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viernes, 24 de octubre de 2025

Teatro para incautos: los misiles rusos de Maduro y la propaganda del miedo

RadioAmericaVe.com / Opinión.

 

Maduro exhibe misiles rusos como símbolo de poder mientras Venezuela sufre hambre y represión. Un espectáculo de miedo más que de fuerza.

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Por Víctor Julio Escalona – Vierne5.com

Un teatro armado con humo y chatarra

Venezuela amaneció otra vez con un acto de bravura televisada. Nicolás Maduro, micrófono en mano, volvió a alzar la voz y a mostrar al mundo sus “cinco mil misiles rusos” —una amenaza que pretende disfrazarse de poder, pero que en realidad huele a desesperación. En un país donde el salario mínimo no alcanza ni para un kilo de queso, donde los hospitales se caen a pedazos y la inflación devora cada intento de esperanza, el régimen vuelve a poner en escena su vieja obra: el teatro del miedo.

Ayer, el mandatario aseguró que los Igla, misiles portátiles de corto alcance fabricados en Rusia, “están listos para disparar”. Lo dijo con tono de general épico, pero todos sabemos que lo hizo como actor de un guion escrito para mantener control sobre los suyos. Porque los Igla, en realidad, no garantizan nada: ni defensa ni disuasión. Son armas que dependen de un sistema aéreo que Venezuela no tiene, de radares que no funcionan, de técnicos que ya no están.

“El verdadero poder no se demuestra con misiles, sino con la paz interior de un pueblo que ya perdió el miedo.” — Víctor Escalona.

Los misiles del miedo: entre el ruido y la ruina

En el fondo, lo que Maduro dispara no son cohetes, sino mensajes de intimidación. El ruido metálico de esos misiles oxidados busca ocultar el silencio de las ollas vacías. Su discurso militarista no está dirigido a Washington ni a Bogotá, sino al venezolano común que todavía recuerda el ruido de las botas en la madrugada.

La estrategia es vieja: crear una amenaza externa para justificar el control interno. Como en toda dictadura clásica, el enemigo invisible es la mejor excusa para reprimir, censurar y retener poder. Pero esta vez, el teatro tiene más humo que trama. Los misiles se muestran, pero no vuelan; se anuncian, pero no funcionan. Es el mismo guion que lleva dos décadas: gritar revolución mientras se negocia en dólares.

El show militar y la miseria cotidiana

Mientras Maduro presume sus armas, el pueblo hace filas por harina y medicinas. Los jóvenes emigran, los ancianos mueren sin tratamientos, los maestros protestan con carteles en lugar de pancartas, y los hospitales funcionan como refugios improvisados. ¿De qué sirve un misil si el país no puede alimentar a sus soldados? ¿Qué sentido tiene gastar millones en propaganda militar mientras la infraestructura civil colapsa?

En este contraste radica la esencia del cinismo político: mostrar fuerza mientras se vive de rodillas. Los misiles rusos de Maduro no representan poder real; representan el miedo de un régimen que ya no confía ni en su sombra.

Rusia, un socio más simbólico que estratégico

El vínculo con Moscú es más teatral que militar. Rusia ve en Venezuela un escaparate geopolítico, no un aliado estratégico. Sus envíos de armamento, asesoría y propaganda cumplen la función de sostener una narrativa de confrontación global, pero sin comprometer su propia seguridad ni recursos.

En los últimos años, los informes del Instituto Internacional de Estudios para la Paz (SIPRI) han mostrado que las exportaciones militares rusas a Venezuela se redujeron en más del 80%. Lo que queda son equipos obsoletos, sin mantenimiento ni repuestos. En resumen: misiles sin cielo.

La psicología del miedo y el control social

Lo que Maduro intenta no es prepararse para la guerra, sino prolongar el miedo. Cada discurso belicista tiene un destinatario claro: el ciudadano. Porque el miedo paraliza, impide pensar, divide, y lo más importante, hace obedecer. La “defensa de la patria” se convierte así en una herramienta emocional, una forma de chantaje colectivo.

Y mientras el país se acostumbra a vivir en alerta, el poder se mantiene. Como dijo alguna vez un pensador: “Quien controla el miedo controla las decisiones”. Esa es la esencia de este teatro para incautos.

El ejército como audiencia cautiva

En los cuarteles, el espectáculo tiene doble efecto. Por un lado, busca mantener la moral de una Fuerza Armada desgastada y fracturada. Por otro, pretende recordar a los mandos medios que su lealtad no se negocia. El problema es que muchos de esos oficiales conocen la verdad: no hay misiles operativos, ni entrenamiento actualizado, ni logística funcional.

En la práctica, la estructura militar venezolana se sostiene más por miedo que por convicción. Y ese miedo, al igual que los misiles, es portátil, oxidado y a punto de estallar.

Del teatro a la propaganda

Las imágenes de Maduro mostrando armamento en televisión nacional no buscan preparar al país para una guerra, sino mantener la ilusión de control. En redes sociales, los medios estatales replican la narrativa: “Venezuela está lista para defenderse”. Lo cierto es que lo único que defienden es su permanencia en el poder.

Los cinco actos del espectáculo chavista

  • Acto 1: Crear una amenaza externa (Estados Unidos, Colombia o “el imperialismo”).
  • Acto 2: Mostrar un gesto de fuerza (misiles, tanques, maniobras).
  • Acto 3: Controlar la narrativa (cadenas nacionales, medios oficialistas).
  • Acto 4: Generar miedo interno (represión, detenciones, rumores).
  • Acto 5: Reafirmar el poder (“El comandante sigue firme”).

Este guion, repetido hasta la saciedad, sigue siendo eficaz entre quienes dependen del régimen para sobrevivir, pero cada vez menos creíble para un país que ya aprendió a reconocer el humo entre los aplausos.

La ironía del poder débil

Hay algo profundamente irónico en ver a Maduro hablar de soberanía mientras mendiga combustible a Irán y divisas a Turquía. O en escucharle hablar de defensa nacional mientras los migrantes venezolanos son rechazados en las fronteras del mundo. Su discurso militarista suena vacío porque proviene de un poder débil, sostenido más por la represión que por la legitimidad.

“El miedo es la última herramienta de quien ya no tiene autoridad moral.” — Víctor Escalona.

Preguntas frecuentes (FAQ)

¿Qué son los misiles Igla que Maduro mencionó?

Son misiles portátiles de fabricación rusa, diseñados para derribar aeronaves a baja altura. Sin embargo, su eficacia depende de sistemas radar y mando que Venezuela no posee plenamente operativos.

¿Por qué Maduro insiste en mostrar poder militar?

Porque necesita mantener el control psicológico sobre su base política y sobre el ejército. La amenaza externa funciona como cortina de humo frente a la crisis económica y social.

¿Hay un riesgo real de conflicto armado?

No. La supuesta “alerta militar” es una maniobra de propaganda interna. Ningún país tiene intención de atacar Venezuela; el verdadero enemigo del país es su propia crisis estructural.

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Conclusión: el miedo como último acto

Venezuela vive su propia tragicomedia: un país con hambre y misiles, con miedo y propaganda. El teatro continúa, pero el público ya no aplaude. Porque el miedo, cuando se repite, deja de intimidar y comienza a aburrir. Lo que Maduro no entiende es que ningún régimen puede sostenerse solo con amenazas.

Cuando un gobierno necesita misiles para sentirse fuerte, es porque ya perdió la batalla moral. Y cuando un pueblo se atreve a mirar más allá del humo, es porque está listo para despertar.

“El teatro del poder siempre termina cuando el público deja de creer.”

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