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"El FMI mejora las previsiones de crecimiento global, pero advierte sobre una economía frágil y vulnerable. ¿Qué significa para los venezolanos?"

El Fondo Monetario Internacional (FMI) acaba de encender una pequeña chispa de optimismo en medio de un mundo aún sacudido por crisis inflacionarias, guerras comerciales y tensiones fiscales. Este lunes 4 de agosto de 2025, el organismo internacional elevó su previsión de crecimiento económico global a un 3.0 %, respaldado por una reducción moderada en los aranceles comerciales y un leve repunte en el comercio internacional. Pero detrás de este respiro se esconde una advertencia que no puede ser ignorada: la calma económica es frágil, y un nuevo sobresalto geopolítico o financiero podría borrar cualquier avance.
Para millones de personas en América Latina, especialmente los más de siete millones de venezolanos repartidos entre Estados Unidos, España y otros países de la región, esta noticia no es un titular distante. Es una pieza clave que define su presente y su futuro: empleo, remesas, ahorros, y la posibilidad de invertir en una vida más estable para ellos y sus familias.
Como bien dijo Víctor Escalona El Estoico:
“No hay viento favorable para quien no sabe hacia dónde va. La economía global se mueve, pero solo el que está atento puede aprovechar su impulso.”
Hoy analizamos qué hay detrás del anuncio del FMI, qué implicaciones tiene para los migrantes venezolanos y latinoamericanos, y por qué este aparente alivio económico podría ser apenas un espejismo si no se toman decisiones sabias, desde el poder... y desde los hogares.
El nuevo informe del FMI: señales mixtas desde la economía global
El nuevo reporte del Fondo Monetario Internacional refleja una revisión al alza del crecimiento económico mundial para 2025, pasando del 2.8 % estimado en abril a un 3.0 % actual. Esta mejora, aunque ligera, ha sido recibida con alivio en los mercados, especialmente tras un 2024 marcado por estancamientos regionales, deuda pública en aumento y crisis en la cadena de suministros.
Entre los factores que explican esta revisión positiva destacan:
- La reducción parcial de los aranceles impuestos entre Estados Unidos y China, que pasaron de un promedio de 24.4 % a 17.3 %.
- Un repunte en el consumo interno en algunas economías del sudeste asiático y Europa del Este.
- Estímulos moderados aplicados por bancos centrales para contener la inflación sin detener la producción.
Sin embargo, el FMI lanza un mensaje claro y sin adornos: esta mejoría no está blindada. Las tensiones entre Washington y Pekín podrían reactivarse con cualquier cambio político. Los efectos de las guerras regionales, como el conflicto en el Mar de China Meridional, siguen presentes en las rutas comerciales. Y los altos niveles de endeudamiento público en países como Japón, Italia y Reino Unido podrían terminar impactando la confianza global.
Una economía que depende de la diplomacia y la confianza
La interdependencia actual hace que un temblor económico en una región tenga eco en otra. En palabras de Víctor Escalona El Estoico:
“En una economía interconectada, la verdadera estabilidad no la da el crecimiento, sino la confianza mutua. Sin ella, todo se desmorona.”
Por eso el FMI enfatiza que la mejoría registrada debe leerse con cautela. No es una recuperación sólida ni generalizada. África subsahariana, gran parte de América Latina y algunas economías del sudeste asiático aún están por debajo de sus niveles prepandemia.
En resumen, el crecimiento global de 2025 podría describirse como un cuerpo con fiebre que ha bajado de 40°C a 38°C: hay alivio, pero aún no hay salud plena.
Una economía con rostro humano
Víctor Escalona reflexiona sobre la fragilidad de nuestra realidad económica:
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Este contenido complementa a la perfección este artículo: pone voz a la comprensión del caos, ilumina cómo reaccionar con estoicismo cuando las cifras hablan de tensiones, y conecta emocionalmente con quienes viven entre incertidumbres.
¿Qué significa este escenario para los venezolanos y migrantes latinos?
Cuando el FMI habla de “crecimiento global”, muchas veces la gente común no sabe cómo aterrizar ese dato en su vida cotidiana. Pero para los millones de venezolanos repartidos por el mundo, cada punto decimal en esas cifras puede traducirse en más —o menos— posibilidades reales.
Un entorno de recuperación económica, aunque moderada, puede ofrecer ventajas tangibles:
- Estabilidad en el tipo de cambio: Menos volatilidad en el dólar y el euro, lo cual es clave para quienes envían remesas o manejan sus ahorros desde países como Estados Unidos o España.
- Mejores condiciones laborales: Cuando las economías crecen, las empresas tienden a contratar más y a ofrecer mejores sueldos. Esto impacta directamente en la comunidad migrante, muchas veces ubicada en sectores esenciales.
- Mayor acceso al crédito: Una banca más confiada tiende a flexibilizar condiciones para préstamos, hipotecas o emprendimientos.
Pero, como todo en economía, lo que hoy es oportunidad mañana puede ser tormenta. Si el crecimiento global se desacelera repentinamente, los primeros en perder empleos o ver recortados sus ingresos suelen ser los migrantes. También puede disminuir la recepción de remesas, lo que afecta directamente a las familias que siguen en Venezuela o en otras naciones receptoras.
Una vida construida entre dos incertidumbres
Como reflexiona Víctor Escalona El Estoico:
“El migrante no solo carga una maleta, carga dos países: uno al que le debe la vida, y otro donde intenta sobrevivir.”
Ese equilibrio emocional y financiero es aún más frágil cuando las economías receptoras —como España, Colombia, México o Estados Unidos— entran en modo defensivo. Una caída en la confianza empresarial, en las tasas de inversión o en los servicios públicos impacta de lleno en los hogares migrantes.
Además, el informe del FMI resalta que la desigualdad ha aumentado, incluso en países donde el PIB creció. Esto significa que ese crecimiento no necesariamente se reparte de forma equitativa, y muchas veces los migrantes quedan al margen de los beneficios del rebote económico.
Por eso, entender el contexto económico internacional no es un lujo para economistas. Es un acto de supervivencia para quienes viven entre fronteras, planifican en varias monedas y sueñan con retornar a un país que aún no ha sanado.
Un crecimiento económico que podría desmoronarse en cualquier momento
El FMI ha sido claro: los riesgos no solo persisten, sino que se han vuelto más impredecibles. La economía global de 2025 no está navegando en aguas tranquilas; avanza sobre una delgada capa de hielo. Basta una sacudida —un conflicto regional, una nueva ola de proteccionismo o una crisis bancaria— para que el progreso se frene en seco.
Uno de los riesgos más subestimados es el déficit fiscal en economías desarrolladas. Países como Estados Unidos, Francia o Japón han adoptado políticas expansivas para reactivar la economía tras la pandemia, pero esa deuda acumulada necesita pagarse. Si los mercados perciben que no hay capacidad de pago, podría generarse una ola de desconfianza que contagie al resto del planeta.
Además, el proteccionismo sigue vivo. Aunque se celebró la reciente reducción arancelaria entre China y EE. UU., el informe reconoce que esas decisiones pueden revertirse en cualquier momento. La amenaza de nuevos impuestos, sanciones o restricciones comerciales es una espada que pende sobre todos los acuerdos firmados.
Y no se puede ignorar la crisis climática, que ya ha afectado la producción agrícola, ha encarecido los seguros logísticos y ha generado migraciones forzadas que desestabilizan economías enteras. La economía no es inmune al planeta. Cuando la tierra tiembla, el mercado se tambalea.
La falsa ilusión de la estabilidad macroeconómica
Muchos gobiernos y medios celebran el 3.0 % de crecimiento como si fuera sinónimo de recuperación total. Pero el FMI advierte que esta ilusión puede distraer a los responsables políticos de las reformas urgentes. Mientras se hable de “mejoría” sin atender la raíz del problema —desigualdad, informalidad laboral, exclusión digital— el sistema seguirá siendo débil.
Desde España hasta Argentina, pasando por Perú, México y Venezuela, millones de ciudadanos viven con la sensación de que las estadísticas no reflejan su realidad. ¿De qué sirve el crecimiento económico si no se traduce en empleo digno, seguridad social y salud mental?
Como sentencia Víctor Escalona El Estoico:
“La economía es como el alma de una sociedad: si está enferma, se resiente todo lo demás. Pero si fingimos estar bien, la caída será más dolorosa.”
Una economía con rostro humano
Es momento de volver a poner a las personas en el centro de la economía. Migrantes, jóvenes, trabajadores informales, madres solteras, adultos mayores... Todos forman parte del tejido productivo. Pero si las decisiones macro se toman desde la altura sin mirar abajo, el edificio global será cada vez más frágil.
Las cifras importan, sí. Pero también importan los rostros detrás de esas cifras. Y eso es algo que ninguna proyección del FMI podrá capturar por completo.
Preguntas frecuentes (FAQ)
¿Por qué el FMI elevó su previsión de crecimiento global?
El FMI ajustó su estimación al alza debido a una leve reactivación del comercio internacional, una reducción en los aranceles entre potencias como EE. UU. y China, y la aplicación de políticas fiscales más estables en ciertas regiones. Sin embargo, la institución advirtió que la recuperación sigue siendo frágil.
¿Qué impacto tiene este crecimiento sobre los venezolanos migrantes?
Un entorno económico global más estable puede facilitar el empleo, la inversión, el acceso al crédito y la estabilidad del tipo de cambio en los países donde residen millones de venezolanos. También puede hacer más predecible el valor de las remesas enviadas a Venezuela.
¿Cuáles son los principales riesgos que advierte el FMI?
Los riesgos más importantes son: posibles reversiones en la política arancelaria, déficit fiscales elevados en economías clave, tensiones geopolíticas, y el impacto persistente del cambio climático sobre la producción y la logística global.
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Reflexión final y llamado a la acción
La revisión del FMI es, en apariencia, una buena noticia. Pero en el fondo, es también una advertencia silenciosa. Las cifras pueden subir, pero si el alma de las naciones no se fortalece con justicia social, inclusión y visión a largo plazo, todo ese crecimiento será apenas un espejismo.
La historia reciente nos ha enseñado que no hay economía sana sin sociedades cohesionadas. Y no hay sociedades fuertes si millones de sus integrantes viven con miedo al desempleo, la migración forzada o la devaluación constante de sus sueños.
Hoy más que nunca, hace falta repensar lo que entendemos por “desarrollo”. Porque no se trata solo de crecer, sino de sostener ese crecimiento sin sacrificar a los más vulnerables en el camino.
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