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Barajita repetida: el libreto contra Machado vuelve con ruido
Cabello repite el guion: acusa a Machado, pero no la captura. Contexto y preguntas incómodas en un país cansado del truco.

Domingo, 10 de agosto de 2025. En Venezuela, la política dejó de ser un debate y se convirtió en un truco de feria que se repite hasta el cansancio. Hace días, Diosdado Cabello desestimó los anuncios de María Corina Machado como “puro gamelote”. Hoy, el mismo vocero muestra “pruebas” recicladas y acusa a la dirigente de planificar terrorismo. Y, como si nada, dice que conoce su paradero. Si la acusa de delitos gravísimos y “sabe dónde está”, ¿por qué no la captura? La pregunta incomoda porque desnuda el truco.
Un lector nos escribió con una frase que se clavó como un alfiler: “Barajita repetida: otra vez el guion cubano”. La lógica es conocida: primero, se ridiculiza; luego, se criminaliza; al final, se intenta borrar. Sin embargo, la repetición ya no impresiona a nadie. En una nación que aprendió a leer entre líneas, la sospecha crece cuando el libreto se repite con los mismos actores y la misma utilería.
«Cuando el poder recurre a los mismos trucos, no demuestra fuerza, sino miedo.» — Víctor Escalona El Estoico
Del “gamelote” al “terrorismo”: la curva del señalamiento
El salto retórico de la burla a la acusación penal no es nuevo. En regímenes cerrados, el insulto muchas veces prepara el terreno para la criminalización. El caso de Machado se inserta en una secuencia que el país ha visto con otros nombres propios: primero, el descrédito; después, la etiqueta de “traición” o “conspiración”; más tarde, la amenaza o la detención. A estas alturas, Venezuela reconoce la dramaturgia sin necesidad de programa.
El problema no es solo jurídico, sino político: cada vez que se desempolva la “barajita” del terrorismo, se anula el espacio para las ideas y se deja a la ciudadanía con la peor tarea, la de adivinar entre rumores. Así, el poder impone agenda, tapa su crisis y concentra la conversación en expedientes opacos.
¿Dónde están las evidencias? ¿Dónde está la captura?
Si un alto dirigente asegura que conoce la ubicación de una persona a la que atribuye delitos graves, lo coherente —en un Estado de Derecho— sería acudir al Ministerio Público, presentar pruebas, solicitar órdenes y ejecutar el debido proceso con garantías. Cuando eso no ocurre, el mensaje no es justicia, sino propaganda. Y la propaganda, por definición, necesita más ruido que argumentos.
«La verdad tiene una ventaja sobre la mentira: no necesita gritar para ser escuchada.» — Víctor Escalona El Estoico
El guion que ya vimos: manual de desgaste y distracción
“Barajita repetida” no es solo una metáfora. La repetición sistemática del mismo libreto —acusación, espectáculo, silencio— erosiona el juicio público. Mientras el país discute si la nueva “prueba” es más sólida que la anterior, la vida real sigue: salarios pulverizados, escuelas sin agua, hospitales sin insumos. Por eso, insistimos: la pregunta clave es ¿qué intenta tapar la nueva barajita?
Lo que tapa el ruido
- El deterioro económico y social de larga data.
- La ausencia de reformas institucionales que restablezcan garantías y alternancia.
- La desconfianza acumulada tras procesos opacos y resultados disputados.
Quien quiera repasar el contexto reciente, puede leer el análisis sobre la reelección indefinida en la región, y cómo ese impulso perpetuista ha destruido contrapesos institucionales. También es útil volver a la inhabilitación de María Corina Machado, hito que partió la ruta opositora y encendió alertas sobre el uso instrumental de la legalidad.
¿Qué gana el poder con este reciclaje?
El mecanismo es rudimentario, pero efectivo: el debate gira en torno a una persona, la rabia se dirige a un blanco concreto y el Estado aparece como “protector” ante un enemigo fabricado. Con ello, el régimen consigue tres ventajas:
- Tiempo: distrae la agenda y baja la presión internacional.
- Temor: envía una señal a líderes y activistas: “cualquier día puedes ser tú”.
- División: empuja a la oposición a discutir táctica, no estrategia.
Mientras tanto, el país real pide otra cosa: trabajo bien pagado, servicios, seguridad y reglas claras. En suma, dignidad. En nuestra cobertura reciente sobre la paradoja petrolera, quedó claro que la economía no se arregla con cadenas de televisión, sino con instituciones y confianza.
El ángulo humano: cuando la política entra por la puerta de la casa
La “barajita repetida” no solo aturde a militantes o analistas: afecta a madres que buscan antibióticos, a maestros que con dos trabajos no llegan a fin de mes, a jubilados que cuentan monedas para el transporte. La criminalización recurrente termina siendo una forma de anestesia social: si todo es “complot”, nada necesita arreglarse. Esa es la trampa.
«El día que dejemos de indignarnos, ese día habrán ganado por completo.» — Víctor Escalona El Estoico
Lo que dice la evidencia independiente
No se trata de gustos políticos. Informes de organizaciones internacionales han advertido sobre la criminalización de la disidencia, las detenciones arbitrarias y los patrones de persecución en el país. La discusión pública necesita datos, no solo impresiones. Un debate honesto exige verificar, contrastar y exigir rendición de cuentas.
¿Y la oposición qué hace con este guion?
Frente al reciclaje, la oposición —en sus distintos matices— enfrenta un dilema: contestar cada golpe o cambiar de tablero. Responder cada semana al mismo truco desgasta y no construye mayoría. El reto, entonces, pasa por diseñar una estrategia que hable a la gente común, no al ecosistema de rumores. De lo contrario, la política se vuelve un espejo infinito donde siempre aparece la misma escena.
Cuatro acciones concretas para salir del loop
- Documentar todo (con estándares forenses): cada “barajita” debe dejar un rastro verificable que permita desmontarla sin estridencias.
- Rescatar el tema social: salarios, salud, escuelas. El ciudadano decide con el bolsillo y la nevera.
- Construir alianzas con sindicatos, gremios y comunidades de fe. La defensa de derechos no es un asunto de una sigla.
- Hablar claro al mundo: con informes, no con adjetivos. La narrativa internacional cambia con datos, no con memes.
Preguntas frecuentes (FAQ)
¿Qué significa “barajita repetida” en este contexto?
Es la repetición de un guion político: ridiculizar al adversario, acusarlo de conspiración o terrorismo y, sin pruebas sólidas ni debido proceso, montar un espectáculo. El objetivo es distraer, dividir y gobernar en ruido.
Si dicen que “saben dónde está” María Corina, ¿por qué no la capturan?
En un Estado de Derecho, una acusación grave exige pruebas, órdenes judiciales y garantías. Cuando eso no ocurre, la “información” funciona como pieza de propaganda, no como acción judicial.
¿Cómo afecta esto a la gente común?
El ruido político entierra los temas urgentes: salarios, servicios, salud y educación. La criminalización también genera miedo, lo que dificulta la organización social y ahoga la participación.
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Para no perder el foco
La fuerza de una democracia no se mide por cuántas veces repite un eslogan, sino por su capacidad de escuchar, rectificar y garantizar justicia. El truco de la barajita reciclada puede funcionar una vez, tal vez dos, pero la paciencia social no es infinita. Esta es la hora de exigir pruebas, procesos y resultados. Lo demás es humo.
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Lectura recomendada: Human Rights Watch – World Report 2025: Venezuela
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