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Terror de Estado en Venezuela:
La persecución y represión en Venezuela alcanzan un nuevo nivel. La razzia contra inocentes evidencia que el régimen de Maduro solo sabe sostenerse con miedo y control.
Represión política en Venezuela
Persecución del régimen de Maduro
Detenciones arbitrarias en Venezuela
Crisis de derechos humanos en Venezuela
Razzia del régimen chavista
Autoritarismo y control en Venezuela

Por Redacción RadioAmericaVe.com | Domingo 2 de noviembre de 2025
En la Venezuela de hoy se vive bajo un terrorismo sistemático, una razzia de Estado que se ha convertido en el lenguaje cotidiano del poder. No se trata ya de una dictadura disimulada, sino de un sistema que se alimenta del miedo, de la persecución y del silenciamiento. Cada allanamiento, cada detención arbitraria, cada exilio forzado son piezas de un engranaje diseñado para mantener viva la dominación a cualquier costo.
Desde Caracas hasta el último caserío del país, los venezolanos inocentes vuelven a sentir la respiración del poder en la nuca. Es una persecución sin nombre, donde la sospecha es suficiente para encarcelar, donde disentir es una sentencia. Y lo más alarmante: aún hay quienes, desde dentro y fuera, pretenden maquillar esta realidad con discursos de “normalización” o “reconciliación”.
La tiranía no se transforma: solo se refina
Muchos han querido creer que si se deja tranquilo al déspota, el país encontrará estabilidad. Pero la historia —y la psicología del poder absoluto— demuestran lo contrario. Las tiranías no se vuelven benévolas cuando se las ignora; se vuelven más sofisticadas. Como todo depredador, el régimen de Maduro no se detiene al saciarse: necesita ir por más.
La represión en Venezuela ha mutado. Ya no se trata solo de balas y cárceles, sino de mecanismos de control psicológico, económico y mediático. Se censura, se humilla, se persigue, se destruye la fe pública y se inocula el miedo como política de Estado. Lo dijo un lector con claridad: “en un régimen tiránico, la situación siempre avanzará hacia un abismo sin fin”.
“A veces, el verdadero cambio no empieza en la calle, sino en lo que decides pensar cada mañana.” — Víctor Escalona
2024: el año en que el mundo vio, pero calló
El año 2024 marcó una línea moral para la historia contemporánea venezolana. Los ciudadanos cumplieron cada paso exigido por la comunidad internacional: se inscribieron, participaron, resistieron y ganaron por la vía electoral. El fraude del 28 de julio fue visible incluso para los observadores más prudentes. Sin embargo, el mundo prefirió mirar hacia otro lado, cautivado por una diplomacia de espejismos.
Los acuerdos de Doha y Barbados fueron manipulados como carnadas para detener la presión, mientras el régimen usó el diálogo como estrategia de oxigenación. Lula, Petro y López Obrador jugaron el papel de garantes, pero en la práctica sirvieron de escudo político para un gobierno ilegítimo que hoy sigue persiguiendo, encarcelando y torturando a los suyos.
El terrorismo de Estado como política de control
El término “terrorismo de Estado” no es una metáfora: es una descripción técnica. Se trata del uso sistemático de la violencia por parte del Estado para infundir miedo entre la población civil, desmovilizar la protesta y garantizar obediencia. En Venezuela, esta práctica es visible en los métodos del SEBIN, la DGCIM y los cuerpos de seguridad militarizados.
- Detenciones nocturnas sin orden judicial.
- Centros clandestinos de tortura y aislamiento.
- Juicios exprés sin derecho a defensa.
- Campañas mediáticas para criminalizar la disidencia.
- Despojo de bienes y exilio forzado de líderes opositores.
La “razzia” actual es el reflejo de un sistema que ya no busca gobernar: busca sobrevivir. Cada detención es un mensaje. Cada exiliado, un trofeo. Cada silencio, una victoria temporal del miedo.
El mundo observa, pero el reloj corre
La comunidad internacional enfrenta un dilema moral. Mientras algunos gobiernos defienden la “no intervención”, otros países del hemisferio sur, encabezados por Estados Unidos y Canadá, advierten que la crisis venezolana representa un riesgo regional. La desestabilización migratoria, el narcotráfico y los vínculos del régimen con organizaciones irregulares como el ELN y el Tren de Aragua ya no son asuntos internos: son una amenaza continental.
Es hora de que el mundo entienda que Venezuela no sufre una crisis política, sino una tragedia humanitaria. Y como tal, no admite tibiezas. Cada día que pasa, una familia huye, una madre llora y un preso político es sometido a tortura psicológica. La diplomacia, sin justicia, es complicidad.
El papel de la unidad nacional
Ante la barbarie, la única respuesta posible es la unión. Los venezolanos dentro y fuera del país tienen una tarea común: mantener viva la memoria y la exigencia de libertad. La tiranía se derrumba cuando la sociedad decide no acostumbrarse a ella. Un país no muere mientras haya quien diga la verdad.
“Solo unidos seremos libres.” — Editorial Vierne5
Un mensaje a la conciencia internacional
La razzia de Maduro no es solo contra individuos: es contra la idea misma de nación. Los ataques a la Iglesia, las universidades, los gremios, los medios y las ONG forman parte de una estrategia integral de desmantelamiento de la sociedad civil. Ningún ciudadano, por silencioso que sea, está a salvo.
La persecución selectiva busca quebrar el espíritu de resistencia y fomentar la autocensura. Pero, paradójicamente, esa misma represión ha despertado un nuevo sentido de unidad en los venezolanos. Desde los barrios de Caracas hasta las diásporas en Madrid, Miami y Santiago, crece una certeza: no hay salida individual, solo colectiva.
Preguntas frecuentes (FAQ)
¿Qué es el terrorismo de Estado?
Es el uso del miedo, la represión y la violencia por parte del propio gobierno para mantener el control social. En Venezuela, se manifiesta en detenciones arbitrarias, censura y persecución política.
¿Por qué se habla de “razzia” en el contexto venezolano?
El término alude a redadas masivas, detenciones sin juicio y operaciones de castigo que buscan sembrar miedo. Se usa hoy para describir la persecución sistemática del régimen contra civiles y opositores.
¿Qué puede hacer la comunidad internacional?
Más que pronunciamientos, se necesita acción coordinada: sanciones efectivas, apoyo humanitario directo y respaldo diplomático real al gobierno legítimo electo por el pueblo en 2024.
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Conclusión
Venezuela no puede esperar más. La razzia actual no es un episodio aislado, sino una advertencia del infierno en que se convierte un país cuando el poder no tiene límites. El régimen de Maduro no solo destruyó la economía: intenta destruir la esperanza.
Queda en manos de cada venezolano —dentro o fuera del territorio— hacer su parte. Hablar, denunciar, ayudar, resistir. Porque el silencio, en este punto, es una forma de complicidad.
¿Qué opinas? Escríbenos a [email protected]. Tu voz también cuenta.
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