no puede encarcelar la conciencia colectiva ni silenciar la oración de un pueblo que ha hecho de la esperanza su resistencia.

El intento de borrar la nacionalidad

El caso de Leopoldo López confirma la deriva fascista del régimen. Pretenden despojarlo de su nacionalidad como castigo simbólico, una medida tan absurda como ilegal. La Constitución venezolana es clara: la nacionalidad es irrenunciable. Solo una tiranía se atrevería a jugar con algo tan sagrado como la identidad de sus ciudadanos.

Al querer expulsar al cardenal Porras de su misión pastoral y negar la venezolanidad de sus opositores, Maduro demuestra su vocación de verdugo. No gobierna un país, administra un secuestro prolongado. Pero cada acto de persecución es también una confesión: quien necesita reprimir para sostenerse, ya ha perdido.

La fe no se rinde

La Iglesia venezolana ha sido históricamente la voz moral de los que no tienen voz. Desde Monseñor Arias Blanco en 1957 hasta el cardenal Porras hoy, la palabra sagrada ha sido una antorcha en medio del apagón nacional. Cuando los medios fueron censurados, cuando las calles fueron militarizadas, los templos permanecieron abiertos.

Los venezolanos saben que la fe no se rinde. Cada vez que un sacerdote alza la voz, miles de creyentes la multiplican. El miedo se quiebra cuando el alma se ilumina. Por eso, la represión contra la Iglesia no logra su propósito: en lugar de callar, despierta.

¿Por qué el régimen teme tanto a la Iglesia?

  • Porque la Iglesia habla de verdad, y la verdad libera.
  • Porque la fe une lo que el poder quiere dividir.
  • Porque los templos congregan, y el miedo necesita aislamiento.
  • Porque los santos siguen inspirando justicia, incluso desde la eternidad.

El grito de libertad en las parroquias

Los lectores lo adelantaron: el grito de libertad se escuchará en cada barrio, en cada pequeña iglesia. No habrá censura que impida ese eco. Venezuela ha sido herida, pero no ha sido vencida. El espíritu del pueblo está más despierto que nunca.

El cardenal Porras, con su serenidad y su coraje, se ha convertido en un símbolo de esa resistencia moral. Su ejemplo trasciende la jerarquía eclesiástica: representa a todo ciudadano que se niega a rendirse ante la mentira.

Preguntas frecuentes (FAQ)

¿Por qué Maduro arremete contra la Iglesia?

Porque la Iglesia denuncia los abusos del poder, defiende los derechos humanos y se mantiene independiente del control político. Su autoridad moral es un obstáculo para el autoritarismo.

¿Qué representa el cardenal Baltazar Porras?

Es un referente espiritual y moral que ha defendido la dignidad del pueblo venezolano. Su reciente agresión simboliza la intolerancia de un régimen que teme la verdad.

¿La comunidad internacional puede intervenir?

Sí. Los actos de persecución religiosa son violaciones a los derechos humanos y pueden ser denunciados ante instancias como la ONU y la Corte Penal Internacional.

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Conclusión

La persecución a la Iglesia en Venezuela es el reflejo más nítido de un régimen en decadencia. Al atacar a los hombres de fe, Maduro ha cruzado una línea espiritual que ningún poder terrenal puede justificar. Pero cada golpe que da al clero se convierte en una bendición multiplicada en los corazones del pueblo.

Como diría José Gregorio Hernández, “la fe no se impone, se inspira”. Y Venezuela, aun en su sufrimiento, está inspirando al mundo con su resistencia pacífica, su esperanza intacta y su certeza de que la verdad, tarde o temprano, triunfará.

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