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Salud como negocio de guerra: cómo se lucran intermediarios, farmacéuticas y Estados mientras pacientes y médicos asumen el costo humano.

Militarización de la salud, complejo médico-industrial, guerra y farmacéuticas, economía de conflictos sanitarios, lucro en emergencias de salud
Cuando la salud opera como negocio de guerra, las emergencias se convierten en mercado, la escasez en estrategia de precios y la vida en un KPI. Este editorial radiografía los incentivos que militarizan la salud, empujan compras opacas y trasladan el costo a pacientes y médicos en Venezuela, América Latina y las diásporas en Estados Unidos, Canadá y Europa.
Del juramento hipocrático al margen de contribución
La salud promete cuidado; el mercado promete eficiencia. Entre ambas promesas surgió un ecosistema que se comporta como economía de guerra: se expande en crisis, concentra poder y legitima excepciones. Pandemias, sanciones, bloqueos logísticos y conflictos armados abren una puerta temporal que algunos convierten en pasillo permanente: compras directas sin competencia, contratos blindados, precios dinámicos alejados del costo real y cadenas de suministro tan opacas como estratégicas. Venezuela conoce la cara dura de esta ecuación, pero el fenómeno es global: hospitales de Estados Unidos sometidos a monopolios de insumos; países europeos atrapados por cláusulas de confidencialidad; sistemas latinoamericanos fragmentados con sobrecostos crónicos.
“A veces, el verdadero cambio no empieza en la calle, sino en lo que decides pensar cada mañana.” — Víctor Escalona
El complejo médico-industrial: anatomía de un poder silencioso
Quién decide qué se compra, a quién y a qué precio
El ciclo comienza en la regulación (registros, patentes, compras públicas), sigue en la fabricación (API, biológicos, dispositivos) y termina en la distribución (mayoristas, hospitales, seguros, farmacias). Cada eslabón agrega valor; algunos agregan poder. Cuando la urgencia entra a escena, la negociación se asimetriza: el proveedor define condiciones, el Estado paga por adelantado y el hospital ajusta protocolos a la disponibilidad, no a la evidencia.
Seis señales de “economía de guerra” en salud
- Contratos de emergencia prolongados más allá de la emergencia.
- Cláusulas de confidencialidad que impiden comparar precios entre países.
- Dependencia de pocos fabricantes de principios activos o dispositivos críticos.
- Intermediación excesiva que multiplica márgenes sin aportar trazabilidad.
- Litigios de patentes usados para retrasar la competencia de genéricos.
- Marketing clínico que captura prescriptores mediante “evidencia patrocinada”.
De la fábrica al paciente: dónde se infla el precio
Costos reales vs. precios de oportunidad
En crisis, el precio deja de reflejar el costo y pasa a medir la desesperación. El transporte aéreo sustituye al marítimo, la logística en frío se vuelve cuello de botella y cada autorización vale oro. El resultado: listas de hospitales con sobrecostos de dos a cinco veces. Los sistemas con menor transparencia pagan más y peor.
El papel de los seguros y los pagadores
Cuando las aseguradoras trasladan el riesgo a copagos y exclusiones, la factura cae sobre familias. En América Latina, los hogares asumen de su bolsillo entre 25% y 50% del gasto en salud. En Estados Unidos, deducibles y redes cerradas empujan a aplazar tratamientos. En Venezuela, la dolarización informal cruza con desabastecimiento: la medicina llega, pero no para todos.
Ética y clínica en tensión: el médico como amortiguador
El profesional de la salud se convierte en dique ético entre el negocio y el paciente. Negocia muestras, busca alternativas, prioriza casos, escribe cartas a proveedores y asume el desgaste emocional de decidir con escasez. La mercantilización sin reglas deja al médico en la intemperie jurídica y moral.
Lecciones desde tres geografías
Venezuela: escasez como incentivo perverso
La ruptura de cadenas de suministro creó nichos de importación paralela, sobreprecios y dependencia de donaciones. La desregulación de facto abrió espacio a oportunistas y dejó fuera a fabricantes serios sin garantías de pago.
América Latina: compras fragmentadas, precios fragmentados
La región compra como 20 mercados distintos, no como un bloque. Sin volumen negociado, los descuentos se diluyen. Los programas de compra conjunta funcionan cuando hay planificación y cumplimiento, no solo voluntad política.
Europa y Estados Unidos: innovación cautiva y cláusulas blindadas
La innovación es vital, pero el modelo de fijación de precios y secreto comercial puede terminar capturando a los pagadores públicos. La evidencia clínica no debe viajar encadenada a la factura.
Diez medidas para desmilitarizar la salud sin frenar la innovación
- Transparencia de precios y contratos con repositorios públicos comparables por presentación y volumen.
- Compras cooperativas regionales para genéricos y dispositivos de alto uso.
- Cláusulas de acceso ligadas a resultados: pagar más si funciona mejor, menos si no.
- Fomento a fabricantes locales y regionales con estándares GMP y financiamiento inteligente.
- Auditoría ciudadana para lotes, fechas de entrega y trazabilidad.
- Fortalecer reguladores con talento y salarios competitivos para evitar captura.
- Protocolos clínicos abiertos que reduzcan la variabilidad de prescripción.
- Fondos de riesgo compartido entre Estado, aseguradoras y proveedores ante catástrofes sanitarias.
- Plataformas de subasta inversa con reglas claras y penalizaciones reales.
- Protección del denunciante para proveedores y clínicos que revelen prácticas abusivas.
Pacientes y familias: del miedo a la organización
Cuando la salud se trata como guerra, el paciente queda en posición de rehén. La salida está en la organización: ligas de usuarios, cooperativas de compra y observatorios de precios. La comunidad no sustituye al Estado, pero exige que funcione.
El rol de la diáspora: tecnología, trazabilidad y puente financiero
Venezolanos en USA, Canadá y Europa operan como puente de verificación, financiación y logística. Pueden documentar precios, negociar con distribuidores serios y apoyar proyectos de abastecimiento con estándares, no con improvisación. La diáspora debe ser aliada del sistema, no su parche eterno.
Trabajo clínico digno: del heroísmo a la política pública
La épica no paga guardias ni compra insumos. Se necesitan escalas salariales decentes, estabilidad institucional y protección legal. Sin esto, el sistema seguirá vaciándose de talento y el negocio de guerra continuará rentable.
Checklist mínimo para cambiar la ecuación en 180 días
- Publicar precios de referencia por principio activo y presentación.
- Lanzar una mesa de compras conjuntas con cronograma y metas de ahorro.
- Instalar trazabilidad digital de lotes en 10 hospitales piloto.
- Crear un fondo rotatorio para medicamentos esenciales con auditoría externa.
- Firmar convenios con 3 fabricantes regionales bajo GMP verificado.
“La libertad se construye con hábitos pequeños y decisiones conscientes. El miedo quiere velocidad; la democracia necesita constancia.” — Víctor Escalona
Preguntas frecuentes (FAQ)
¿Regular precios mata la innovación?
No si se diseña bien. Es posible combinar techos dinámicos, pagos por resultados y compras de volumen que sostengan investigación y garanticen acceso. La opacidad, no el control inteligente, es la enemiga de la innovación.
¿Las compras conjuntas funcionan en países con inestabilidad?
Sí, si se blindan con gobernanza técnica, calendarios estrictos y sanciones por incumplir. La clave es separar la decisión técnica de la negociación política.
¿Cómo proteger a los médicos de la presión comercial?
Con protocolos públicos, prohibición de incentivos encubiertos, contratos laborales claros y comités de ética con dientes. Transparencia y respaldo institucional reducen la captura del prescriptor.
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Conclusión: desarmar el negocio de guerra sin desarmar la ciencia
La salud no necesita héroes cansados ni intermediarios eufóricos; necesita reglas. Si la sociedad exige contratos transparentes, precios comparables y compras profesionales, la ciencia seguirá avanzando sin que el paciente financie trincheras. La innovación tiene sentido cuando llega a tiempo, a precio justo y con trazabilidad. Ese es el armisticio que importa.
Llamado a la acción: ¿Has visto sobreprecios, desabastecimiento o contratos opacos? Documenta, comparte con tu comunidad y exige a tus representantes un plan de 180 días con metas públicas. Este medio acompañará con datos y voz.
¿Qué opinas? Escríbenos a [email protected]. Tu voz también cuenta.
RadioAmericaVe.com / Editorial.
Victor Julio Escalona
Editor.
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