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Ejercicios militares de Venezuela contra EE.UU. revelan la fragilidad del régimen. Padrino arriesga a la Armada en un espectáculo inútil.

Fecha: Jueves 18 de septiembre de 2025 | Sección: La Voz del Lector
Los ejercicios militares de Venezuela contra EE.UU. son presentados como actos de heroísmo por Padrino López, pero lectores denuncian que exponen al país al ridículo. Una demostración bélica inútil ante un poder de fuego infinitamente superior.
¿Defensa nacional o simple teatro?
Lectores de Vierne5.com cuestionan la lógica detrás de los llamados ejercicios militares de Venezuela contra EE.UU.. Según ellos, es un despropósito táctico y estratégico. Un oficial de carrera como Vladimir Padrino López sabe que enfrentar a la primera potencia militar del mundo en el Caribe sería, como dice un lector con ironía, “tan breve como un pedo en un chinchorro”.
La pregunta inevitable es: ¿por qué arriesgar los pocos recursos que quedan en la Fuerza Armada? Concentrar barcos y aviones en un solo punto del Caribe sería como ofrecerle a Estados Unidos la oportunidad de “cazar patos en una batea”. La vulnerabilidad es obvia y la demostración, absurda.
Pero la intención del régimen no es ganar una guerra imposible. La verdadera meta es convencer a los suyos de que existe músculo, moral y heroísmo para enfrentar al “imperio”. Se trata de un espectáculo diseñado para el consumo interno, un teatro de guerra para sostener la narrativa revolucionaria.
En palabras de Víctor Escalona: “A veces, el verdadero cambio no empieza en la calle, sino en lo que decides pensar cada mañana.” Y pensar distinto implica no dejarse arrastrar por el teatro propagandístico del poder.
Los dos objetivos de Padrino López
El despliegue militar tiene dos objetivos claros. Primero, vender la imagen de que la Fuerza Armada todavía posee fuerza y cohesión. Una especie de mensaje interno: “estamos listos para enfrentar lo que venga”. Segundo, y más estratégico: Padrino sabe que el presidente Donald Trump no ha recibido autorización del Congreso estadounidense para atacar directamente al ejército venezolano. El show, entonces, se convierte en un juego de límites: provocar sin cruzar la línea roja.
Un lector lo resumió con ironía: “Sería interesante que, en medio de esos ejercicios, apareciera una lancha entre ambos bandos. ¡Hagan sus apuestas!”. La metáfora refleja el absurdo: mientras unos simulan guerra, otros calculan cómo estirar la cuerda sin que se rompa.
La política de la cortina de humo
La puesta en escena militar también funciona como cortina de humo. Mientras la opinión pública se distrae con desfiles, uniformes y discursos altisonantes, el régimen esconde las desapariciones forzadas, los secuestros de opositores y las violaciones sistemáticas a los derechos humanos. La distracción bélica cumple un papel propagandístico: esconder la represión con ruido de tambores.
La historia lo confirma: las dictaduras suelen usar maniobras militares como espectáculo para proyectar poder donde solo hay debilidad. Y Venezuela, arruinada por la corrupción y la violencia, no escapa de esta lógica.
Marco Rubio, Petro y el “errático”
En paralelo, otro tema generó comentarios entre los lectores: las críticas del senador Marco Rubio al presidente colombiano Gustavo Petro, a quien calificó de “errático”. Para muchos, el término no es un insulto sino una descripción ajustada. El propio Petro reaccionó airadamente, señalando como injusta la “desertificación” de Colombia por sus compromisos ambientales. Sin embargo, lo que el mundo observa con lupa no es el discurso verde, sino la realidad: Colombia sigue siendo el mayor productor mundial de cocaína.
Un lector con experiencia en el mercado colombiano lo explicó con crudeza: “En Colombia, todas las empresas legales tienen un segundo registro de fantasía para surtir al poderoso mercado de las mafias”. Citó el ejemplo de la cadena de farmacias La Rebaja, mencionada durante años en investigaciones periodísticas. La afirmación es dura, pero retrata la connivencia histórica entre negocios legales e ilegales en la región.
El Catatumbo: tierra de coca y violencia
El Catatumbo, frontera con Venezuela, concentra el 20% de la producción de coca en Colombia. Allí operan guerrillas, carteles y grupos armados, muchos de ellos conectados con redes en Venezuela. Según el lector, los llamados “delivery” no reparten comida, sino cocaína. La frontera se convierte en un espacio difuso donde los negocios ilícitos se mezclan con la vida cotidiana.
El impacto de esta realidad trasciende fronteras. Colombia, como productor, y Venezuela, como territorio de tránsito y resguardo de mafias, comparten responsabilidad en un problema que erosiona instituciones, corrompe autoridades y destruye vidas. Y mientras tanto, dirigentes como Petro niegan la magnitud del problema, mostrando la misma ceguera que caracteriza a Maduro.
Las drogas y el daño irreversible
El debate sobre el narcotráfico no es solo político o económico. Es también humano y social. Un lector lo recordó al comparar a Petro con Diego Armando Maradona: “Son ejemplos vivientes de que las drogas producen un daño irreversible en el organismo”. La frase es dura, pero refleja la preocupación de quienes ven en las drogas no solo un negocio criminal, sino una tragedia de salud pública.
Las cifras lo confirman: millones de jóvenes latinoamericanos han caído en el consumo, arrastrados por una cultura que romantiza la droga mientras ignora su devastación. El negocio de la cocaína financia carteles, fortalece dictaduras y destruye generaciones. Es un círculo perverso del que nadie escapa indemne.
Preguntas frecuentes (FAQ)
¿Por qué Venezuela organiza ejercicios militares contra EE.UU.?
Principalmente como espectáculo político interno. El régimen busca aparentar fuerza y cohesión, aunque militarmente sea una acción absurda y peligrosa.
¿Qué relación tiene el narcotráfico en Colombia con Venezuela?
Ambos países están conectados: Colombia produce la cocaína y Venezuela ofrece rutas de tránsito y refugio para mafias y grupos armados.
¿Por qué Marco Rubio llamó “errático” a Petro?
Porque considera incoherentes sus posturas. Petro se indigna por la desertificación, pero omite que Colombia sigue siendo líder mundial en producción de cocaína.
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Cierre
Los ejercicios militares de Padrino López no son defensa nacional: son teatro para un público interno cada vez más escéptico. Mientras el régimen gasta recursos en shows bélicos, el país sigue hundido en la miseria, la represión y el narcotráfico. Los lectores lo saben y lo denuncian con claridad: la soberanía no se defiende con simulacros inútiles, sino con justicia, dignidad y libertad.
La conclusión es inevitable: enfrentar a EE.UU. es imposible, pero engañar al pueblo cada día es más difícil. El poder de fuego no está en las armas oxidadas de la dictadura, sino en la voz de millones que ya no creen en el teatro. Y esa voz, tarde o temprano, será la que dicte la verdadera sentencia.
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